lunes, 28 de diciembre de 2009

CABEZA DE POSSE


A propósito de la penoso papel de Abel Posse y de la implacable nota que le dedicara este domingo Horacio Verbitsky (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-137651-2009-12-27.html), comparto este fragmento de "El largo atardecer del caminante", novela del efímero ministro: "Me vi completamente ridículo. Una vez más la maldita vida se metía. Metía su rabo cuando uno buscaba el sosiego de la recordación; [...]. De repente irrumpe lo que hay. Lo de hoy. Lo cierto y actual. Es como si de una patada en el trasero nos mandasen otra vez al centro del escenario, cuando ya estábamos serenamente despidiéndonos entre bambalinas. [...] He dispuesto no abandonar el relato, que ya es memoria invadida inesperadamente por vida actual. Anotaré todo: lo que no dije de mi pasado y de mis anteriores naufragios y los pormenores de este penúltimo naufragio que seguramente me llevará por primera vez a matar un ser despreciable con mi mano". Leí la nota de Verbitsky y comparto casi todo lo que sostiene, excepto que Posse no tiene talento para escribir. Por eso, no le vendría mal releer este párrafo de su propia pluma para tomar dimensión de lo que ahora le sucede.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Carlos


"El médico no vino y recién me dan el alta el sábado", dice el mensajito en el celular. Me lo envió el jueves, al día siguiente en que nos viéramos en su habitación del Italiano. Al final no volvió a su casa. Quería hacerlo al menos por unas horas, pero en esa agonía habría sido un detalle que no hubiera agregado ni quitado nada. Hizo de esa casa un hogar, respiraba el amor por su lugar y sus hijos, está en la sonrisa de la foto de su perfil en Facebook que tan bien eligió. Eze y Agu son sorprendentes. Parecía que en vez de nosotros consolar a Ezequiel, él nos consolaba a todos nosotros, nos mostraba el camino para aprender a comprender y convivir con lo irreparable. Lo abracé, le di una palmada y sentí la enorme tranquilidad de intuir que sabrá encontrar su camino. Vi los deditos de Agus asomados a las mangas del buzo, acariciando la frente de Carlos y preferí pensar no en lo que se perdió, sino imaginar cada instante que Carlos pudo disfrutar de los ojos, la sonrisa y las manitos de su nena. Sé que su tiempo terminó pero también que los que seguimos no nos acostumbraremos, que lo buscaré en los pasillos de Mogotes, que Mariana volverá a decirme varias veces más que es increíble. La vida sigue y ya no están más ni su barba juvenil ni Tito ni Portero ni don Oscar ni el Dodge 1500 ni el Sierra ni aquél primer celular que le mirábamos con admiración ni el truco y la canasta en la playa ni el casamiento con Delia en el que se hizo de coraje y bailó lleno de felicidad ni el messenger sonándole a cada rato en la oficina de la Fundación ni la angustia por las deudas ni la pasión que le puso a que le diéramos bola a la ansiedad de Miguel Cisneros ni la acupuntura ni las mañanas en que me lo encontraba en el 165 camino a Lomas cuando empecé a vivir en Banfield ni su humor duro ni las rabietas por los virus en la compu de Escalada ni él, la razón de esos recuerdos que danzan en nuestras cabezas atónitas, indefensas ante tanta fragilidad.

viernes, 27 de noviembre de 2009

TORCUATO SE TOMA EL OLIVO


Parece que Torcuato Di Tella se nos va a Roma. Se lo merece: pocos aquí han puesto tanto esmero como él en entender la política italiana.
Es asombroso: alguien que tiene una visión crítica casi superficial de Perón y sus dos primeras presidencias, es capaz en cambio de ver con lucidez lo que significa y representa el peronismo en nuestra política actual y de no caer en el juego de demonizar a los trabajadores y sus organizaciones gremiales. Creo que vale la pena el siguiente fragmento de un reportaje que le efectuó el periodista Rogelio Alaniz, publicado en su página
http://www.rogelioalaniz.com.ar/ .


-Cuando viajo a Italia para escandalizar a los gringos les digo que el peronismo es lo más parecido que hay al Partido Comunista Italiano.
-Usted no puede comparar al peronismo argentino con el comunismo italiano.
-¿Por qué no? ¿Usted cree que los comunistas italianos son señoritas inglesas? El PCI era el principal partido de las clases populares italianas.
-Lo más parecido al peronismo a mi juicio es Berlusconi.
-No tanto. Porque la gente del barrio norte en la Argentina no es peronista, pero la gente de los barrios altos de Italia están con Berlusconi. Ese dato, usted que fue marxista en su juventud y yo que en mi vejez soy marxista de extrema derecha, es algo que debemos tener en cuenta.
-¿Cree que los Kirchner pueden llegar al 2011?
- El gobierno no va a tener mayoría, pero lo que tiene que hacer es buscar aliados,
-¿Tiene espacio político y capacidad este gobierno para establecer nuevas alianzas?
- Tiene espacio porque la oposición está muy fragmentada.
-¿Cristina es más dialoguista que Néstor?
-Yo la conozco más a ella que a él. Ella además es más linda y hasta el día de hoy no sé cómo hizo para conseguirla (risa). Los dos están básicamente en la misma política, en la honda “progre”, renovadora.
-¿Le parece “progre” el acuerdo con los intendentes de Buenos Aires’
-Ellos los usan a los intendentes. Roosevelt hacía la mismo con los intendentes del Gran Nueva York que son los mismo que los del gran Buenos Aires o peor.
-¿No le parece que ella produce mucho rechazo y resistencia.
-A mi eso no me importa. Tal vez las mujeres le tienen envidia porque es linda. Yo no creo que sea agresiva, no es más ni menos que cualquier otro político.
-¿Y de la corrupción de este gobierno que me dice?
-No es mayor o menor que el de cualquier otro. La corrupción siempre es mala pero tampoco hay que exagerar. Ahora yo le voy a dar a conocer mi predicción: Cristina gana las elecciones del 2011 en segunda vuelta y haciendo alianzas.
-Muchos se están preguntando si Cristina va a llegar al 2011 y usted hace esa predicción audaz.
-Claro que es audaz, pero yo soy audaz en mis predicciones (risa)
-¿No cree que el candidato del peronismo para el 2011 va a ser Reutemann?
-Reutemann es el candidato del centro derecha. El es el verdadero candidato de la derecha y no Macri o De Narváez.
-Lo que no cierra es su predicción sobre Cristina. Si desprestigio es muy alto.
-Habría que ver con qué gente interactúa usted. A usted le cuesta aceptar que lo “progre” no es un libro, es un acuerdo social en el que deben estar los trabajadores y las clases medias. Eso es Cristina y no Reutemann o sus amigos intelectuales de izquierda.
-El movimiento obrero es Barrionuevo, Moyano, Lescano ¿cómo lo compatibiliza con el progresismo?
-Progresismo es construir instituciones que representen a los trabajadores que negocien con los patrones.
-Pero estos tipos a veces están a la derecha de sus patrones.
-En estos caso no se es “progre” porque se defienda al matrimonio gays o se esté a favor del aborto, se es “progre” porque se está del lado de los trabajadores. En Estados Unidos es así: no vaya a creer que los líderes sindicales de EEUU son más virtuosos que los de acá.

jueves, 19 de noviembre de 2009

LA MEJOR POLICIA DEL MUNDO


Esta es la mejor policía del mundo. La que espía, pega, saquea y mata. La imagen da cuenta de una herencia de la dictadura que sigue intacta, de 26 años de democracia sin una política de seguridad con respeto por los derechos humanos. Esta es la policía que nos sugieren cada vez que usan el dolor de las víctimas, lo exprimen hora tras hora en las radios, los noticieros y los canales de cable, nos extorsionan, nos venden la seguridad que viene con el delito bajo el brazo, nos proponen aumentar penas y reflotar edictos, nos convierten en rehenes del miedo.

martes, 17 de noviembre de 2009

Y PERON VOLVIO


Aquel hombre de salud maltrecha y pésimas cercanas compañías, volvió. Volvió luego de que supo renunciar como alguna vez en Guayaquil alguien más también supo. Volvió luego de esperar el tiempo que hizo falta. Aunque el tiempo que hizo falta fuera demasiado para él. Volvió porque sabía que tenía algo para hacer. Y a pesar de la salud maltrecha y de las pésimas cercanas compañías, lo hizo. Hay quienes reprochan lopecitos e isabeles, como hay quienes nunca terminan de entender y de querer a sus padres. Podemos detenernos en esos detalles, o ver el tajo que le hizo a la historia y el camino que nos dejó marcado.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Juanitamiguita


Hoy mi pena
son las nanas de mi nena.
En casa, Juanita
Te extrañan tus miguitas.
Tualet quirúrgico. No es un pequeño camarín donde se seca la transpiración al cirujano. Tualet quirúrgico es lo que le hacen tres veces por semana a Juanita. La anestesian, le revisan las quemaduras en el pie, las piernas y la cola, retiran los tejidos muertos, protegen las células vivas que puedan ser germen de recuperación, controlan que no se hayan iniciado infecciones. No se hace en un camarín, sino en un quirófano tan quirófano como el que usan para cualquier otra operación. En unas pocas semanas, Juanita acumulará más de media docena de visitas al quirófano. Por eso está podrida y no quiere ni que le tomen la temperatura. Por eso es feliz cuando le acaricio la frente mientras me toma de la mano. Hace dos madrugadas le subió la fiebre y aprendí mirando el monitor que eso suele venir de la mano de una aceleración del ritmo cardíaco. Estuve casi media hora viendo como las pulsaciones se iban desacelerando al influjo del ibuprofeno. Por la mañana, ingresó de urgencia un bebé de seis meses conectado a un tubo de oxígeno. Al ver su monitor me di cuenta que su corazoncito volaba. Desde entonces ocupa la cuarta cama de la terapia. El de Juana, es el menos grave de los casos. Sin embargo, la madre que apenas consigue intercambiar con su hijo una media sonrisa o la de la nena que llora sin parar por horas, apenas llegamos se nos acercaron para darnos ánimo. Como nosotros, hacen guardia todo el día y se desviven por entrar a la terapia a estar junto a sus hijos. No faltan nunca aunque a veces se les hace cuesta arriba juntarse con las monedas para el boleto. Sus hijos saldrán de la terapia y volverán a sus casas para vivir una vida distinta a la de los otros chicos. Para Juana será distinto. Un día, en su piel ya no quedarán huellas de las quemaduras. La miraré correr en el jardín bajo el sol. Pero nunca dejaré de ser uno de los padres que esperan en silencio frente a la puerta de la terapia intensiva. Juanitamiguitas se ríe en medio del dolor. Ahora las miguitas son las marquitas que ella se hace alrededor de los párpados con las uñas cuando intenta arrancarse la sonda. Ella también ha venido a mi vida para que yo aprenda.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Y UNA TARDE FELIPE TRASPUSO LA PUERTA DE SEGURIDAD


