Son las tres de la madrugada
y los zorzales cantan sin parar.
¿Habrá sido siempre así o acaso
han perdido el sentido de la noche?
Quisiera abrir la ventana y gritarles
que saben como admiro su destreza
para atrapar lombrices en los jardines
y la armonía melodiosa de su canto,
pero que por favor, esta noche no
no me tengan con mis ojos abiertos
activando cada foco de incertidumbre
estaqueado a mis fantasmas en desvelo.
¿Será que las nuevas luces led
trastocaron el principio del día
les robaron la oscuridad y el silencio
en la ciudad siempre encendida?
¿Debo espantarlos, disparar a las luces
o abrir las ventanas e invitarlos a entrar
a compartir en mi cuarto acurrucados
en penumbras la sanación del descanso?
Vamos, amigos zorzales, pensemos...
¿Cómo es que lo logran los horneros?
Mientras ustedes cantan y yo desespero
Ellos descansan en su horno de barro.