lunes, 19 de agosto de 2013

EL MOMENTO DE SER PROTAGONISTAS


No existen las personas eternas ni las políticas eternas.

La amenaza de la reforma constitucional para instaurar la reelección ha sido un recurso al que han apelado los ultraoficialistas en más de una oportunidad para evitar que la aproximación del final de mandato no licúe el poder de los presidentes. Pero si su utilidad fue discutible en los noventa, en la actual etapa ha sido directamente perjudicial.
Aun cuando Cristina Kirchner fue muy clara al respecto, las declaraciones de algunos dirigentes en los meses pasados sólo sirvieron para alimentar la campaña sostenida por los medios monopólicos y sus candidatos.
Si todo lo que tenemos para ofrecer es la eternización del presente, la gente empieza a percibir que no ofrecemos nada para el futuro, por más que en diez años hayamos protagonizado una página decisiva de nuestra historia.
Ahora que la última incertidumbre respecto a la posibilidad de reelección ha sido despejada por el voto, nos encontramos frente al desafío de demostrar que tenemos un camino cierto para ofrecerle al país en los próximos años y que existen personas capaces de expresar y conducir ese desafío.
Jubilaciones privadas y 82% móvil, menos impuesto a las ganancias y situación fiscal más sólida, devaluación y mejores salarios, menos corrupción y vuelta al endeudamiento externo: que semejantes inconsistencias puedan ser ofrecidas por dirigentes opositores como programa no sólo se sustenta en el respaldo mediático, sino también en que no se vislumbra qué proponemos para el futuro ni quiénes son los posibles protagonistas de la continuidad que pretendemos para este proyecto.
Asumir ese desafío no puede recaer pura y exclusivamente en el liderazgo, la capacidad y el relato de nuestra presidenta. Ella puede mantener el rumbo a pesar de las presiones corporativas, procurar las mejores condiciones económicas y políticas, dar el debate buscando soluciones superadoras de las diversas presiones corporativas y hasta vislumbrar nuevos desafíos y herramientas para lo que viene. 
Pero no podemos pretender que ejerza en soledad un protagonismo que necesariamente convoca a quienes se sientan capaces de tomar la posta para gobernar nuestra Nación a partir de 2015 y a quienes quieren tener una participación decisiva en la construcción de una nueva victoria popular.
Hace falta construir una agenda cierta, que parta de las dificultades y asignaturas pendientes que afrontamos en el presente, que alumbre propuestas para superarlas y que demuestre actitud convocante y vocación de poder de quienes se sientan capaces de llevarlas adelante.
No se puede reformular el impuesto a las ganancias sin poner arriba de la mesa la modificación de todo el sistema tributario. Si los que perciben salarios más altos desean dejar de tributar por ganancias, está claro que los recursos que reemplacen esos ingresos deben provenir de los sectores más concentrados y no de los más humildes. Pero a su vez, gravar rentas superiores o restituir aportes patronales son iniciativas que requieren espaldas y respaldo amplio para llevarlas adelante de manera efectiva.
La decisión de Cristina Kirchner de convocar a empresarios, banqueros y trabajadores a la mesa del diálogo es un puntapié inicial para que queden en claro las reivindicaciones de los distintos sectores y la imposibilidad de satisfacerlas a todas como se pretende desde discursos de ocasión.
Pero está en nosotros complementar esa convocatoria con una agenda concreta que rescate del vacío al que hemos condenado a la palabra “profundización”.
Podemos detenernos a destacar que en los últimos diez años se redujo notoriamente la cantidad de hogares con necesidades básicas insatisfechas o podemos tomar como objetivo cierto que no haya más niños en edad escolar sin ir a la escuela, que puedan construir una vivienda digna quienes viven en condiciones deplorables o que mejoremos la asistencia y la capacitación a quienes no cuentan con ingresos suficientes para sostener el grupo familiar. 
Dificultades para acceder al primer empleo, combate más agresivo del empleo en negro, nuevo rol de los municipios en la lucha contra la inseguridad, revisión crítica de nuestras políticas sociales, ampliación del Procrear, límites más claros a la especulación financiera sobre los ingresos de los asalariados, desmonopolización de la producción y la distribución de alimentos para el abaratamiento del consumo son algunas de las cuestiones en las que debemos demostrar que tenemos ideas más concretas que las promesas imposibles de la dirigencia opositora.
No es sólo escribir proyectos y programas: es construir las condiciones políticas para llevarlos adelante. Y las condiciones se construyen con protagonismo. Flaco favor nos haríamos si nos sentáramos a esperar que algún día nos vengan a decir qué haremos en 2015 y quién será nuestro candidato para llevarlo adelante.
Los que se sientan llamados a hacerlo deben salir al ruedo y el debate y la confrontación democrática son el camino para que se imponga quien mejor exprese las necesidades de la etapa.
Uno de los grandes logros de este gobierno en materia política ha sido la instauración de las primarias simultáneas y obligatorias, la definición de los plazos de campaña y el acceso democrático a la propaganda política a través de los medios.
Sin embargo, no hemos sabido utilizar las primarias como herramienta de participación, movilización y confrontación para ampliar nuestro cauce y fortalecer nuestro rumbo.
Tenemos la oportunidad de revertirlo: necesitamos que la primaria del peronismo para 2015 sea percibida por la mayoría como la que define el rumbo de lo que viene. 
Con ese horizonte es que necesitamos protagonizar en estos dos meses una movilización sin precedentes, casa a casa, boca a boca, en cada rincón del país, para mejorar claramente el desempeño electoral que tuvimos en las P.A.S.O.
Es un desafío para los que se sienten presidenciables, para los intendentes que sueñan con gobernar sus provincias, para los referentes que procuran ampliar la base de sustentación de sus organizaciones, para los que día a día militan reivindicaciones concretas y para cada militante comprometido con este proyecto de inclusión y crecimiento.
Las mil flores, que necesitan que nos dediquemos a sembrar y florecer, no a cercar el jardín pretendiéndonos sus dueños.