lunes, 19 de septiembre de 2022

INSOMNIO DE ZORZALES

Son las tres de la madrugada

y los zorzales cantan sin parar.

¿Habrá sido siempre así o acaso

han perdido el sentido de la noche?


Quisiera abrir la ventana y gritarles

que saben como admiro su destreza

para atrapar lombrices en los jardines

y la armonía melodiosa de su canto,


pero que por favor, esta noche no 

no me tengan con mis ojos abiertos

activando cada foco de incertidumbre

estaqueado a mis fantasmas en desvelo.


¿Será que las nuevas luces led

trastocaron el principio del día

les robaron la oscuridad y el silencio

en la ciudad siempre encendida?


¿Debo espantarlos, disparar a las luces

o abrir las ventanas e invitarlos a entrar

a compartir en mi cuarto acurrucados

en penumbras la  sanación del descanso?


Vamos, amigos zorzales, pensemos...

¿Cómo es que lo logran los horneros?

Mientras ustedes cantan y yo desespero

Ellos descansan en su horno de barro.

jueves, 15 de septiembre de 2022

DORMIR EN EL COCHE



Es setiembre y no he

leído un libro en ocho meses

salvo esta cosa titulada "Todos Nosotros, 

Poesía Completa".

No me impide ser feliz

ahora que voy en coche con Lourdes

bebiendo gaseosa mientras ella casi ronca.

Volvemos de ver jugar a nuestros hijos

en Bahía Blanca.

Si cerrara los ojos durante un minuto

creo que podría seguir conduciendo en la noche 

sin chocar, pero mejor

me detengo a un costado de la carretera y duermo.

Luego me despierto, 

tomo el libro y leo una poesía al azar.

Se llama "Bebiendo en el coche", página 35.

Vuelvo a la carretera y sigo manejando feliz porque acaba de pasar el micro que lleva 

a nuestros hijos.

Lourdes ni se enteró que nos detuvimos.

Puede confiar en mí y seguir durmiendo.

Conducirė feliz mientras planeo  robarle 

el alma a Carver.

sábado, 13 de agosto de 2022

LA ÚLTIMA CARTA




El 2 de noviembre de 1848, con 70 años ya cumplidos, menguado en su vista, José de San Martín  escribe a Juan Manuel de Rosas con plena lucidez una carta en la que late su vida:

"Mi respetable general y amigo:
A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez".

San Martín establece desde esas primeras líneas que comparte con Rosas patria y amistad, le exoresa su respeto como general y reivindica su triunfo militar como un consuelo para una vejez en el exilio y de mala salud.
Mal que pese a unitarios de entonces y de ahora, San Martín veía en Rosas capacidad para imponer autoridad y ser continuidad de su lucha y respaldaba su  defensa de  la independencia de la patria frente al bloqueo de las dos naciones más poderosas del planeta.

"Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya usted a creer por lo que dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión demostrará a usted, mi apreciable general, que al escribirle, lo hago con la franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado del de usted. Por tales acontecimientos reciba usted y nuestra patria mis más sinceras enhorabuenas".

Esa franqueza de carácter encendía el odio de los unitarios, que luego de retacearle apoyo, difamarlo, perseguirlo y hasta intentar matarlo, sufrían como martirio el peso de su voz desde el exilio.
Tampoco se lo perdonaría Sarmiento. Había visitado a San Martín en Europa, y cuando comenzó a criticar a Rosas, el dueño de casa lo cortó con dureza:
“Ese tirano de Rosas que los unitarios odian tanto, no debe ser tan malo como lo pintan cuando en un pueblo tan viril se puede sostener veinte años...me inclino a creer que exageran un poco y que sus enemigos lo pintan mas arbitrario de lo que es...y si todos ellos y lo mejor del país, como ustedes dicen, no logran desmoronar a tan mal gobierno, es porque la mayoría convencida está de la necesidad de un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20 ni que cualquier comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al Gobernador del Estado” .