Se paró de puntas sobre el primer escalón, apoyó las manos pequeñas sobre el borde superior, elevó la pierna izquierda por encima de su propia cabeza y giró el torso hacia la baranda para tomarse de ella y trasponer el obstáculo que durante meses le había impedido subir las escaleras que conducen a la planta alta: la puerta de seguridad para bebés, tan alta como él, ya no lo detiene. Tratamos de acompañar su crecimiento, de evitar riesgos, de poner límites. Pero no tardó en ir más allá.
¿Por qué se decidió a subir hoy? Porque quería jugar con Rocío, que sábado por medio nos visita acompañando a Carmen, su madre, que viene a trabajar a casa.
Rocío siempre soñó con una escalera que la conduzca a su propia habitación, tanto que la casa que está ayudando a construir su abuelo para que vivan ella y Carmen será a la medida de ese deseo. Creo que es por ese sueño que cada que viene a casa se pasa la mayoría del tiempo en la escalera, subiendo y bajando una y otra vez o jugando sobre los escalones. Además, la escalera termina siendo el mejor refugio para descansar un rato de Felipe, que no quiere despegarse un segundo de ella y con un tercio de sus años pareciera triplicarla en energía. Cuando lo vi cruzar con tanta facilidad comprendí que pudo haberlo hecho unos cuantos días antes. Pero hoy tuvo una razón para intentarlo, un motivo propio, ajeno a nuestras precauciones, a los controles de nuestro plan. Aterrizó sin luces, me dio la intranquila dicha de saber qué buscará sus propios límites más allá de los que le intentemos dibujar.
En unos minutos me iré a dormir. Antes, pondré la puerta de seguridad que conduce a la escalera, para que no baje si se levanta antes que nosotros. Sé que ya no lo detiene, pero como Rocío se fue a su casa, es probable que prefiera venir a despertarnos a la habitación antes que reiterar su nueva destreza.
El de hoy fue un serio aviso de que no será sencillo lo que viene. Más de una vez sus pasos transitarán por caminos bien distintos a los que nosotros le imaginemos. Me entusiasma más de lo que me asusta. Respiro hondo y doy gracias de que sea imposible volver atrás.

sábado, 31 de octubre de 2009

ZAFFARONI Y LA SELECTIVIDAD DEL PODER PUNITIVO


Ediar acaba de lanzar la obra Estructura Básica del Derecho Penal, de Eugenio Raúl Zaffaroni


Habitualmente se presenta su pensamiento como utópico, exótico, marginal o disparatado. Sin embargo, basta escucharlo o leerlo con atención para concluir que es sencillo, profundo y claro, y que el verdadero disparate está en realidad en el supuesto "sentido común" sobre el que tenemos montado el derecho penal y el ejercicio del poder punitivo.

Aquí va apenas un fragmento de una obra que es imperdible, no sólo para quienes estén vinculados al estudio del derecho.


..."Los estereotipos son prefiguraciones negativas (prejuicios) de determinada categoría de personas, que por apariencia o conducta se tienen como sospechosas. El portador de caracteres estereotipados corre mayor riesgo de selección criminalizante que las otras personas. Los estereotipos dominantes en la actualidad suelen ser hombres jóvenes y pobres, con cierto aspecto externo y caracteres étnicos, o sea, con aspecto de delincuente cuya mera presencia los hace sospechosos".

"Toman a una viejita por la mano:
a)El adolescente malo (desalineado, pelo largo, feo sucio): se espera que le robe la cartera; si la ayuda a cruzar la calle cariñosamente, "lo hace para disimular".
b)El adolescente bueno (elegante, bien peinado, lindo, limpio): se espera que la ayude a cruzar la calle. Si le roba la cartera, "está enfermo, hay que llevarlo al psicólogo"; "tuvo un mal momento".

"Al estereotipo no lo inventan las agencias ejecutivas, sino que lo construye la comunicación montada sobre prefuicios sociales. De una persona esterotipada se espera una conducta conforme al rol que el prejuicio le asigna, y como cada uno de nosotros es más o menos lo que los otros esperan que sea y de las personas estereotipadas se esperan delitos, algunas de estas acaban internalizando esas demandas y comportándose conforme a ellas, pues introyectamos los roles positivos tanto como los negativos".

"Por supuesto que el estereotipado comete delitos groseros, porque no tiene entrenamiento para uno más elaborado y, además, la propia torpeza del estereotipado facilita su descubrimiento, de modo que nada hay más sencillo que seleccionar a un ladrón en uniforme de ladrón y autor de groserías de fácil investigación. Como son personas de sectores subalternos de la sociedad, tampoco es conflictiva su selección".

"Esto hace que la selectividad criminalizante secundaria recaiga con preferencia sobre personas de los sectores más carenciados, operando como una epidemia, conforme a la regla de que es más vulnerable quien se halla más lejos del poder y encuadra mejor en un estereotipo, y viceversa".

"El grueso de los seleccionados responde a este fenómeno, por lo que todas las cárceles del mundo están pobladas por estereotipados según la respectiva sociedad y cultura. Este es un dato estructural y no meramente accidental del poder punitivo, que en todo el planeta es selectivo, o sea, que su ejercicio siempre viola en alguna medida el principio de igualdad constitucional".

viernes, 23 de octubre de 2009

GARCIA Y EL DR. HOUSE


Hace un rato vi a Gregory House en el manicomio. Este viernes por la noche veré a García en Vélez. Es duro ver que la lucidez, el sarcasmo, la picardía, la mismísima genialidad son nada cuando tocaste fondo sin lograr aceptar que estás metido en problemas. Y debe ser de los dolores más hermosos cuando quienes tienen esa lucidez, ese sarcasmo, ese genio, por tocar fondo o por lo que fuera, consiguen mirarse en serio y vuelven, no sin rasguños, no sin secuelas, con la fragilidad de un nuevo respiro para rescatar ese talento desde la ternura.
http://www.youtube.com/watch?v=jONhyQSAsKM García, Deberías saber por qué.
http://www.youtube.com/watch?v=HsFzuZi3yHg House, trailer de la sexta temporada.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Emilio Pérsico


Es un compañero. Uno de los mejores. Alguien que no baja los brazos. Que día a día trabaja por más trabajo, más dignidad contra la miseria. Lo bancamos, lo queremos, lo necesitamos. Estamos junto a Emilio Pérsico. No miramos para otro lado, no lo pateamos en el suelo.

domingo, 18 de octubre de 2009

Buby


Buby juega backgammon sola en una habitación fría. En realidad, no sé si juega sola. Temo que juegue sola. No tiene tablero ni cubilete ni fichas ni dados. Buby juega backgammon por Internet. Sé que juega porque me lo ha contado varias veces. Y temo que lo haga sola porque cuando me habla de sus rivales me pregunto si en realidad no está jugando contra un programa. Los identifica por su nacionalidad, como si participara de un campeonato mundial. Dice que el más difícil es un inglés. “A los demás les gano siempre, pero con el inglés es difícil. Me ganó dos veces y yo tres”. Cuando empezó con este pasatiempo, hace más de medio año, no sabía jugar al backgammon. Me contaba que ganaba siempre muy rápido, hasta el día que nos dimos cuenta que había entendido el juego al revés: la celeridad tenía que ver con que perdía. Pero aprendió. Ahora es una experta, que lleva acumuladas horas y más horas, sentada frente a la computadora en la habitación fría. Fría y húmeda. Sé que es fría y húmeda porque es el cuarto de adolescentes de mi hermano y mío. No es una particularidad de ese ambiente. Toda la casa es húmeda.
Buby vive sola en esa casa fría y húmeda. Es la casa que levantaron ella y Oscar hace casi cincuenta años, cuando Oscar hizo prevalecer su empecinamiento al razonamiento de Buby y en vez de comprar el terreno cerca del centro de Lomas terminaron eligiendo el barrio San José. La casa en la que crecí, sobre la calle La Pampa, que hoy como hace cuatro décadas se sigue inundando apenas la lluvia se lo propone. Buby vive sola desde que Oscar murió una tarde de hace más de cuatro años, cuando conversaba con ella y Horacio en su habitación del Hospital Naval y el aneurisma de aorta por el que aguardaba se decidieran a operarlo explotó. Horacio, el primo de Buby, fue quien los presentó en los tiempos de fútbol y bailes en el club Carcaraña de la Boca. Horacio, el hijo de José y Victoria, en el principio y en el fin de la historia de amor de Buby y Oscar. Una historia en la que nunca jugaron backgammon.
Buby y Oscar jugaban damas. Jugaban en la cama de su habitación, aun antes de que Omar naciera, cuando yo aun no podía entender el juego. Oscar ganaba más veces que Buby. Pero cuando ella lograba soprenderlo, se armaba la discusión. “Hablás tanto que me distraés”, o “me ponés nervioso”, eran algunas de las frases con que iba subiendo el tono. A Oscar no le gustaba perder a las damas con Buby.
Oscar jugaba ajedrez, Buby no. Ella siempre le reprochaba no haberle enseñado. Ni ajedrez ni a conducir. Buby siempre quiso jugar. Oscar se despidió de los juegos demasiado rápido. Nos enseñó a jugar ajedrez a Omar y a mí, pero era difícil convencerlo de sentarse frente al tablero. A los treinta y pico ya no jugaba al fútbol, a excepción de la media hora que corría en el asado de fin de año del taller donde trabajaba. Oscar, de buen oído para la música y las palabras y de buena lógica para pensar, siempre fue propenso a replegarse hacia un tiempo que no volvería nunca. Buby se moría de ganas por alimentar revoluciones, para Oscar era más que suficiente ayudar desde atrás a los muchachos. Ella tenía avidez por el mundo. El la prefería en casa. Allí está sentada, en la habitación fría y húmeda de la casa aun erguida en el lugar del mundo que Oscar prefirió. Sin salir, jugando backgammon.. Por la Internet, en su refugio de casi siempre.
Buby no solo juega backgammon cuando está sola. Fuma, corta el pasto, le da de comer a Clifford, reniega con los vecinos por la basura de la calle, va a la pileta con sus amigas, vela por las letras frágiles y pequeñas de Malena, baja de Ares temas de Calle 13, discute con Janá, chusmea con Beba, llora con Fagner o con el Polaco, se enciende con Miguel de Molina o Los Redondos, detecta hasta el último artículo que me menciona en Internet, habla con Felipe, camina con sus pasos ahora breves la cuadra que la separa de Omar, chequea la situación de alguna jubilación en la autopista informática de ANSES, le da una mamadera a Juanita, conversa vaya a saber de qué con Paula, desnuda a una persona mirando su letra, se banca los chuchos de frío cuando se le termina el Hart, relee El derecho penal del enemigo, prepara bandejas interminables de sambusa que poco después devoraremos en segundos o aguarda en silencio que el teléfono se apiade de su soledad y suene. Esas y muchas otras cosas.
Pero ahora, Buby juega backgammon sola en una habitación fría que aun tiene en sus paredes los posters de nuestra juventud: el afiche de Seru para la presentación de bicicleta, un Lennon herido de muerte que alguien dibujó para la revista Hurra, un afiche de la compañía de mimo de Angel Elizondo, una boleta de las elecciones para el centro de estudiantes en que fui candidato en el 84 y un afiche de Alende presidente, para que todo cambie.
Omar y yo ya no somos esa vida, aunque una vez por semana volvamos a entrar a esa pieza. Buby juega backgammon sola junto a los restos de una vida que ya no es. De madrugada se dormirá, se levantará despacio por la mañana. Le hablará a Clifford, encenderá la radio, se dirá algo, se oirá, mirará la cocina sin Oscar tomando mate y escuchando tangos, se lavará la cara en su casa sin agua caliente, se preparará un té y verá por donde entrarle ese día a la vida.
Me gusta verme parecido a Oscar, pero es por Buby que mi cabeza vive paseando por las palabras. Escribir es mi actitud, pero seguiré sintiendo que no lo hago del todo bien si no logro contar como ella sigue adelante a pesar de todo, si no sé decir el ánimo que late en la mirada encendida de esa mujer que en la madrugada juega backgammon sola en una habitación fría.

