martes, 29 de octubre de 2019

JUANA, HORACIO GONZÁLEZ Y BRIAN


-Parece que hasta ahora sería 51 a 34- dije en la mesa de mediodía del domingo.
-¿Nada más? -dijo Buby. -Yo quiero que sean al menos 20 puntos de diferencia.
-Así está bien, abuela- respondió Juana. -Pensá que a la noche vamos a estar festejando que el país va a estar un poco mejor.
La conversación entre la abuela de 81 años y su nieta de 11 fue un adelanto de las reacciones encontradas que géneró la victoria por  ocho puntos de diferencia del Frente de Tod☀️s, que posibilitó que Alberto Fernández sea electo presidente sin necesidad de balotaje.
La victoria fue un logro formidable, pero había expectativa de una diferencia mayor. Mientras las palabras de Buby preludiaban la sorpresa y bronca de muchas personas que no podían entender que Macri alcanzara 40%, las de Juana fueron la afirmación de quienes no olvidaban que alcanzamos un objetivo que hace no tanto tiempo parecía casi imposible.
Quizá la síntesis pase por celebrar con muchísima alegría y, a su vez, no perder conciencia de las complejidades de nuestra sociedad.
De eso hablaba Horacio González está tarde cuando lo escuché en una entrevista radial.
Definió a Alberto como alguien que expresa a la política clásica, a la luz de la urbe, con el gesto de tomar un café como expresión de acuerdos que se explicitan y no tienen la estructura del odio por detrás.
"Se confrontaron dos antropología políticas diferentes", dijo.
Mariel Fernández, intendenta electa de Moreno, brindaba testimonio de esa caracterización en un posteo en las redes en el que reivindicaba con emoción a Brian, un pibe de barrio comprometido con su comunidad que fue auroridad de mesa y fue fotografiado por alguien que luego compartió un meme agresivo, sugiriendo a lis votantes que si se acercaban a la mesa de ese muchacho de gorrita podían ser víctimas de un robo.
El meme fue la voz del odio que profesa una porción de la sociedad, que cree que quien defiende valores públicos defiende privilegios y cuestiones oscuras.
Señalaba Horacio González que "la conciencia de tener privlegios no existe en estas clases sociales que están muy vinculadas a las nuevas tecnologías, a las nuevas formas de la agricultura, a la reformulación del capitalismo desde el acceso al conocimiento,  con la formación y surgimiento de líderes políticos que no tienen una trama subjetiva de índole crítica".
Mauricio Macri es una expresión clara y vigorosa de esa identidad, que no es una peculariedad argentina sino que identifica  la etapa actual del capitalismo. No debería extrañarnos entonces que alcancen 40% de votos quienes detentan la casi totalidad del poder institucional y corporativo.
Su gobierno nos llevó al borde del desastre, y ante ese riesgo extremo, surge el reto de la unidad.
Identificamos un primer nivel de la unidad, que es la unidad ante la urgencia, ante el abismo.
El Frente de tod☀️s logró expresar la heterogeneidad frente a la urgencia.
González nos dice que "la urgencia es la gran maestra de la historia".
"Por eso, nadie está en condiciones de burlarse de la urgencia y de incomodarse por esa heterogeneidad", agrega.
Después identifica otra unidad subordinada, no tan urgente pero no menos importante, de personas que pueden compartir cuestiones valorativas y conceptuales, y enfatiza que esa unidad, que es más de corrientes de opinión, no debe desaparecer y debe ser cuidada y fortalecida por Alberto y Cristina.
¿Sólo por Alberto y Cristina?
Que el 40% del macrismo sirva para valorar mejor una victoria que nos pone frente al desafío de hacer crecer esa unidad y desarmar con tenacidad y paciencia los mecanismos del odio.
Pongamos en valor el compromiso de quienes, como Brian, dan vida y vigor en sus barrios a la idea de comunidad organizada.