Sarmiento quedó muy contrariado. Así se lo  comentaba en carta del 4 de septiembre de 1846 a su amigo Antonio Aberastain:
“...va Ud. a buscar la opinión de los americanos mismos (en Europa) y por todas partes encuentra la misma incapacidad de juzgar. San Martín es el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano batido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca...San Martín era hombre viejo, con debilidades terrenales, con enfermedades de espíritu adquiridas en la vejez; habíamos vuelto a la época presente nombrando a Rosas y su sistema. Aquella inteligencia tan clara en otro tiempo, declina ahora; aquellos ojos tan penetrantes que de una mirada forjaban una página de la historia, estaban ahora turbios y allá en la lejana tierra veía fantasmas extranjeros, todas sus ideas se confundían, los españoles y las potencias extranjeras, la Patria, aquella Patria antigua, la estatua de piedra del antiguo héroe de la independencia, parecía enderezarse sobre el sarcófago para defender la América amenazada...” .

Los unitarios sufrían cada vez que San Martín daba a conocer su opinión. Cada uno a su modo, Sarmiento y Mitre compartían el objetivo de apropiarse de su gloria silenciando su visión acerca de la independencia y el gobierno de estas tierras.
Escribía Valentín Alsina en carta a Felix Frías el 9 de noviembre de 1850 desde Montevideo, refiriénse a San Martin: “...como militar fue intachable; pero en lo demás era muy mal mirado de los enemigos de Rosas. Ha hecho un gran daño a nuestra causa con sus prevenciones caso agrestes y cerriles contra el extranjero, copiando el estilo y la fraseología de aquel; prevenciones tanto más inexcusables, cuanto que era un hombre de discernimiento. Era de los que en la causa de América no ven más que la independencia del extranjero, sin importarle nada de la libertad y sus consecuencias...Nos ha dañado mucho fortificando allá y acá la causa de Rosas, con sus opiniones y con su nombre; y todavía lega a Rosas, tan luego su espada. Esto aturde, humilla e indigna y...pero mejor no hablar de esto. Por supuesto en el diario me he guardado de decir nada de esto...” 

Jorge Federico Dickson,  comerciante inglés que  se desempeñaba como cónsul general de la Confederación en Londres, había dirigido una carta al Libertador requiriendo su opinión sobre el bloqueo anglo francés. San Martín le respondió el 28 de diciembre de 1845:
“Señor de todo mi aprecio: se me ha hecho saber los deseos de Ud. relativos a conocer mi opinión sobre la actual intervención de Inglaterra y Francia en la República Argentina; no solo me presto gustoso a satisfacerlo sino que lo haré con la franqueza de mi carácter y la más absoluta imparcialidad.
No creo oportuno entrar a investigar la justicia o la injusticia de la citada intervención, como los perjuicios que de ello resultarán a los súbditos de ambas naciones con la paralización de las relaciones comerciales, igualmente de la alarma y desconfianza que habrá producido en los Estados Sudamericanos .., solo me ceñiré a demostrar si las dos naciones interventoras conseguirán por lo medios coercitivos que han empleado el objeto que se han propuesto, es decir , la pacificación de las riberas del Plata; según mi íntima convicción, desde ahora diré a Ud. no lo conseguirán; por el contrario, la marcha seguida...no hará otra cosa que prolongar por un tiempo indefinido, males que tratan de evitar...Me explicaré ... bien es sabida la firmeza del carácter del Jefe que preside la República Argentina; nadie ignora el ascendiente que posee en la basta campaña y resto de las demás compañas de las provincias interiores y, aunque no dudo que en la capital tenga un gran número de enemigos personales, estoy convencido que, bien sea por orgullo nacional, o bien por la prevención de los españoles contra el extranjero...la totalidad se le unirá y tomarán parte activa en la contienda...Si las dos potencias en cuestión quieren llevar más adelante sus hostilidades, es decir declarar la guerra, yo no dudo que ...se apoderen de Buenos Aires (sin embargo, la toma de una ciudad de una ciudad decidida a defenderse, es una de las operaciones más difíciles de la guerra) pero aún en este caso estoy convencido que no podrán sostenerse por mucho tiempo en la capital...El primer alimento, o por mejor decir el único, es la carne, y es sabido con que facilidad pueden retirarse todos los ganados en pocos días a muchas leguas de distancia, igualmente que todas las caballadas y todo medio de transporte, en una palabra, formar un desierto dilatado imposible de ser atravesado por una fuerza europea, la que correría tanto más peligro cuanto mayor sea su número...En conclusión, con siete u ocho mil hombres de caballería...fuerza que con gran facilidad puede sostener el general Rosas, son suficientes para tener en un cerrado bloqueo terrestre a Buenos Aires, sino también impedir que un ejercito europeo de veinte mil hombres salga a más de treita leguas de la capital sin exponerse a una ruina completa por la falta de recursos, tal es mi opinión y la experiencia lo demostrará a menos (como es de esperar) que el nuevo ministro inglés no cambie la política seguida por el precedente.” 
Esa carta  fue publicada en Europa el 12 de febrero de 1846 en el “Morning Chronicle” de Londres y causó  revuelo. Luego se publicó en Paris en el “La Presse”. En el exilio y con la salud maltrecha, San Martín seguía luchando con la pluma y tenía plena conciencia del peso de sus opiniones.