viernes, 16 de octubre de 2009

DIEGO Y LA VERDAD

Ahora que la fila de repudios es interminable, es bueno decir que Diego, como muchas otras veces, no hizo más que decir con dureza la verdad. Al convidarlos a que la sigan chupando y recordarles que la tienen adentro, no hizo más que recurrir al lenguaje popular para dejar en claro que los empleados de las empresas periodísticas enemistadas con la AFA habían actuado de mala fe respecto de la selección y que estaban desolados con la victoria en el Centenario. En el mismo acto y en esos breves minutos tuvimos prueba de esa mala fe, cuando uno de los hipócritas de reparto de ese coro, pretendió enredar a Diego contándole cambiadas las declaraciones de Verón que habíamos visto minutos antes.
Sin embargo, pareciera que son muchos los que están más dispuestos a indignarse por las formas que por el fondo de las cuestiones. TN, Vila, Pasman, Macaya (¿cómo puede ser que lleve más de medio siglo viviendo de comentar un juego que aun no termina de entender?) y toda la troupe siguen manchando la pelota con su hipocresía. Y hasta en la propia radio Nacional los comentaristas deportivos parecen más contemplativos con los mentirosos que con la verdad dicha como exabrupto.
Diego, que se equivoca, que también tiene intereses, que también se contradice, que no es implacable ni infalible ni irreprochable, en esa conferencia de prensa no hizo más que decir la verdad de una manera clara y contundente. Para eso está el lenguaje. Para eso están las palabras. Para eso la posibilidad de recurrir a metáforas o comparaciones. No en vano está todo el país reutilizando las frases que dijo. Que Luis Almirante Brown no busque más: ese es el lenguaje poético que se hace carne en el pueblo.
Por eso René Pérez, de Calle 13, citó las palabras de Diego llamándolo “el gran filósofo argentino”. Porque es otro que se ha hecho oír diciendo la verdad sin medias tintas y con dureza.
Puede que Diego tenga muchas cosas que corregir.
Pero antes de escandalizarse, que cada uno se mire al espejo: ¿cómo es que son tantos los que se resignan con naturalidad a la mentira? ¿Quién los convenció que la verdad vale menos que los buenos modales?
A pesar de todas las mentiras de los hipócritas –que a diferencia de los actores griegos que dieron origen a esa palabra aquí hace rato que actúan a cara descubierta porque el poder es su gran máscara-, Argentina está en el mundial sin pasar por el repechaje. Seguramente hay mucho para corregir y mejorar de cara al sueño del campeonato.
La imagen de Diego y Bilardo sirve para que tengamos memoria: les tengo mucha más fe a ellos que a los hipócritas para defender con el alma nuestro sentimiento.
René Perez citando a Diego: http://www.youtube.com/watch?v=N5lpB3XjK2s

lunes, 12 de octubre de 2009

HAY UN NIÑO EN LA CALLE


Aquella vieja canción está de pie. No todo el folclore testimonial resiste el paso del tiempo. Mucho se ha cuestionado a aquella generación de artistas el alcance de su compromiso con la realidad que relataban y reclamaban cambiar. Lo cierto es que esta canción sigue de pie, la situación de los pibes en la calle está mucho peor y la versión de Mercedes Sosa y René Pérez tiene la virtud de completar la historia en más de un sentido: en primer lugar, porque los versos rapeados hablan de hoy y ahora, pero además, porque si Mercedes nos trajo la voz del poeta, René nos trae la del niño que se sabe “algo sin vida pero que respira”.

La canción

La letra
A esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle....
¡Hay un niño en la calle!
Es honra de los hombres proteger lo que crece,
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
Evitar que naufrague su ...corazón de barco,
Su increíble aventura de pan y chocolate
Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
Ensayar en la tierra la alegría y el canto,
Porque de nada vale si hay un niño en la calle.
Todo lo toxico de mi país a mi me entra por la nariz
Lavo autos, limpio zapatos, huelo pega y también huelo paco
Robo billeteras pero soy buena gente soy una sonrisa sin dientes
Lluvia sin techo, uña con tierra, soy lo que sobro de la guerra
Un estomago vacío, soy un golpe en la rodilla que se cura con el frío
El mejor guía turístico del arrabal por tres pesos te paseo por la capital
No necesito visa pa volar por el redondel porque yo juego con aviones de papel
Arroz con piedra, fango con vino, y lo que me falta me lo imagino.
No debe andar el mundo con el amor descalzo
Enarbolando un diario como un ala en la mano
Trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
Golpeándonos el pecho con un ala cansada.
No debe andar la vida, recién nacida, a precio,
La niñez arriesgada a una estrecha ganancia
Porque entonces las manos son inútiles fardos
Y el corazón, apenas, una mala palabra.
Cuando cae la noche duermo despierto, un ojo cerrado y el otro abierto
Por si los tigres me escupen un balazo mi vida es como un circo pero sin payaso
Voy caminando por la zanja haciendo malabares con 5 naranjas
Pidiendo plata a todos los que pueda en una bicicleta en una sola rueda
Soy oxigeno para este continente, soy lo que descuido el presidente
No te asustes si tengo mal aliento, si me ves sin camisa con las tetillas al viento
Yo soy un elemento mas del paisaje los residuos de la calle son mi camuflaje
Como algo que existe que parece de mentira, algo sin vida pero que respira
Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,
Que hay millones de niños que viven en la calle
Y multitud de niños que crecen en la calle.
Yo los veo apretando su corazón pequeño,
Mirándonos a todas con fábula en los ojos.
Un relámpago trunco les cruza la mirada,
Porque nadie protege esa vida que crece
Y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.
Oye a esta hora exactamente hay un niño en la calleHay un niño en la calle.

La carta de René ante la muerte de Mercedes
Cuando me entere sobre la condición de Mercedes rápido llame a su hijo para corroborar. Su hijo en lugar de quejarse y llorar me hablo de cómo sentía tanto el que Mercedes nunca pudo regalarle un saludo telefónico a mi Papa para el día de los padres. Mercedes estaba en el hospital en estado crítico. No me salían palabras. Solo le pude decir que tanto mi Padre como yo teníamos un sueño menos que completar gracias al tema que Mercedes había grabado conmigo. Le regale mis bendiciones, colgué y me puse a escribir esta carta:

Estoy en el medio del océano atlántico. Sentado encima de una hamaca en una islita llamada Ukuptupu. Rodeado por arena, una cerveza, varios insectos, gente bonita durmiendo cerca, una libreta y mi bolígrafo de la suerte. Mirando pa’ mi lado izquierdo, pa’ donde la neblina tapa el mar y la noche tapa a las nubes comencé a recordar la primera vez que escuche a Mercedes Sosa. Una voz fuerte que recitaba las palabras de León Greco, “Solo le pido Dios” y que se había metido por las orejas de Pinochet para sembrarle en el tímpano las palabras de Julio Numhauser con “todo cambia”.

Esa voz que escuché le da esperanza a los habitantes de una islita que se ahoga en el mar caribe. Su voz me conecto con todo lo que la escuela no me quiso enseñar. Me revelo todo lo que me trataron de esconder. Le inyecto vitaminas a una colonia deshidratada, a mi isla Puerto Rico, una isla que lucha poco por que sabe poco. La voz de Mercedes hizo que mi papa lanzara piedras cuando había que lanzarlas. Logro que un pueblo que siempre había sentido miedo sintiera menos miedo. Con su voz la bandera estadounidense se desaparece y mi bandera parece que esta sola. ¡Mercedes hace magia!

Con su voz los desaparecidos aparecen y abrazan a sus madres. Logro que el folklore se escuchara mas alto que una canción de Madonna. Le regalo sustancia a los jóvenes. Hoy muere pero su voz queda como referencia para futuras voces. Mercedes Sosa fue una mujer que se atrevió a hablar como ningún hombre pudo.

