“¿Tengo
cara de Presidente del Banco Central yo?”
Leo la frase de
Emilio, imagino su retrato colgado junto a los de sus antecesores en los
pasillos del Banco y me río solo.
-¿Y por qué no?- digo
después en voz alta.
Sí. Emilio Pérsico me
hace hablar solo. Estoy frente a la PC leyendo el reportaje que Martín Granovsky
le hizo para Página 12 después de la movilización de 200 mil personas en Plaza
de los Congresos y me doy cuenta que Emilio sería un gran presidente del Banco
Provincia, del Banco Nación o del Banco Central.
Releo el reportaje. “El estado debe regar la pradera”.
Deformación de escritor, me engancho con la fuerza poética de la frase. Pero no
es sólo poesía. “Nosotros no buscamos que
reviente, porque los que más sufren son nuestros compañeros. El capitalismo
acumula gracias a las crisis. En cada crisis nacen más millonarios manoteando a
miles de humildes. Se vende menos leche y más champagne. No queremos
retrocesos. En mi barrio de una villa de San Fernando, donde vivía, pasó la
revolución de las ventanas con Néstor y con Alicia Kirchner. Antes no había
ventanas. Con el gobierno anterior estábamos muchísimo mejor”.
¿Para qué nos sirven
los presidentes de los grandes bancos o de la Nación misma si no saben lo que
pasa en los barrios?
“En
las villas resistimos el bombardeo del paco y la birra. La birra es una droga
socialmente aceptada y genera mucha violencia. Mata. Hay que ponerle un
impuesto para que sea muy cara. Y bajar la leche”.
¿Si la década ganada
fue tan buena, por qué perdimos? Emilio tiene un saldo muy claro de lo que
conseguimos en esos años, de lo que nos faltó y de lo que tenemos por delante.
“Con
los siete puntos del PBI distribuidos por Cristina entre los humildes las
casitas dejaron de ser de chapa y pasaron a ser de material y con ventanas. Lo
mismo en el campo. El Anses llegó hasta El Impenetrable. Los campesinos
empezaron a tener una motito para llegar al pueblo. Ya sabemos que los planes
no deben ser para siempre, que el 80 por ciento de la sociedad no puede vivir
del consumo del 20 o lo que consume un solo sector económico. Hace falta un
proceso productivo de baja intensidad, de mucha mano de obra, de poca energía,
de consumo. Discutamos estas cosas. Atemos el mínimo no imponible al salario
mínimo, vital y móvil, así podemos construir la unidad de la clase. Por eso
estamos en el proceso de unidad con la CGT. Es más profundo que discutir
planes. Discutimos un nuevo sujeto social. El 40 por ciento de los trabajadores
que se autoinventaron el trabajo son un nuevo componente. Poetas sociales que
inventan trabajo, dice Francisco de los que otros llaman free lance”.
¿Quién fue el
presidente del Banco Central del primer peronismo? Miguel Miranda. Estuvo al
frente del BCRA y del IAPI. ”Los
ferrocarriles se consiguieron con la habilidad extraordinaria de Miguel Miranda”,
escribió Perón. Trabajó con él en la
elaboración del segundo Plan Quinquenal y el General lo consideraba “un verdadero genio”. Quizá necesitemos
otro tipo de caras –y de cabezas- al
frente de nuestros bancos para avanzar en serio. ¿Para qué queremos dirigentes
políticos, gremiales y sociales, para
qué queremos presidentes de bancos y de naciones si no es para que se pongan en
nuestro lugar, piensen qué sucede con nuestras vidas, traten de entender lo que
nos pasa y busquen caminos que nos ayuden a crecer desde nuestras propias
fuerzas?
“El
buen dirigente sindical es el que logra avanzar. El buen diputado opositor es
el que construye mayorías para sacar leyes a favor de los intereses populares.
¿O el buen sindicalista es el que no se sienta en ninguna mesa? Y los políticos
están en deuda. Las leyes de triunfo las hicimos de afuera del Congreso para
adentro. La ley de emergencia laboral primero y ahora la de emergencia social.
Al principio no iban a las reuniones. ¿Así que el que habla y negocia es
traidor? Conseguimos un bono de 400 pesos para todos. Conseguimos que ningún
plan sea menos de la mitad del salario mínimo, vital y móvil. Aumento cinco
veces el bono del desempleo. E institucionalizamos nuestro diálogo. Al
conflicto no hay que tenerle miedo, hay que desarrollarlo y tratar de meterlo
dentro de Estado para darle solución positiva y si no es positiva, que sea
intermedia, pero nunca negativa, porque a la tercera vez los compañeros no te
acompañan”.
“No
basta con que la burguesía les diga a los trabajadores cómo se solucionan los
problemas. La base del proceso revolucionario es darles poder a los
trabajadores para que soluciones sus problemas”.
Emilio nunca está
lejos. Quien se lo proponga puede conversar y discutir con él. Y es parte de
todas y cada una de las discusiones y luchas que se dan desde la base. En el
último Congreso del Evita se discutió mucho la cuestión de género, incluso con
críticas a la conducción. Si sabe decir, es porque sabe oír.
“Hoy
la mayoría de las familias nuestras están llevadas adelante por las compañeras.
Están explotadas por ser mujeres, por ser trabajadoras y porque el chabón las
dejó solas y se tienen que hacer cargo de todo. Cuando votó el matrimonio
igualitario, Néstor dijo: “Hemos puesto el peronismo en el lugar de donde nunca
se tendría que haber ido” Yo creo en eso”.
Emilio dice que los
chicos van encontrando cosas nuevas y que el lugar del peronismo es hoy. “Creo en discutir cómo fundamos escuelas de
doble de turno, porque en estos años las únicas escuelas de doble turno que hay
en los barrios son las que hicimos nosotros. Son buenísimos nuestros
bachilleratos populares. Dos maestros por grado. Un magisterio propio, con más
egresados que los otros. Hoy tenemos que construir un nuevo bloque social, eso
también tiene que empezar a ser parte de la discusión de la política, ¿cuál es
ese nuevo bloque social? ¿Cuál es la burguesía nacional que queremos? ¿Cuál es
el empresariado que queremos? ¿Cuán es la clase de trabajadora que queremos? Eso
es lo que tenemos por delante”.
Cita a Francisco para
decir que el trabajo debe ser el organizador. No sólo el del capitalismo
clásico, porque desde el pueblo el trabajo se reinventa día a día.
“Es
el que garantiza la mesa donde se come. La propia Cristina dijo en un acto que
el 47 por ciento de los hogares argentinos recibía más dinero del Anses que de
sus propios trabajos. Está muy bien para la emergencia, y lo digo con enorme
agradecimiento a Cristina, porque en ningún otro país de América Latina se
destinó un porcentaje tan grande del PBI, del siete por ciento, para los
sectores populares. Pero no está bien que el Estado en manos de las
corporaciones te robe el trabajo, después la comida, después el estudio y
después la política. Los planes sociales me hacen acordar a esas películas de
África que te muestran cómo el neoliberalismo destruía todo y después los
helicópteros yanquis tiraban comida para que abajo se mataran por ella. No es
bueno vivir esperando el helicóptero que desde Estado tire planes sociales a la
villa. La sociedad se hace más violenta”.
Miro a Emilio mate en
mano en la foto del reportaje. ¿Por qué no presidente del Banco Central o de
Argentina misma? Necesitamos en esos lugares a los que se animan a soñar en
serio.
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