domingo, 20 de noviembre de 2016

EMILIO Y SU CARA DE PRESIDENTE



“¿Tengo cara de Presidente del Banco Central yo?”
Leo la frase de Emilio, imagino su retrato colgado junto a los de sus antecesores en los pasillos del Banco y me río solo.
-¿Y por qué no?- digo después en voz alta.
Sí. Emilio Pérsico me hace hablar solo. Estoy frente a la PC leyendo el reportaje que Martín Granovsky le hizo para Página 12 después de la movilización de 200 mil personas en Plaza de los Congresos y me doy cuenta que Emilio sería un gran presidente del Banco Provincia, del Banco Nación o del Banco Central.
Releo el reportaje. “El estado debe regar la pradera”. Deformación de escritor, me engancho con la fuerza poética de la frase. Pero no es sólo poesía. “Nosotros no buscamos que reviente, porque los que más sufren son nuestros compañeros. El capitalismo acumula gracias a las crisis. En cada crisis nacen más millonarios manoteando a miles de humildes. Se vende menos leche y más champagne. No queremos retrocesos. En mi barrio de una villa de San Fernando, donde vivía, pasó la revolución de las ventanas con Néstor y con Alicia Kirchner. Antes no había ventanas. Con el gobierno anterior estábamos muchísimo mejor”.
¿Para qué nos sirven los presidentes de los grandes bancos o de la Nación misma si no saben lo que pasa en los barrios?
“En las villas resistimos el bombardeo del paco y la birra. La birra es una droga socialmente aceptada y genera mucha violencia. Mata. Hay que ponerle un impuesto para que sea muy cara. Y bajar la leche”.
¿Si la década ganada fue tan buena, por qué perdimos? Emilio tiene un saldo muy claro de lo que conseguimos en esos años, de lo que nos faltó y de lo que tenemos por delante.
“Con los siete puntos del PBI distribuidos por Cristina entre los humildes las casitas dejaron de ser de chapa y pasaron a ser de material y con ventanas. Lo mismo en el campo. El Anses llegó hasta El Impenetrable. Los campesinos empezaron a tener una motito para llegar al pueblo. Ya sabemos que los planes no deben ser para siempre, que el 80 por ciento de la sociedad no puede vivir del consumo del 20 o lo que consume un solo sector económico. Hace falta un proceso productivo de baja intensidad, de mucha mano de obra, de poca energía, de consumo. Discutamos estas cosas. Atemos el mínimo no imponible al salario mínimo, vital y móvil, así podemos construir la unidad de la clase. Por eso estamos en el proceso de unidad con la CGT. Es más profundo que discutir planes. Discutimos un nuevo sujeto social. El 40 por ciento de los trabajadores que se autoinventaron el trabajo son un nuevo componente. Poetas sociales que inventan trabajo, dice Francisco de los que otros llaman free lance”.
¿Quién fue el presidente del Banco Central del primer peronismo? Miguel Miranda. Estuvo al frente del BCRA y del IAPI. ”Los ferrocarriles se consiguieron con la habilidad extraordinaria de Miguel Miranda”, escribió Perón.  Trabajó con él en la elaboración del segundo Plan Quinquenal y el General lo consideraba “un verdadero genio”. Quizá necesitemos otro tipo de caras –y de cabezas-  al frente de nuestros bancos para avanzar en serio. ¿Para qué queremos dirigentes políticos, gremiales y sociales,  para qué queremos presidentes de bancos y de naciones si no es para que se pongan en nuestro lugar, piensen qué sucede con nuestras vidas, traten de entender lo que nos pasa y busquen caminos que nos ayuden a crecer desde nuestras propias fuerzas?
“El buen dirigente sindical es el que logra avanzar. El buen diputado opositor es el que construye mayorías para sacar leyes a favor de los intereses populares. ¿O el buen sindicalista es el que no se sienta en ninguna mesa? Y los políticos están en deuda. Las leyes de triunfo las hicimos de afuera del Congreso para adentro. La ley de emergencia laboral primero y ahora la de emergencia social. Al principio no iban a las reuniones. ¿Así que el que habla y negocia es traidor? Conseguimos un bono de 400 pesos para todos. Conseguimos que ningún plan sea menos de la mitad del salario mínimo, vital y móvil. Aumento cinco veces el bono del desempleo. E institucionalizamos nuestro diálogo. Al conflicto no hay que tenerle miedo, hay que desarrollarlo y tratar de meterlo dentro de Estado para darle solución positiva y si no es positiva, que sea intermedia, pero nunca negativa, porque a la tercera vez los compañeros no te acompañan”.
“No basta con que la burguesía les diga a los trabajadores cómo se solucionan los problemas. La base del proceso revolucionario es darles poder a los trabajadores para que soluciones sus problemas”.
Emilio nunca está lejos. Quien se lo proponga puede conversar y discutir con él. Y es parte de todas y cada una de las discusiones y luchas que se dan desde la base. En el último Congreso del Evita se discutió mucho la cuestión de género, incluso con críticas a la conducción. Si sabe decir, es porque sabe oír.
“Hoy la mayoría de las familias nuestras están llevadas adelante por las compañeras. Están explotadas por ser mujeres, por ser trabajadoras y porque el chabón las dejó solas y se tienen que hacer cargo de todo. Cuando votó el matrimonio igualitario, Néstor dijo: “Hemos puesto el peronismo en el lugar de donde nunca se tendría que haber ido” Yo creo en eso”.
Emilio dice que los chicos van encontrando cosas nuevas y que el lugar del peronismo es hoy. “Creo en discutir cómo fundamos escuelas de doble de turno, porque en estos años las únicas escuelas de doble turno que hay en los barrios son las que hicimos nosotros. Son buenísimos nuestros bachilleratos populares. Dos maestros por grado. Un magisterio propio, con más egresados que los otros. Hoy tenemos que construir un nuevo bloque social, eso también tiene que empezar a ser parte de la discusión de la política, ¿cuál es ese nuevo bloque social? ¿Cuál es la burguesía nacional que queremos? ¿Cuál es el empresariado que queremos? ¿Cuán es la clase de trabajadora que queremos? Eso es lo que tenemos por delante”.
Cita a Francisco para decir que el trabajo debe ser el organizador. No sólo el del capitalismo clásico, porque desde el pueblo el trabajo se reinventa día a día.
“Es el que garantiza la mesa donde se come. La propia Cristina dijo en un acto que el 47 por ciento de los hogares argentinos recibía más dinero del Anses que de sus propios trabajos. Está muy bien para la emergencia, y lo digo con enorme agradecimiento a Cristina, porque en ningún otro país de América Latina se destinó un porcentaje tan grande del PBI, del siete por ciento, para los sectores populares. Pero no está bien que el Estado en manos de las corporaciones te robe el trabajo, después la comida, después el estudio y después la política. Los planes sociales me hacen acordar a esas películas de África que te muestran cómo el neoliberalismo destruía todo y después los helicópteros yanquis tiraban comida para que abajo se mataran por ella. No es bueno vivir esperando el helicóptero que desde Estado tire planes sociales a la villa. La sociedad se hace más violenta”.

Miro a Emilio mate en mano en la foto del reportaje. ¿Por qué no presidente del Banco Central o de Argentina misma? Necesitamos en esos lugares a los que se animan a soñar en serio.