Su voz es tan real como las necesidades latinoamericanas.

domingo, 4 de octubre de 2009

LA VOZ DE MERCEDES


Intérprete. Mercedes fue quien mejor entendió el significado de ser una intérprete. Su oído y su voz no sólo tenían esa rarísima virtud de llevar de la mano la fuerza y la belleza. Su oído estaba atento y su voz dispuesta a hacer propias las más diversas voces y sonidos que se encendían de talento en su tierra. Aquel célebre "gracias León" expresa los brazos abiertos de la negra para cobijar bajo su ala a los viejos y no tan viejos, los nuevos y no tan nuevos músicos conque seguimos creciendo. Generosa al cantar. Generosa en su talento. Como en aquel Cosquín de 1997. Charly había bardeado mal en uno de sus recitales en Buenos Aires, al extremo que hasta sus seguidores más fieles hervían de furia. Fue en ese momento y no en la cresta de la ola que Mercedes extendió su mano hacia los dedos largos y torcidos de García: lo invitó a cantar con ella a Cosquín, bancándose todas las quejas y puteadas y encendiendo la incertidumbre de como recibiría el público del festival esa presencia. Por supuesto que desvanecieron todas las prevenciones a pura magia. Hace unas horas la mostraban en TV cantando "Años". "Cuidado con el temor", dijo Luca en su versión, y pienso en lo raro del temor a lo inevitable. Todos o casi todos albergamos la loca pretensión de ser inmortales. Mercedes ya no está, pero me permito sospechar que tal vez consiguió que su voz se siga oyendo por siempre.


http://www.youtube.com/watch?v=rdsWR_P4lxc (Mercedes y Charly en Cosquín 97, cantando Rezo por vos).

viernes, 2 de octubre de 2009

SI MERCEDES SE QUEDARA UN RATITO MAS


Hoy Felipe caminó de mi mano alrededor de una fuente. Miré el fondo lleno de monedas y nunca sentí tan cierto saber que no hay moneda que detenga nuestro camino al silencio. Pero la fuente sigue frente a mí, mis dedos en el teclado dibujan ondas en el agua que arrullan el sueño de mis nenas y mi nene y estas palabras son mi vana moneda que va hacia el fondo deseando que Mercedes tenga un ratito más encendida el alma.

http://www.youtube.com/watch?v=Jv8ro2TeHeM (video de la nueva versión de Desarma y Sangra).

jueves, 24 de septiembre de 2009

Silencio

Blade Runner es una peli para ver una y mil veces. Pero el lugar donde esas imágenes terminan de encontrar su dimensión es el que le dio origen, la novela de Philip Dick "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?". Aquí un fragmento de una obra que tal vez nunca se convierta en kippel.

Un silencio que emanaba del suelo y de las paredes y parecía generado por una vasta usina lo golpeó con tremenda energía. Brotaba de la moqueta gris en jirones, de los utensilios total o parcialmente destrozados de la cocina, de las maquinas muertas que no habían funcionado en ningún momento desde que Isidore había llegado. Rezumaba de la inútil lámpara de pie del cuarto de estar, combinándose con el que descendía, vacío y sin palabras, del cielo raso manchado por las moscas. En realidad, surgía de todos los objetos que tenía a la vista, como si él -el silencio- se propusiera reemplazar todos los objetos tangibles. Por eso no solamente afectaba a sus oídos sino también sus ojos: mientras contemplaba el televisor inerte sentía el silencio como algo visible y, a su modo, vivo. ¡Vivo! Con frecuencia había percibido antes la severidad de su cercanía: cuando llegaba, irrumpía sin delicadeza, evidentemente incapaz de esperar. El silencio del mundo no podía refrenar su codicia. Y menos ahora, cuando ya casi había vencido.
Se preguntó entonces si las demás personas que se habían quedado experimentaban el vacío de la misma manera. O bien esto podía deberse a su peculiar identidad biológica, una degeneración determinada por su inepto aparato sensorial. Vivía solo en ese ruinoso edificio de mil apartamentos deshabitados que, como todos los demás, se derrumbaba de día en día en un deterioro entrópico creciente. Finalmente, todo lo que había en su interior se fundiría, sería idéntico e irreconocible, mero desecho amorfo, kippel apilado hasta el cielo raso de cada apartamento. Y después el edificio mismo perdería su forma y quedaría sepultado bajo el polvo ubicuo. En ese momento él, naturalmente, estaría muerto. Este era otro hecho que resultaba interesante prever mientras permanecía en esa lamentable habitación, a solas con el silencio mundial que imperaba omnipresente y sin pulmones.
Quizá fuera mejor encender de nuevo el televisor. Pero los anuncios, dirigidos a los normales que quedaban, lo asustaban. Le decían en una interminable procesión de maneras que él, un especial, era indeseable. No servía. No podía emigrar aunque lo deseara. “Entonces, ¿para qué escucharlos?- se decía irritado-. Al diablo con ellos y con su colonización… Espero que allá también haya una guerra -después de todo era teóricamente posible- y que todo termine como en la Tierra. Y que los emigrantes se conviertan en especiales.”

Fragmento de
¿Sueñan los androides con ovejas electricas? de Philip K. Dick

lunes, 17 de agosto de 2009

Lindo día


-¡Qué lindo día hizo hoy!- dijo el remisero buscando tema de conversación.
No sé si fue tan lindo. Cuando lo dijo estaba pesado y caluroso. No encontré un gran día en mi camisa pegoteada sobre la piel ni en las asperezas de las correas y de la manga del tensiómetro que me colocaron en Favaloro para develar si soy o no soy hipertenso, mediciones cada quince minutos, tacómetro arterial. Empecé el lindo o no tan lindo día a las cinco de la mañana, con una ducha apurada. Lo seguí a pie, cargando mi bidón con orines de un día, en tren, en bondi, en el box de admisión, en la pieza siete del piso siete del hospital de día, con TV, locker y galletitas sin sal que no podía comer aun.
Un chequeo de rutina. No quería darle demasiada importancia al asunto. Pero a mi lado, dos parejas de ancianos me mostraban que sí lo era. Irradiaban el esmero con que esperaban que los estudios sirvieran para estirar el mayor tiempo posible sus vidas de complicidad. Ellos querían seguir, mientras en la tele, un hombre al que un pibe de 16 le había matado la esposa, no sabía como explicaría la vida a sus hijos, que junto a él la vieron morir. No habló de matar al pibe. Habló de quemar el auto en que venía con su familia, para no verlo nunca más. “Pero no puedo quemarlo, lo necesito”. Aunque no sabía como, quería seguir. Casi todos quieren seguir. Como la presidenta que desde la tele soltó aguijones con picardía para el país de diario único, como el ministro que por segunda vez se descompensó, como la señora de la limpieza que se llevó las leches en polvo y las mermeladas que sobraron de mi desayuno, como la enfermera que me rasuró el pecho, como la que me sacó sangre, como la doctora a la que relaté el aneurisma de aorta abdominal que se llevó a mi viejo o como el médico que me pidió que parara de correr sobre la cinta en el test de esfuerzo mientras yo sonreía en silencio y me decía “Gump, my name is Forrest Gump”. Salvo esos breves dos mil metros, fue una larga mañana de idas y venidas mansas, de instrucciones breves y esperas soñolientas. Me dieron un almuerzo sin sal, me pusieron el tensiómetro portátil, me cobraron la parte que no cubre la obra social y poco después de la una me dejaron ir. Otro bondi, otro tren. El remis. El lindo o no tan lindo sábado 14 de agosto de 2009.
Ahora que escribo es noche. De repente, los dedos de mi mano izquierda se quedan solos sobre las teclas. El brazo derecho inmóvil aguarda que la manga se vuelva a inflar y desinflar. La de hace quince minutos fue la mejor vez. El tensiómetro me sorprendió subiendo las escaleras con Juanita en brazos, recién dormida. Me quedé inmóvil junto al ventanal esperando que el fuelle fuera y viniera. La carita redonda de Juana se llenó de luna, y me dije que ella en la escalera frente al ventanal se hubiera merecido que desde algún rincón Edward Hopper fracasara en abstraer el instante en que las luces nocturnas hicieron reverencia a la serenidad de su expresión. A mis espaldas, en su cuna, Juana duerme y no me extrañaría que suelte algún llanto y me obligue a volver a ponerle el chupete y darle unas palmadas breves en la espalda antes que el tensiómetro vuelva a atacar. Si doy por cierto que el pintor neoyorkino hubiera fracasado, imposible que suceda algo distinto con estas líneas. Sé que es así, antes y después de cada vez que escribo. Pero insisto. Sigo. Como los viejos en el hospital de día. Tal vez sólo quise decir, unos minutos antes de la medianoche, que ha sido un hermoso día, que el remisero tenía razón.