San Martín y la Revolución de 1948
En la última carta que San Martín  remite a Juan Manuel de Rosas, también relata como vivió la Revolución que estalló en París en febrero de 1848:

"Para evitar el que mi familia volviese a presenciar las trágicas escenas que desde la revolución de febrero se han sucedido en París, resolví transportarla a este punto, y esperar en él, no el término de una revolución cuyas consecuencias y duración no hay precisión humana capaz de calcular sus resultados, no sólo en Francia, sino en el resto de la Europa; en su consecuencia, mi resolución es el de ver si el gobierno que va a establecerse según la nueva constitución de este país ofrece algunas garantías de orden para regresar a mi retiro campestre, y en el caso contrario, es decir, el de una guerra civil (que es lo más probable), pasar a Inglaterra, y desde este punto tomar un partido definitivo".

Surge con claridad que San Martín valoraba el orden, no simpatizaba con quienes impulsaban las revueltas y consideraba subversiva la prédica de los "partidos socialistas", como también se lo manifestó al peruano Ramón Castilla en una carta del 11 de setiembre de 1848.
Pero a su vez, en esa carta a Rosas hacía un análisis preciso de la cuestión social y de la crisis económica en la que se desataba el conflicto:

"En cuanto a la situación de este viejo continente, es menester no hacerse la menor ilusión: la verdadera contienda que divide a su población es puramente social; en una palabra, la del que nada tiene, tratar de despojar al que le posee; calcule lo que arroja de sí un tal principio, infiltrado en la gran masa del bajo pueblo, por las predicaciones diarias de los clubs y la lectura de miles de panfletos; si a estas ideas se agrega la miseria espantosa de millones de proletarios, agravada en el día con la paralización de la industria, el retiro de los capitales en vista de un porvenir incierto, la probabilidad de una guerra civil por el choque de las ideas y partidos, y, en conclusión, la de una bancarrota nacional visto el déficit de cerca de 400 millones en este año, y otros tantos en el entrante: éste es el verdadero estado de la Francia y casi del resto de la Europa, con la excepción de Inglaterra, Rusia y Suecia, que hasta el día siguen manteniendo su orden interior".

Los "revoltosos"  de la Comuna parisina del ’48, predicaban el fin de la propiedad privada  y del estado nación en Europa. Pero, como observó Norberto Galasso, "los socialistas y comunistas europeos vieron “barbarie” y reacción en las guerras de la independencia de los países nuevos".
Bolívar havía muerto dos décadas antes. Pero San Martín, era testigo, en sus últimos años, de  las primeras manifestaciones del socialismo, que ponían en controversia el  mundo en que vivvió. En febrero de 1848, en Londres conocía la luz un folleto de 23 páginas redactado por Karl Marx y Friedrich Engels, el Manifiesto Comunista, al mismo tiempo que la oscuridad se apoderaba de sus ojos. Hostil a esas nuevas ideas en el Viejo Mundo, el Libertador seguía empecinadamente preocupado por  lo que sucedía en el continente que él y Bolívar liberaron.
Por eso agradecía a Rosas en esa  última carta  el reconocimiento que le había brindado la Legislatura de Buenos Aires:

"Un millar de agradecimientos, mi apreciable general, por la honrosa memoria que hace usted de este viejo patriota en su mensaje último a la Legislatura de la provincia; mi filosofía no llega al grado de ser indiferente a la aprobación de mi conducta por los hombres de bien".

