En Clickbait, un hombre aparece en un video de Internet sosteniendo un cartel en el que reconoce que abusa de las mujeres. Luego, sostiene un segundo letrero en el que se lee: "At 5 millions views, I die" (a las 5 millones de vistas, muero).
Esa es la situación que dispara la trama de la seire.
Bait significa carnada y el cebo de esas imágenes hará que miles de personas, por curiosidad, morbo o aburrimiento, incluidas familiares de la posible víctima, sumen clicks al video aún cuando la consecuencia pueda ser la muerte de quien aparece en pantalla.
Me pregunto si no estamos haciendo algo parecido con nuestro planeta.
La inmensa mayoría de las personas, con mayor o menor detalle, percibimos que estamos dañando la casa común, que la naturaleza muestra cambios visibles y preocupantes y que, aún cuando se reconoce de manera cada vez más amplia la situación, el daño no se detiene y seguimos adelante como si nada.
El Secretario General de las Naciones Unidas afirma en estos días que “el sistema energético mundial no funciona y nos acerca cada vez más a la catástrofe climática" y nadie parece conmoverse."Debemos acabar con la contaminación de los combustibles fósiles y acelerar la transición hacia las energías renovables antes de incinerar nuestro único hogar”, afirma y los principales líderes mundiales miran para otro lado mientras siguen cons sus guerras, alianzas militares y negocios. No hace más que reafirmar lo que viene señalando el Papa Francisco desde el inicio de su Pontificado y con tanta claridad expresó en Laudatio Si: “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra”.
Así las cosas, no parece haber influencer en el mundo que pueda reunir tantos clicks como los que obtiene a cada instante la destrucción de nuestro planeta. Pero casi nadie parece querer bajarse de la maratón inmediatista del consumo.
Sólo agregaré tres cosas.
La primera: no hay proyecto político popular y ampliador de derechos que pueda hacerse el distraído con estas cuestiones. Si no quebramos la cultura del descarte nunca lograremos lograr más que victorias efímeras y gobiernos frágiles que terminan alimentando su propia derrota.
La segunda: no es spoil lo que conté de Clickbait, nada les adelanté del final de la serie. Ojalá pudiera decir lo mismo del planeta. Pero en ese caso, el final parece cantado.
La tercera. una esperanza pequeña, como unas pocas palabras recitadas desde un pueblo costero. El temporal de hace unos días pegó muy fuerte en Valizas, Uruguay, con el mar muy enojado, una tormenta que parecía no terminar nunca. El día después, Victoria subió una foto de tres personas mirando el mar desde la orilla, junto a unas pocas palabras del escritor Carlos Skliar: “Que se celebre la vida, sí, sin olvidar que está hecha de ausencias, frágil, como una rama quebradiza tendida sobre un abismo. Que las ilusiones no sean mezquinas sino plurales, incluso imposibles. Que el mundo no avance tanto, tan ciego, tan duro, tan implacable. Que abracemos a los nuestros y a los que parecen ajenos, distantes. Que haya paz, pero no desmemoria. Que todo sea más amable. Que no sólo se desee para uno, sino para otros. Y no únicamente hoy, ahora mismo, sino también ayer, anteayer, mañana y después de mañana”.
Si, apenas una plegaria. Basta de darle click a la carnada que nos mata.