sábado, 25 de julio de 2009

Pipe

-¿Quién viene mañana?
-Enena- responde señalando hacia la puerta con un fideo enredado entre los dedos.
Lo miro y me pregunto si entiende qué es mañana. Parece que sí, porque es domingo y al día siguiente oiremos la llave en la cerradura y la puerta metálica de la entrada se abrirá para los pasos cortos de Elena. Felipe estará sentado a mi lado en el sillón, después de haber tomado la mema, viendo Gabba Gabba en la tele. “¡Op!” dirá alzando el índice y sus labios de capricho se extenderán un poco más allá de donde se puede imaginar una sonrisa para salir corriendo a abrazarla.
-Entiende. Todo entiende- dice Mariana adivinando mis pensamientos.
Enciende la TV, gira llaves para abrir puertas –dos horas antes me encerró en el baño de abajo- atiende el teléfono y conversa con su tía y su abuela, coloca cada pieza en la cavidad exacta, maneja la cuchara y el tenedor, conoce mejor que yo a que luz corresponde cada perilla, se calza los auriculares para escuchar música en la radio de su madre, canta tres o cuatro canciones que termina aplaudiendo, soplando o estornudando según el caso y vaya a saber cuántas otras pequeñas destrezas más. Esas y otras menos destacables, como la que lo ocupa ahora: ir colocando los fideos de a uno dentro del vaso de coca.
Entiende, reconoce, recuerda. A veces lo abrazo y me asusto de la fragilidad de la memoria. Pienso que mis primeros recuerdos son de cuando tenía tres años y me preguntó si él me olvidaría si por alguna razón dejara de verme antes de los tres años. Pensamientos tontos. Tontos como mis cuentas de padre viejo. “Si ahora va a cumplir dos y yo cuarenta y ocho, si vivo hasta los setenta llegaré a verlo hasta sus veinticuatro; si vivo hasta los ochenta, hasta sus treinta y cuatro, y si por milagro llegara a los noventa, aun así no lo veré a mi edad de hoy. A mis seis mi papá tenía treinta y tres y aun hoy me miro al espejo y no consigo verme mayor que él en las fotos de esos días.
No hay mucho que pueda hacer al respecto, excepto comer sin sal y no huir de los médicos. Hace dos semanas me pilló un ataque de presión que me resultó de lo más extraño. La realidad se me fraccionaba como en la movie de una historieta, me iba y volvía al lugar en que estaba, sin mareos, sin dolores, apenas un cosquilleo en la espalda y en las piernas. Tan extraño que la curiosidad y la sorpresa podían en mí tanto como el temor. Más que con miedo, estaba asombrado. Me subieron al auto, llamé al médico, fui a dar al Gandulfo, me acostaron en una camilla, me tomaron la presión (19-12), vi la cara de miedo de mi hermano y a Javier y a Gastón detrás recordándome a los acompañantes imaginarios de Crowe en “Una mente brillante”, me dejé poner una pastilla bajo la lengua, me afeitaron el pecho para un electro que dio bien, me sacaron sangre, me pusieron un suero y me quedé oyendo las voces y las toses, las quejas y los murmullos de compañeros de sala que de puro presuntuoso imaginaba peor que yo. Recién cuando Mariana llegó al hospital con ojos llorosos y me abrazó, me saqué el asombro y la curiosidad de encima, fui sólo el miedo y le pregunté por Juanita y Felipe escondiendo las lágrimas en su hombro.
Entiende qué es mañana y desde que él y Juana están han ayudado a que nosotros empecemos a comprenderlo mejor. Mañana no es dentro de diez años. Mañana es el ruido de la llave de Elena en la puerta de casa. Hoy, la cena que termina.
-Aquí viene Harvey Keitel- digo al levantarme de la mesa. Es el turno de Mr. Lobo. Aquí no estamos ante el interior del coche de Travolta y Jackson salpicado de sangre, pero aunque Keitel es uno de los grandes, no sé si mi tarea de solucionador de problemas no es tan o más difícil que la suya. En todo caso, no le toca reiterarla casi todos los días, como a mí con Felipe y Juana. Lavar la bandeja, la mesita que va debajo, quitar los restos de comida de las ropas sin extender las manchas, secar la humedad, limpiarles la boca y las manos, retirarlos de la sillita y del cochecito y sacar los restos de ambos tapizados para después pasarles un trapo húmedo. Para el final, de rodillas, queda todo lo que han arrojado al suelo. Esta es una de las veces en que Felipe no se duerme comiendo, pues hizo una siesta de dos horas. Salta de la silla y se va a jugar a la sala. Más de una vez se ha dormido durante el almuerzo o la cena, llevándose soñoliento los mendrugos a la boca hasta girar la cabeza y entregarse al sueño sin más. La última vez fue un mediodía en que se durmió con las dos manitos apoyadas sobre un hueso como si fueran las de Fred Astaire sobre un bastón.
Se sienta a mi lado en el sillón. Luego se baja para quitarle un juguete a su hermana.
-Mío!- es la palabra que aparece cada vez que se disputan algo. Juana insiste y vuelve a la carga. Felipe le da un golpe en la cabeza y se gana un reto. No me hace gracia que haya aprendido tan rápido a decir “mío”. A Mariana le preocupa que haya aprendido a pegar. Pero lo cierto es que la cabeza de Juana tiene tantos coscorrones como besos de su hermano, porque también suele acercársele sin que nadie se lo sugiera y le da por abrazarla y besarla. Supongo que estos pocos meses bastan de pequeño adelanto de lo que será su vida de hermanos.
Ahora Juana ataca otra vez. Se aproxima gateando y le apoya la cabeza en la pierna. Felipe le acaricia los pelos revueltos. Ella alza la cabeza incorporándose sobre los brazos, lo mira con una sonrisa y vuelve a apoyar la cabeza. Vuelve a acariciarla. El juego se repite tres o cuatro veces más. Mariana y yo miramos en silencio. Mi impulso es filmar, pero la tarjeta de la cámara está completa. Sólo serán palabras las que intentarán alguna vez revivir esas imágenes. Palabras de padres. Pensarán que exageramos. Ya que hablo de exageración, ayer sí que Felipe me sorprendió. Jugábamos con una pelota de plástico del tamaño de las de fútbol. Yo la pisaba dejándola resbalar para que fuera y volviera sola. Él miraba. Ya me había visto hacerlo antes. Hasta que tomó la pelota, se paró junto a un viejo baúl, se apoyó con una mano para no perder el equilibrio e imitó con la zurda mi pequeña destreza. Llamé a Mariana para que lo viera.
“¿Entendés lo que hizo? No sólo me observó para intentar imitarme, sino que se dio cuenta que sin sostenerse contra algo iba a perder el equilibrio. Por eso se fue junto al baúl. Y después la pisó y la hizo volver. ¿Te das cuenta?”
Asintió con una sonrisa condescendiente y volvió al sillón. Por primera vez estuve a punto de decir que había hecho algo que otros chicos de su edad no hacen. La mirada de Mariana me lo evitó.
No acierto a escribir como Felipe pronuncia el nombre de su hermana. En realidad, no existe el conjunto de letras capaz de volcar al papel sus palabras. Cuando lo llamo no dice “voy” ni tampoco “oy”, sino algo que está a mitad de camino entre ambas. Pipe. Así simplificamos el modo en que dice su propio nombre. Mariana le pide que nombre quienes somos. Mamá, papá, Pipe. A la hermana a veces la nombra y a veces no.
No dice nuestros nombres. Pero Pipe, el zurdo abridor de cerraduras pisador de pelotas golpeador de cabezas bebedor de coca perseguidor de zorzales señalador de lunas y aviones besador de cabezas antes golpeadas, siempre está atento.
“Piti”, dijo ayer mirándome con picardía.
“¿Quién es Piti?”, le preguntó Mariana.
Me miró y bajó la mirada señalándome. Así me dice Mariana desde hace más de veinte años. Piti soy yo.
Ahora se me acerca, pone las manos sobre mis piernas separándolas, apoya la cabeza sobre mi panza.
-Papá- dice una y otra vez hasta lograr que mis ojos se despeguen de la TV.
-Qué, Feli…
-Mema- dice señalando hacia la cocina.
Lo alzaré en brazos, iremos hasta la heladera, tomaré una de sus mamaderas, le quitaré la tapa, le pondré agua hasta la marca de 240 y ocho cucharadas de leche en polvo, volveré a taparla, agitaré la mamadera, abriré la puerta del microondas y la pondré a calentar 20 segundos. Abriré la puerta, quitaré la mamadera, Felipe cerrará la puerta con un golpe exacto. Iremos hacia la escalera. Tres escalones más arriba del descanso alzará la mano saludando a Juana y a mamá. Le cambiaré el pañal, le pondré el pijama, lo llevaré a mi habitación, me sentaré en la cama, le quitaré el chupete y en la semipenumbra le daré la última mamadera de ese día. Luego me pondré de pie con él en brazos, le daré palmaditas en la espalda, le abrazaré la fragilidad, saldré de mi habitación, miraré por la ventana hacia la calle, me detendré un segundo en los árboles pelados de la vereda de enfrente, entraré en su habitación y lo pondré con cuidado en su cuna. Se acomodará boca abajo como una rana. Le daré algunas palmadas más y saldré de la habitación.
"Papá", le oiré decir al llegar a la escalera.
Volveré, le diré que duerma, le acariciaré la cabeza, jugaré con un mechón en su oreja, volveré a darle palmaditas, lo veré volver a acomodarse y comenzar a entregarse al sueño. Al cabo de unos minutos saldré de la habitación, bajaré las escaleras y veré a Juanita sentada erguida en su cochecito con los ojos clavados en la TV y a Mariana dormida en el sillón.
Aunque estaré cansado, tal vez me siente a escribir en la PC una vez que se duerman todos.
Menos tiempo, más cansancio. Escribir no es lo que era. Pero cómo no buscar ahora la fonética nueva de mi alma.

viernes, 10 de julio de 2009

ESTAMOS INVITADOS A TOMAR EL TE


Al fin. Parece que empezamos a reaccionar. Que redescubrimos que aun en la adversidad, el que gobierna tiene la posibilidad de ejercer la iniciativa política para evitar que le impongan a bifes la agenda. Lo de Néstor en Carta Abierta y su deseo de tener más libertad tiene que ver con reconstruir el perfil plural que perdimos refugiados bajo el toldo testimonial del PJ. La convocatoria al diálogo nos mostró a la mejor Cristina, clara para expresar sin machete lo que muchos otros hubieran tartamudeado leyendo.
A regañadientes, el coro de opositores se vio obligado a aceptar el convite. Se sintieron descolocados: tal vez esperaban que el kirchnerismo siguiera gobernando con sus gestos secos hacia quienes no transitan su vereda. Ahora empieza una etapa distinta. Reiteran a las apuradas reclamos y revisan un eventual rosario de excusas. Lo cierto es que todo puede ser parte de la conversación.
A Pino le preocupa que nos derechicemos. Si es verdad que éramos iguales o peores que Menem, nos será muy difícil corrernos más a la derecha. Teme que la realidad nos empuje a cumplirle la profecía.
Ahora que respiramos tres segundos, hasta tenemos tiempo para ver mejor las arrugas y los puntos de sutura sueltos de los opositores.
Necesitamos trigo, necesitamos carne, necesitamos leche. Que pague la soja.
Necesitamos ventajas comparativas para la producción. Pero que se pongan competitivos sin sacrificar a los que laburan y no quieran arreglar todo devaluándonos.
Necesitamos volver al mercado de capitales. Pero si volvemos mal, volveremos a estar en el horno.
Necesitamos reforma política, pero también necesitamos repensar y reconstruir nuestra herramienta política.
¡Viven! No se van en helicóptero, se muerden la bronca y siguen. Y dado que no hay más remedio, hacen lo que tienen que hacer.
Enfrente se preocupan por lo inesperado.
"Estamos invitados a tomar el té", podrían cantar Lilita, Gabriela y vaya a saber si Julito también. Cuidado, cuando beban, se les va a caer la nariz en la taza, y eso no está bien.

