Charly toca menos. Es el frontman de la banda y extraño que en un mismo recital demuestre que es increíble con los teclados, el bajo o la viola. Monitor, el plomo que se comía los microfonazos en los días de locura, dice que aquella locura nunca llegó a opacar su genio. Y yo, cuando leo al típico TN Mariano del Mazo elogiándolo en Clarín, me asusto, temo que ese genio se haya doblegado al Charly que le exigían: el karaoke ordenado de sus grandes éxitos. Con egoísmo extraño el talento frágil e infinito del Charly que pasa la lengua entre sus dos manos abiertas como una vagina en el video de Influencia, el que resucita haciendo rockear a Mercedes en Cerca de la Revolución, el que canta trepado al piano bajo la lluvia fría en un Quilmes Rock, el genio que dilea con un alma que no puede entender. Pero es un instante de temor apenas, que se esfuma porque soy parte de la locura que desata la banda a mil pero también porque sigue en el centro, domina la situación, es una forma de reposo del guerrero en la que se prueba en su nueva comprensión."Y aunque no pierdo la esperanza/a veces con vivir no alcanza/voy a tomar un poquito más/De aquella medicina del doctor", dice la nueva canción que, por supuesto, Del Mazo entiende mal. Salvarse tiene su lado desangelado y también sus raras medicinas. "El hombre del oído absoluto se había quedado absolutamente sordo", dice su manager que Charly le dijo. Desde esa nueva comprensión dilea con su alma. Por un instante deja volar los dedos sobre el teclado. Se me estremece la respiración. Estoy frente a él en el Luna Park. Aliado de su talento.
nos mudamos
Hace 2 años