Puedo hacer
de mi lengua un plumín fino
Y dibujar
como el hombre de las cavernas
Flechas,
toros, pájaros, la canoa el río
Con la
tinta china que inventa tu entrepierna.
Y dejar
mis garabatos navegar a su suerte
sin
brújula, timonel ni grumete que los vea
sin
memoria del olvido ni temor a la muerte
rendidos
sin culpa al misterio de tu marea.
Me
nació este arte y sé que a ti te lo debo
No tuve
otro pulso que el latido de tus venas
Y fue
tu respiración la que me enseñó a dibujar
Te
nombran mis labios y en mi alma te llevo.
Al
mirarnos se esfuman los temores y las penas
Y vamos
a la deriva por nuestro río hacia el mar.
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