http://www.youtube.com/watch?v=qRPCAi8bcnE (la canción de María Elena Walsh)

martes, 30 de junio de 2009

El mensaje de la derrota


Perdimos. ¿Acaso estos seis años no fueron lo que creímos y dijimos que fueron? ¿Acaso la mayoría está empecinada en volver al pasado?
Perdimos. Veo a Néstor primero y a Cristina luego en la tele y me doy cuenta que no nos termina de caer la ficha de por qué perdimos.
¿Por qué la referencia al total de votos nacionales? ¿Por qué el énfasis en que fueron apenas dos puntos? ¿Por qué sostener que una derrota electoral no es motivo para hacer cambios? ¿Por qué intentar mostrar como una batalla menor la que nosotros elegimos como madre de todas las batallas?
Insisto en que sin la conducción de Néstor Kirchner estos seis años de reconciliación con la identidad histórica del peronismo no hubieran sido lo que fueron. Insisto en que él fue imprescindible para reabrir la discusión salarial, para confrontar con los organismos internacionales en serio, para construir un colchón de reservas imprescindible para no sucumbir a las crisis financieras y los golpes de mercado, para reducir a un dígito la desocupación, para que volvamos a creer en nuestra capacidad de trabajar y crecer desde lo nuestro.
Pero al mismo tiempo, el creciente aislamiento político, el empecinamiento en caminos erróneos como el tomado en el INDEC y la poca predisposición y flexibilidad para armar consensos han terminado por construir la aparente paradoja de que el gobierno que más amplió el acceso real a la ciudadanía no acierta a ver con generosidad sus errores y a comunicarse con el pueblo desde una actitud más humilde y abierta.
La derrota fue dura. Pero la actitud frente a la derrota fue para mí más dura aun.
No nos sobra el tiempo. Si entendemos en serio el mensaje de las urnas tendremos la oportunidad de revertir la situación y reconstruir nuestra identidad de fuerza transformadora.
Para eso, no sirve quedarse callado esperando casi en un ruego que Néstor y Cristina acierten. El ejercicio de la autocrítica también debe ser democratizado. El debate acerca de como revertir el aislamiento y retomar la iniciativa ante la sociedad en un sentido positivo es una obligación de todos quienes estamos comprometidos con el camino transitado estos seis años.

viernes, 26 de junio de 2009

HAY ALGUIEN NUEVO EN LA POLITICA






Hay alguien nuevo en la política. No sos vos. No soy yo. Es Néstor.

Nuevo por su convicción, nuevo por como se la banca. Nuevo porque con poder, no elige el camino fácil de confrontar con los débiles y resignarse ante los poderosos.

El agotamiento del modelo neoliberal abrió la puerta a este nuevo país en el que estamos viviendo. Pero no hubiéramos llegado hasta aquí si él no nos hubiera conducido.

Y si ahora parecemos tan acostumbrados a que los trabajadores discutan salarios, a que la economía crezca, a que los colectivos vayan llenos, a que el desempleo se haya reducido, a que los viejos vuelvan a jubilarse, a que los científicos regresen, a que en la peor de las crisis económicas mundiales el país se mantenga de pie y no se derrumbe, es porque aun no somos lo nuevo, es porque nos olvidamos demasiado rápido de donde venimos y al olvidarnos tan rápido corremos el riesgo de volver a perdernos.

Este domingo, votaré por lo nuevo.

Es probable que el lunes, aun después de la victoria, no sean pocos los que pretendan convencernos de que Néstor ya fue. Lo harán con esos, sus intactos "reflejos políticos" de los viejos tiempos. Algunos lo harán por frivolidad, otros por llevarse la bolsa, otros por apenas treinta dineros.

Pero nosotros, los que decimos que no queremos volver atrás ¿qué haremos?

Cuando vienen por el mejor de los nuestros vienen por nosotros.

Ahora llega el momento de demostrar de verdad si somos parte de lo nuevo.




jueves, 18 de junio de 2009

CREO EN MILAGROS


Una vez escuché a una caribeña hablando con un conductor de radio.

Era hermoso oír a esa mujer, con su voz a veces de muchacha y a veces de anciana. No me animaba a decir si era dominicana o cubana, pero las mujeres del caribe viajaban en su voz.

Se lo comenté a Mariana. Me dijo que no había ninguna Milagros López. Que en realidad era un personaje de Fernando Peña.

Le dije que no podía ser. Y aunque cada vez que discutimos cuestiones como esa, ella es quien tiene razón, yo reencontré los sábados por la tarde a Milagros en radio Nacional y me convencí definitivamente que Mariana estaba equivocada.

No era una imitación, no era el personaje de la tele que tantas veces había visto caminar en la cuerda floja haciendo equilibrio con su coctel de lucidez, nihilismo y fascismo.

Murió Fernando Peña y me dije que este sábado y los que siguen Milagros López estará allí.

Insistía en eso con Mariana cuando en la TV apareció Enrique Pinti recordando a Fernando Peña y poniendo como ejemplo de su talento que aun hay gente que cree que Milagros López es una mujer real.

Me cuesta rendirme ante la evidencia. Sólo admito que lo que me dicen puede ser cierto porque no quiero desconocer el talento mágico del hombre que llevaba a Milagros a todas partes.

Pero no me resigno. Tal vez este sábado salga a manejar a ningún lado, encienda la radio del auto y ella esté allí, como si nada hubiera sucedido.

Nunca creí en lo sobrenatural ni en Dios ni en sangre brotando de los íconos.

Vaya a saber por qué, a mis 47 y contra toda evidencia, se me dio por creer en Milagros.

domingo, 5 de abril de 2009

Alfonsín


Osvaldo Bayer, siempre fiel a si mismo, escribió en estos días una nota implacablemente dura con Raúl Alfonsín. Si uno se detuviera en sus razones, sería imposible no darle la razón. Del otro lado, tuvimos que oír el coro de voces hechizadas por el efecto redentor de la muerte.
Nunca lo voté. No aprecié en él mucho más que su condición de animal político indoblegable. Pero no tengo dudas que fue desde su liderazgo que pudimos dar un paso adelante muy importante en nuestra historia.
Algunos se detienen en la “hazaña” de haberle entregado el mando a otro presidente electo. Fue más que la continuidad formal de las instituciones. El juicio a las Juntas, la paz con Chile y la declaración de Iguazú como antecedente necesario del Tratado de Asunción (que dio origen al MERCOSUR) abren el camino a la construcción de un país que deja de ver a sus vecinos como “hipótesis de conflicto” y se anima al desafío de construir junto a ellos un camino de integración y de creciente autonomía política.
Atrás quedaron su sueño de liderar el tercer movimiento histórico, la fallida Ley Mucci, sus acuerdos con los gordos, las claudicaciones del punto final, la obediencia debida y el felices Pascuas, el fracaso de Grinspun y su ulterior sujeción a la lógica del ajuste.
Llevamos casi 26 años de democracia. Hoy, cuando veo las imágenes históricas de Alfonsín enfrentándose a los silbidos “del campo” en la Sociedad Rural, siento que tengo más claro que nunca a qué pasado no debemos volver.

http://www.youtube.com/watch?v=c6rCuq8aKZ0&feature=related (enlace al discurso de Alfonsín en la Rural en agosto de 1988)

domingo, 15 de marzo de 2009

LA NUEVA MESA DE ENLACE


Están preocupados por la inseguridad.
Como nunca se preocuparon antes.
Mirta, dueña de la pantalla durante el Proceso.
Moria, fan nostálgica de los milicos.
Susana, tan Miami, tan distraída, tan dolorida por su decorador, tan menemista, tan cool.
Marcelo, tan del trece y de Clarín.
Los cuatro viven seguros. Los cuatro no tienen ni idea de como se vive en los barrios la inseguridad del país que estalló en 2003.
Los cuatro quieren mano dura, caminan sobre el borde del filo de la pena de muerte.
No vamos a vivir más seguros si volvemos al país que ellos extrañan.
Sólo sirven para que no nos queden dudas de qué lado debemos estar.

