martes, 27 de septiembre de 2016

LOS DRAGONES Y EL VUELO DEL ÁNGEL


Entra, cierra la puerta, deja la cartera en el sillón y se queda mirando como el departamento se despereza en el resplandor de la mañana soleada. Recorre sus objetos, los de su pequeña, los de ambas. “¿Quiénes vivimos aquí? Por momentos, una mujer y una niña. Otras veces, dos mujeres. Y otras, dos niñas. Dos niñas y un pequeño dragón”.
La perrita ladra y se para en dos patas. Le hace un mimo y le da una galletita. Enciende el teléfono y escribe: “Me voy a dormir”.

Eso hace. Pasa por el baño y luego se desviste y se acuesta. Se tapa con la manta dando la espalda a la ventana y se duerme. Sueña. Un dragón en  blanco y negro da vueltas en su cielo. Otro tornasolado permanece junto a ella. Una tortuga de porcelana la observa en quietud eterna. ¿Y el ángel? ¿Dónde está el ángel? Se sobresalta. Mira al dragón. “Un ser cósmico en espera… ¿Dónde leí eso?”. Sonríe. La tortuga saca la lengua. El dragón vela por el orden del universo mientras el ángel apenas aprende a volar.

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