Anciano y ciego
En la última parte de la carta, relata a Rosas  su situación personal.

"Esta es la última carta que será escrita de mi mano; atacado después de tres años de cataratas, en el día apenas puedo ver lo que escribo, y lo hago con indecible trabajo; me resta la esperanza de recuperar mi vista en el próximo verano en que pienso hacerme hacer la operación á los ojos. Si los resultados no corresponden a mis esperanzas, aun me resta el cuerpo de reserva, la resignación y los cuidados y esmeros de mi familia".

No existen registros de enfermedades de infancia. Pero desde el inicio de la gesta libertadora, su salud padeció distintos quebrantos a lo largo de su vida. Padeció úlcera gastroduodenal, tuberculosis, cólera, gota y  asma, que también lo aquejó en sus últimos años junto a la artrosis y los dolores reumáticos.
“Muchas goteras, como casa vieja”, afirmó alguna vez definiendo su estado de salud con amarga ironía. Pero el mayor padecimiento de esos últimos años fueron las cataratas que lo fueron sumiendo lentamente en penumbras. 
Leer y escribir había sido esencial para su vida en el exilio. Por eso, cuando el director de la Biblioteca Pública de Boulogne Sur Mer le ofreció alquilarle  su casa, que estaba en los altos de la Biblioteca Pública, San Martín aceptó con entusiasmo, no sólo por el bajo precio del alquiler, sino por la posibilidad de tener la biblioteca a disposición. 
Cuando la noche fue ganando sus ojos, depositó sus esperanzas en esa operación de cataratas que mencionaba en la carta a Rosas. Pero la intervención fracasó, quedó sumido en la ceguera y pasó a depender de manera absoluta de su hija Mercedes para asomarse a las voces de algunos libros  o enterarse de las noticias del mundo.

"Que goce usted la mejor salud, que el acierto presida en todo lo que emprenda, son los votos de este su apasionado amigo y compatriota".

El párrafo final de su última carta reafirma que hasta su último aliento San Martín mantuvo el compromiso con la revolución que protagonizó y su pleno respaldo al amigo y compatriota al que legaría su sable.

lunes, 25 de julio de 2022

EVA, SECRETO Y MISTERIO


"...No me parece recordar sino vivir la noche aquella de su muerte. No se me ha vuelto pasado. La sigo viviendo de presente. La contemplo a ella al vivo. De espaldas en el lecho. Serena. Respirando cada vez más espaciada pero más profundamente. La veo emitir el postrer aliento. Sin un solo estertor. Sin un solo estremecimiento. La veo quedarse inmóvil. Su rostro refleja serena beatitud. O acaso, asombro al comprender, en los umbrales de la eternidad, el don inmenso que Dios le hizo en vida al elegirla para servir sin medida a los humildes y para sufrir, asimismo sin medida, padecimientos que jamás se sabrán en este mundo".

Son  palabras que, 33 años después de la muerte de Evita, eligió el padre Hernán Benítez para relatar aquel momento. Lo hizo en 1985 en una carta dirigida a Blanca Duarte, hermana de Eva, en la que se atreve a llamarla "querida hermana", porque "hemos llorados a unos mismos muertos queridos y padecido unos mismos sufrimientos".
Desde ese lugar elige escribirle, conciente que esa carta muy probablemente salga de la intimidad entre remitente y destinatario y sea leída y releída por muchísimas personas. Tan conciente que, aún cuando Blanca negara haberla recibido, él se ocuparía tiempo después de entregársela a la escritora Marta Cichero pidiendo que la difundiera.