domingo, 8 de marzo de 2009

Isabel sin Emanuel


Emanuel ya no está. Se mantendrá viva su memoria, seguirá adelante la lucha, pero no está. Ya no podrá seguir peleando la tenencia de su hijo de seis años, no compartirá el amor con su nueva pareja, no estará junto a los pibes para defender el estacionamiento, no ayudará a su madre en la lucha contra el paco, la violencia y la miseria.
Parece mentira. El rosario blanco entre las manos, la camiseta de River doblada sobre sus piernas. Es la misma que llevaba puesta la última vez que lo vi, cuando nos acompañó al campito que los vecinos defienden detrás de una de las ferias. Aquella vez, cuando volvimos al comedor, se divirtió un rato dando una vuelta en la moto de su hermano.
Lo mataron sobre el puentecito del meandro, camino al pasillo que comunica con Blandengues, la calle donde está el terreno que las madres ocuparon cuando consiguieron el desalojo de un vendedor de paco.
Con su lucha lograron que por ese pasillo y sobre ese puente anduviera Scioli, un día de mal tiempo en que el meandro estaba a punto de desbordarse y el pasillo era un sendero de barro y piedras. Los meses fueron pasando, siguieron viniendo funcionarios, y luego de varios tropiezos, la obra del meandro comenzó a hacerse. También consiguieron algunas reparaciones en la escuela. Pero la vida de allí no cambió. El pasillo sigue siendo el pasillo, las casillas que cruza siguen estando tan apretadas como antes y la violencia sigue metida en la vida de cada día.
La compañera de Emanuel no se separa del cuerpo inmóvil en el féretro. Lo acaricia, lo llora con las mejillas inflamadas, parece en trance, como si quisiera atrapar el exacto lugar en que se aloja el alma de una persona que acaba de morir. Le habla, lo nombra, lo mima, trata de curarle la muerte como si fuera la fiebre de un bebé, lo busca frente a los cabellos que aun crecen y al rostro en silencio. Lo llama, lo convoca, va por el milagro. Mis ojos sin dios miran incrédulos. Hay tanta vida en los labios gruesos, en el pelo crespo, en el silencio moreno de Emanuel, que parece que en cualquier momento fuera a levantarse para sacudirse la resaca de una muerte que no vale la pena.
“Mirá si yo tengo que hacerme matar por esos perejiles”. No lo dice, tal vez ni tuvo tiempo de pensarlo. Perejiles. Así los llamó su hermano al recibir el pésame de un vecino en el patio que separa la casa de Isabel del comedor. Lo dijo al pasar, en su ir y venir de bronca, de la vereda a la casa, enjaulado en lo irreparable. El hombre del pésame se puso a conversar con otro, canoso como él.
-Cada vez están más atrevidos los pibes.
-Sí, no se puede más. Esto no tiene arreglo. Acá hay que hacer como en Estados Unidos, ponerse la capucha negra y empezar a matarlos.
Están a tres metros de Isabel, que toma mate entre llantos sentada en una silla. Alicia le acerca un celular.
-Es Mónica Gutiérrez.
-No, no puedo, decile que no.
Alicia se disculpa con la conductora. Afuera hay dos periodistas de Clarín esperando una oportunidad para acercarse.
No puedo evitar sonreír al mirar hacia Isabel : el compañero que le ceba mate debe pesar más de ciento veinte kilos, y está sentado en un banquito de nene de jardín. Me extiende la mano. Amargo, caliente. Vuelvo a acercarme a Isabel, le acaricio la espalda, devuelvo el mate, me alejo un metro. No me sale una palabra. Nada que valga la pena ser dicho pasa por mi cabeza.
Poco después, llega una ambulancia. La llamaron por la compañera de Emanuel, que se había descompuesto una hora antes. Se acerca un médico bajito y de anteojos, que trata de que le expliquen por qué está allí.
-Venga- le dice Isabel.
Pero apenas llega junto al féretro, se inclina en un gemido sobre el cuerpo de su hijo. Llora junto a su compañera, se abrazan.
La chica se niega a que la atiendan. No quiere ni agua.
“Me dijo que tenía un atraso, no quiso tomar nada”, diría luego el médico en tono confidente.
Un pibe pasa en auto con una cumbia meneándose indiferente a todo parlante. Sentados contra la pared de la escuela, tres adolescentes miran hacia el comedor sin hablar entre ellos. El desfile de pésames no para de navegar sobre el desconsuelo de Isabel. Aun queda un par de horas para que el sol caiga. Será una noche larga.


El cortejo arrancó bajo el sol poco después de las once. La primera cuadra fue caminando. Luego todos subimos a los autos. Un 504 negro se puso delante de los coches de la funeraria y marcó el rumbo. La caravana avanzaba como una gran serpiente que se retorcía lenta sobre calles deshauciadas. El lugar que se había ganado la cooperativa en la feria fue paso obligado, como para dejar en claro que Emanuel había peleado por ese lugar y los pibes seguirían allí. Luego Isabel y el cuerpo de su hijo comenzaron a alejarse de la ribera, de las hileras interminables de puestos, del ir y venir de los carritos, de la chaya y su resaca, de las miradas de los vecinos, de sus calles. La vida en el barrio seguía adelante como si nada, acostumbrada a tragarse el dolor interminable de su tristeza.
Cruzamos la autopista por Rodríguez y al llegar al Cementerio rodeamos la plazoleta y quedamos frente a la puerta de entrada. Desde allí, casi todos eligieron seguir a pie. Camino al lugar en que sería sepultado Emanuel, nos entrelazamos con el cortejo de Marisol, la nena de 9 años que había sido asesinada por un vecino en Fiorito. Pascual, el muchacho de 23 años que la mató, había estado preso, tuvo un trabajo en la construcción que le duró tres meses y después volvió a robar. Su madre se había suicidado cuando era chico. Dicen que la madre de Marisol había ayudado a criarlo. Era adicto al paco. ¿Cuántas veces se habrá cruzado Isabel en el barrio con el pibe que mató a Emanuel? Uno más de los pibes en peligro. Estela sin Marisol. Isabel sin Emanuel. El meandro y el pasillo. Aplausos y llantos entre tumbas.
Seguimos caminando. Los lamentos por Marisol fueron quedando a nuestras espaldas. Luego doblamos y anduvimos poco más de media cuadra hasta llegar al lugar donde sepultarían e Emanuel. La caravana se detuvo y los gemidos explotaron.
“No hay que quedarse con sentimientos de odio sino de justicia porque el odio lleva a la venganza", dijo el pastor en su responso. Después, tierra y flores sobre la madera del féretro, aplausos y llantos desesperados.
Isabel no quiere venganza. Isabel quiere justicia y sabe que esa justicia no es sólo que atrapen y juzguen al pibe que mató a Emanuel. Isabel no puede más de dolor y sabe que la única manera de no dejarse morir es seguir adelante con la lucha.
Él ya no volverá, pero ella hará lo imposible para que algún fueguito crezca del gran silencio de sus ojos.

sábado, 21 de febrero de 2009

El niño de Machagai

Hizo bailar a mis viejos en los 40. El me hablaba de su talento sin igual, ella de la magia que transmitía posado sobre la guitarra desde la gracia de sus pies y la delgadez ceñida en su saco blanco. Pero cuando supe que había nacido en Machagai, se me dio por preguntarme en que momento, en que rincón, en que suspiro de esas calles polvorientas se fue forjando el talento de ese hombre que desde su guitarra hacia respirar la armonía del mundo. ¿Cómo se conocieron, cómo se enamoraron, su padre, guitarrista uruguayo de origen español, su madre, toba nativa y pianista? Algunos hablarán del destino al recordar que al niño lustrabotas de Saenz Peña alguien le acercó un cavaquinho de cuatro cuerdas desde el que iniciaría su destreza de instrumentista. Pero no hay ningún destino. Sólo el niño hijo de la pianista toba y el guitarrista uruguayo que no para de buscar su alma en la música. El niño de Machagai.
Su intuición cautivaría a Josephine Baker, a Duke Ellington y a Louis Amstrong. ¿Qué otro músico puede decir que junto a su guitarra tocaron el violín Elvino Vardaro y Hernán Oliva?
A cien años de su nacimiento, tiene su homenaje en su propia tierra. Allí donde dio sus primeros pasos, hace oír su voz su nieta Jorgelina. En alguna de sus biografías se lee que “armonizaba con tanta perfección que producía la admiración de los colegas de renombre”. Ella canta y alguien quizá se permite pensar que en el silencio de las siestas, en algún rincón de Machagai puede oírse aun al guitarrista uruguayo, a la mujer toba del piano y el repiqueteo de los pies de aquel niño de seis años que dibujaban con destreza un malambo.



YouTube - Oscar Aleman: "Melancolía - Oscar Alemán y su Quinteto de Jazz"

domingo, 15 de febrero de 2009


La carta que sigue fue escrita por Antonio Domingo García al saber que iba a ser padre de la que sería su primera hija, Juliana. Cuando mataron a su padre y desaparecieron a su madre embarazada, Juliana tenía tres años. Durante 32 años buscó a su hermana, la nieta recuperada 97, con la fuerza de las palabras que su padre le dejó en el alma. Vale la pena leerla, no sólo para entender a Antonio y a Juliana, sino para reflexionar acerca de lo distantes que en más de una ocasión hemos transitado por la política de ese sentido conque Antonio vivía su militancia y su identidad peronista y valorar la importancia y el compromiso que nos demanda este nuevo camino que hemos comenzado a transitar en nuestra tierra.


23/V/1973

Querida Juliana, o querido Ezequiel:

Hace unos pocos días que sabemos, mamá (¡qué lindo que suena mamá!) y yo de tu existencia, de que estás entre nosotros. Sos muy poca cosa; tan poca, que todavía ni tenés cerebro. Sin embargo, no te imaginás todo el bien que nos traés, todo lo que ya te queremos. Hoy estoy en una jornada con chicos y chicas de 3º comercial del Pío XII. Uno de los pocos momentos tranquilos que hay, y por eso estoy escribiendo. Un poco para pensar mientras corre la lapicera. Quiero contarte un poco de tus padres. De cómo somos, qué sentimos.

Beatriz y yo somos bastante despelotados. Vivimos a las corridas, viéndonos poco, o al menos no todo lo que quisiéramos; no porque andemos detrás del coche o del departamento, como andan casi todos. Sino simplemente, o grandemente, porque pensamos que nuestra vida para adentro no sirve. Que si vivimos, vivimos para los demás, para el hermano. Pese al egoísmo que tenemos adentro y que nos jode y no nos deja ser todo lo entregados que quisiéramos. En esa vida hacia fuera se conjuga todo nuestro ideal, aquello por lo que nos sentimos mutuamente atraídos, y que hizo que comenzáramos a caminar juntos. Ese amor hacia el otro, un amor-teórico en un principio, cuando los dos lo canalizábamos dentro de la Iglesia se fue transformando en algo más concreto: el amor al otro hoy y aquí pasa por al amor político, por el compromiso con el pueblo, con el explotado, con el pobrerío, con esos millones de hombres que sufren por un mundo mejor aquí, en la Argentina y en esta querida América latina, la Patria Grande. Ese amor concreto al pueblo se hace real en el peronismo, que abrazamos al principio con muchas dudas, y del que ahora, por suerte, es imposible salir, porque es parte de nosotros.

Ese compromiso justifica las corridas, los afanes, el trabajo de cada día o los días gloriosos como el 17 de noviembre del ’72 o este 25 de mayo que se avecina. Ese compromiso es, o quiere ser total, de cada cosa de nuestra existencia, desde compartir el tiempo o la guita, hasta estar dispuestos a dar la vida así, bien en concreto, por esa Patria nueva, la Patria Justa, libre, soberana: socialista. Esa patria para todos.

Esas cosas son nuestra vida hasta ahora; una vida en el fondo feliz pese, repito, a todas las jodas. A la rutina, principalmente.

Y en ese momento hasta ahora de los dos, aparecés vos, hijo, o hija, en el momento justo (y pienso en el significado de Ezequiel: enviado por Dios, con todo lo simbólico que contiene). Nuestra vida quiere abrirse, decía. Si queda entre los dos se agota, se marchita. Sin la apertura de esa vida éramos algo incompleto. En lo profundo, éramos dos que enfrentábamos las cosas. Ahora somos TRES (no más, ¿no es cierto?). Nuestro amor se abre, florece, da frutos.

Te das cuenta, querido/a, todo lo que significás, toda la inmensa alegría que nos venís a traer. No es casual que a partir de vos tu mamá y yo nos sentimos mucho mejor, plenificados. Sé que no van a faltar dificultades. Que el hombre viejo, egoísta, no desaparece así nomás en un tipo jodido como yo. Que muchas veces vamos a extrañar la comodidad del ser-dos. Pero pese a todo eso sos muy bienvenido/a. Sos aquello que nos hizo llorar juntos a mares, muy abrazados, cuando tomamos conciencia de que estabas. Aquello que nos hace brillar los ojos, o besarnos sin sentido. Aquello, en fin, que nos hace salir la dicha por la lapicera, porque adentro ya no hay más lugar.

Gracias por venir, hijo/a. Gracias a Dios que te envía. Que nosotros no te fallemos. Que podamos cumplir con lo que debe ser: ayudarte para que seas PERSONA, HOMBRE-PARA-LOS-DEMAS. Que nunca tengas que avergonzarte de nosotros. Que no te defraudemos. Que sigamos hasta el fin.

Con todo el orgullo y el amor que rebosa en este momento, tu padre. Antonio

viernes, 6 de febrero de 2009

SI ESCRIBE GALASSO, SE ENTIENDE MEJOR


A los que nos gusta escribir nos suele pasar que cuanto más entusiasmo ponemos en clarificar una cuestión, más la oscurecemos. Pero hay otras veces en que las palabras fluyen para dejar las cosas irremediablemente en claro. Como cuando escribe Galasso.

Los aliados posibles y el enemigo principal

Por Norberto Galasso *

Días atrás, se publicaron en este diario notas de opinión de Hugo Barcia y Alcira Argumedo referidas a declaraciones de Pino Solanas donde responsabilizaba por la mortalidad infantil no sólo al Gobierno, sino también a “cómplices, mentores intelectuales, etc.”, entre los cuales se hallaría el grupo Carta Abierta. Alcira no refutó las apreciaciones correctas de Barcia sobre la mortalidad infantil, sino que fundamentó el furibundo antikirchnerismo de Proyecto Sur en siete puntos, entre los cuales los puntos 2, 3, 4 y 6 corresponden a uno solo: la política del Gobierno respecto a los recursos naturales; el punto 1 se refiere al Tren Bala, proyecto que puede considerarse frustrado, el 4 al blanqueo de capitales y el 7 a la prórroga de las licencias a los medios de comunicación. Además, ratificó las críticas de Pino a Carta Abierta. Estas posiciones no son nuevas en Proyecto Sur: en La Nación, Pino ha señalado que “Kirchner es un traidor a la patria e hipotecó el futuro” (29/9/2007), en Perfil sostuvo que “Kirchner continúa a Menem” (20/5/2007) y últimamente calificó a este gobierno de “antinacional y antipopular”. Si esto lo pregonasen Altamira, Ripoll o Alderete, no escribiría estas líneas pues la izquierda abstracta, liberal o antinacional, como se la quiera llamar, se ha especializado, desde Yrigoyen hasta hoy, en ser funcional a la reacción, en nombre del socialismo y sólo la izquierda nacional ha sabido comprender a los movimientos nacionales cabalgando a su lado mientras intentaba mantener su independencia política, ideológica y organizativa, aunque también allí hubo claudicaciones como la de Ramos frente al menemismo. Pero como estas críticas (confundiendo al posible aliado con el enemigo principal) provienen de compañeros con los cuales hemos transitado caminos de lucha, como en el frustrado Proyecto Sur de 2002/03, alguien que pertenece a las bases de Carta Abierta, orienta la Corriente Política E. S. Discépolo y dirige el periódico Señales Populares, se ve obligado, con el dolor que provoca criticar a antiguos compañeros, a intervenir en la polémica.

A las críticas de Alcira, podemos oponer:

1) La avanzada política de derechos humanos del kirchnerismo.

2) La avanzada política latinoamericana que contribuyó a hundir el proyecto del ALCA, que desde el Unasur contribuyó a evitar el golpe de Estado en Bolivia y que ha logrado la simpatía y apoyo de Chávez y Fidel, quienes, según parece, saben algo de imperialismo y cuestión nacional.

3) La depuración de la Corte Suprema de Justicia con la incorporación de figuras de capacidad y conducta incontrovertible.

4) El recupero de los aportes previsionales al tomar las AFJP, dando un fuerte golpe al poder financiero.

5) La reconversión de una economía de especulación por un modelo productivo que permitió una importante disminución de la desocupación y la pobreza.

6) El intento de redistribuir el ingreso a través de la Resolución 125, afectando la renta agraria diferencial, en el mismo sentido que lo hizo Perón en el ‘46 a través de los tipos de cambio selectivos. (En este caso, no vale el argumento de Alcira acerca de la votación de Lozano, pues la AFIP (resolución 1898/2008) inició acción contra las grandes exportadoras por los 1700 millones de pesos evadidos (El Cronista, 22/1/2009). Y aun cuando no lo hubiera hecho, esto obligaba, por lo menos a la abstención y no a ser cobertura de izquierda de la nueva Unidad Democrática que están conformando Carrió, Morales, López Murphy y otros.)

7) El recupero del rol del Estado: en Correos, Aguas, transporte aéreo, astilleros, algunos ramales ferroviarios, proyecto de tomar la fábrica de aviones de Córdoba y el canal Encuentro.

El kirchnerismo es pues todo esto y es también buena parte de lo que dice Alcira, como ocurre normalmente con los movimientos nacionales en gestación, policlasistas, contradictorios, clientelistas, pragmáticos, conciliadores, con “amigos del poder” que hacen negocios. ¿Se lo tenemos que decir nosotros, desde la izquierda nacional, justamente a los peronistas? Diría Jauretche, ¿dónde se ha visto que los hijos enseñen a los padres cómo se hacen los hijos? ¿Qué hubiera hecho Pino cuando Perón se negó a expropiar a la corrupta y recorrupta CADE? ¿Hubiera dicho que era “un gobierno antinacional y antipopular”? Claro, desde la izquierda abstracta es fácil decir, ¿por qué Perón no desarrolló fuertemente la minería?, ¿por qué apenas dio el puntapié inicial con Somisa cuya primera colada es de la época de Frondizi? ¿Y el contrato petrolero con la California? ¿Habría dicho acaso: “¡Qué antinacional y antipopular es este Perón!”? Pino dice en otro artículo: “Perón no estaría hoy en el PJ”. Yo pregunto: ¿era mucho mejor el PJ del ‘54? ¿No había entonces “amigos del poder” que hacían negocios? ¿Quiénes eran Jorge Antonio y Silvio Tricerri? ¿O entonces resulta que Codovilla tenía razón siendo funcional al imperialismo para que sanease a la Argentina emporcada por los “negros peronistas” del ‘45?

Por otra parte, somos ya lechuzas demasiado cascoteadas para entrar en la moralina boba de la Carrió: la corrupción es intrínseca al capitalismo y cuando está la reacción en el poder disimula sus negocios con leyes a su conveniencia; cuando estamos los del pueblo algunos violan esas leyes y hacen sus negocitos. Pregúntenle a Chávez, que sabe de esto, como también de la clase media de Caracas escandalizada moralmente, aunque, igual que la nuestra, evade impuestos con toda naturalidad.

Por momentos me asombro, porque parece que hay que enseñarles peronismo a los peronistas. Ningún gobierno, decía Perón, cumple el 100 por ciento de los objetivos nacionales y populares, porque está el enemigo que también es fuerte. Cuando cumple el 50 por ciento o más ya el balance es favorable. Jauretche le decía a Jorge Del Río cuando se deslizaba a la oposición porque Perón no expropiaba la CADE: “Es importante, sí, pero usted no puede ver la historia por el agujerito de la cerradura de la CADE”.

El balance general es el que interesa. Escuchen esto mis viejos y queridos amigos: “Hay muchos actos, y no de los menos trascendentales por cierto, de la política interna y externa del general Perón que no serían aprobados por el tribunal de las ideas matrices que animaron a mi generación. Pero de allí no tenemos derecho a deducir que la intención fuese menos pura y generosa. En el dinamómetro de la política, esas transigencias miden los grados de coacción de todo orden con que actúan las fuerzas extranjeras en el amparo de sus intereses y de su conveniencia. No debemos olvidar en ningún momento –cualesquiera sean las diferencias de apreciación– que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre el general Perón y el arcángel San Miguel. Se trata de optar entre el general Perón y Federico Pinedo. Todo lo que socava a Perón, fortalece a Pinedo, en cuanto él simboliza un régimen político y económico de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento del país” (1947). No hace falta que te diga a vos, Pino, que hiciste recientemente una película sobre “los hombres que están solos y esperan”, que el autor es Raúl Scalabrini Ortiz. Por eso, como decía Jacques Prevert, es muy peligroso dejar que los intelectuales jueguen con fósforos porque, retomando a Jauretche, combatir lo bueno (“desgastando”, creando “clima destituyente”) puede significar que en vez de lograr lo mejor, sirvamos para que vuelva lo malo.

En esta Argentina de hoy hay que luchar para profundizar este proceso, cabalgándole al lado, marcando críticas, proponiendo soluciones superadoras, empujando, pero no atacando desde enfrente, presionando para que fracase, porque la única opción que hay hoy la conocemos y viene de lejos: Bullrich Luro Pueyrredón, Pinedo, Estensoro, López Murphy, Grondona, Anchorena, los grandes pulpos mediáticos... y el Tío Sam.

Por esta razón, Proyecto Sur debería sumarse a Carta Abierta en vez de arrojarle críticas y trabajar desde allí, para incorporar a la lucha a los sectores populares, para movilizar, exigiendo al Gobierno que profundice lo realizado, porque –y vuelvo a decir, me da vergüenza explicarlo a compañeros de larga militancia– aquí hay una cuestión nacional argentina y latinoamericana por resolver. Y estamos frente a una oportunidad como nunca tuvimos antes. Lo saben Fidel, Chávez, Evo, Correa y muchos otros y lo intuyen los pueblos. Quienes socaven este proceso –con planteos que desconocen la correlación de fuerzas existente– asumen una grave responsabilidad si se frustra esta gran oportunidad para ir dando pasos hacia una América latina unida y soberana, marchando en el camino del socialismo del siglo XXI.

* Publicada en Página 12.