EL SECRETO
En el texto nos habla del  "secreto de Evita" como piedra angular de su gesta, como motor que la potenció para "servir sin medida a los más humildes".
No pretendo en estas líneas desentrañar esa sensación de goce que parecía sentir el cura al preguntarle a la propia Marta Cichero o a otras personas cuál imaginaban que era ese secreto que Eva le había confiado, sin luego dar pista alguna de la respuesta (si me permiten la disgresión, al estilo de "Jorge Suspenso", personaje de Diego Capusotto).
Imagino que no fue poca cosa para una persona que eligió el sacerdocio y que percibió tanta similitud entre el peronismo y el primer cristianismo, ser confesor de Eva y saber de su viva voz aquello que pudo haber potenciado hasta lo impensado su ánimo.
Pero más allá de disfrutar, en sus años ancianos, del módico protagonismo que esa posición pudiera darle, más que el dato oculto en sí, lo que Hernán Benítez procura establecer en la carta es el rol decisivo de los sufrimientos secretos.
"Quien camina en esta vida a la luz del Evangelio llegará a la eternidad con su carga ineludible de secretos sufrimientos", escribe, recordando que "los anales de la Iglesia están llenos de seres insignos por su capacidad de sufrimiento y por su capacidad de secreto".
Se detiene en el ejemplo de San Pablo:
"llevo en mi carne un aguijón que me abofetea, como clavado en ella por el mismísimo demonio" (2 Cor. 12, 7), para señalarlo como un enigma sin develar al cabo de dos mil años. "Fue pillería en él alzar la punta del velo del misterio para que se soltaran los intérpretes a desenmadejar el ovillo, enmarañando más la cosa. ¡Cómo se divertirá él oyéndolos desde lo cielos! Y si esta carta cayera algún día en manos de los biógrafos o de los historiadores de Eva Perón, ¡lo que no inventarán éstos para descifrar su secreto sufrimiento!"
Si en esa afirmación parece  solazarse en ese aspecto del secreto, es al citar a Teresa de Lisieux donde pone la cuestión en justo término: "El sufrimiento más insufrible sería para mí no sufrir." Establece que lo peor que puede sucedernos es rechazar el dolor para quedar abandonados a los placeres de este mundo convertidos en cielo.  Valiosa reflexión de esa carta de 1985, para el presente,  en esta sociedad de consumo en que se exacerba el hedonismo promoviendo la satisfacción inmediata de necesidades que nos brindan placeres cada vez más efímeros. Al fin y al cabo, la ilusoria negación del dolor es la antipolítica, procurando adormecerlo o suprimirlo como aguijón que nos estimula a la lucha para rebelarnos ante la evidencia de lo injusto.
Lo importante no es entonces develar el secreto, sino comprender la naturaleza de ese sufrimiento y la fuerza transformadora conque  desde su propia historia se proyectó Eva.

EL MISTERIO
Hernán Benítez recuerda que, sentado junto al cadáver de Eva, sintió "sin la menor vacilación que la historia le haría justicia", que "algún día el mundo reconocería la pasión casi sobrehumana, y por cierto carisma de Dios, con que ella había servido a los necesitados, inmolándose entera".
Sin embargo, confiesa que "estaba convencido que el reconocimiento histórico tardaría años, muchos años. No lo contemplaríamos nosotros por descontado. Su nombre para imponerse debía atravesar barreras de prejuicios inveterados, de enconos, de infamias... ¡Qué error el mío! No se me cruzó por las mientes que pudiera entrar en las trazas de Dios (...) no con la baba de los adulones, sino con la bilis de los calumniadores. Esta técnica divina despistante y enigmática la llamé "el misterio de Eva Perón."

Secreto y misterio. El sufrimiento como motor de la gesta conmovedora de Eva. El odio como desmesura del egoísmo que  sólo consigue destacar, extender e inmortalizar su grandeza.

"Terminado el responso, me acerqué al General, lo tomé por la cintura y lo acerqué a la cabecera deslizándole al oído, como si fuera parte de la liturgia: -Bésela en la frente. -La besó, regando de lágrimas el rostro de la esposa. Tras él, todos los presentes la besamos".
Desde aquel 26 de julio de 1952, Hernán Benítez recién volvió a comunicarse con Perón a través de una carta que le escribió el 20 de setiembre de 1956:
"Hemos llevado a otros países la libertad social de los trabajadores como hace 150 años llevamos la libertad política. Entonces las banderas de liberación las pasearon  nuestros soldados. Hoy las pasean nuestros exiliados. El mismo destino y la misma vocación entonces y ahora. Dios quiera que todos los peronistas de la Diáspora se hagan dignos de su grandioso destino. He escrito mil veces que la obra de redención social no la haremos sino por íntimo toque de corazón a corazón, y más con nuestro renunciamiento y ejemplo de austeridad de vida que con medios materiales. Es la nuestra una suerte pareja a la del cristianismo en sus primeros tiempos".
Imposible que así fuera sin Eva, el ave que vuela y no muere.

sábado, 21 de mayo de 2022

CLICKBAIT AL MUNDO

 


En Clickbait, un hombre aparece en un video de Internet sosteniendo un cartel en el que reconoce que abusa de las mujeres. Luego, sostiene un segundo letrero en el que se lee:  "At 5 millions views, I die" (a las 5 millones de vistas, muero).

Esa es la situación que dispara la trama de la seire.

Bait significa carnada y el cebo de esas imágenes hará que miles de personas, por curiosidad, morbo o aburrimiento, incluidas familiares de la posible víctima,  sumen clicks al video aún cuando la consecuencia pueda ser la muerte de quien aparece en pantalla.

Me pregunto si no estamos haciendo algo parecido con nuestro planeta.

La inmensa mayoría de las personas, con mayor o menor detalle,  percibimos que estamos dañando la casa común,  que la naturaleza muestra cambios visibles y preocupantes y que, aún cuando se reconoce de manera cada vez más amplia la situación, el daño no se detiene y seguimos adelante como si nada.

El Secretario General de las Naciones Unidas afirma en estos días que  “el sistema energético mundial no funciona y nos acerca cada vez más a la catástrofe climática" y nadie parece conmoverse."Debemos acabar con la contaminación de los combustibles fósiles y acelerar la transición hacia las energías renovables antes de incinerar nuestro único hogar”, afirma y los principales líderes mundiales miran para otro lado mientras siguen cons sus guerras, alianzas militares y negocios. No hace más que reafirmar lo que viene señalando el Papa Francisco desde el inicio de su Pontificado y con tanta claridad expresó en Laudatio Si: “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra”.

Así las cosas, no parece haber influencer en el mundo que pueda reunir tantos clicks como los que obtiene a cada instante la destrucción de nuestro planeta. Pero casi nadie parece querer bajarse de la maratón inmediatista del consumo.

Sólo agregaré tres cosas.

La primera: no hay proyecto político popular y ampliador de derechos que pueda hacerse el distraído con estas cuestiones. Si no quebramos la cultura del descarte nunca lograremos lograr más que victorias efímeras y gobiernos frágiles que terminan alimentando su propia derrota.

La segunda: no es spoil lo que conté de Clickbait, nada les adelanté del final de la serie. Ojalá pudiera decir lo mismo del planeta. Pero en ese caso, el final parece cantado.

La tercera. una esperanza pequeña,  como unas pocas palabras recitadas desde un pueblo costero. El temporal de hace unos días pegó muy fuerte en Valizas, Uruguay, con el mar muy enojado, una tormenta que parecía no terminar nunca. El día después, Victoria subió una foto de tres personas mirando el mar desde la orilla, junto a unas pocas palabras del escritor Carlos Skliar: “Que se celebre la vida, sí, sin olvidar que está hecha de ausencias, frágil, como una rama quebradiza tendida sobre un abismo. Que las ilusiones no sean mezquinas sino plurales, incluso imposibles. Que el mundo no avance tanto, tan ciego, tan duro, tan implacable. Que abracemos a los nuestros y a los que parecen ajenos, distantes. Que haya paz, pero no desmemoria. Que todo sea más amable. Que no sólo se desee para uno, sino para otros. Y no únicamente hoy, ahora mismo, sino también ayer, anteayer, mañana y después de mañana”.

Si, apenas una plegaria. Basta de darle click a la carnada que nos mata.