martes, 9 de marzo de 2010

Soneto para Mariana




Ay mi respiración, encrucijada
de tus ojos silente pasajera
tras tus piernas alpinista agitada
Vacila sincopada en su quimera.

Cuando mi voz quedó atascada
tu sonrisa de gioconda casi nena
me ayudó a intuir la madrugada
de mis palabras meciéndote las penas.

Hoy, tan madre aquella niña espera
se llamen a luna los saltos y la risa
para tenderme la tibieza de su mano

clandestina en la calma pasajera
ciertos de que no nos corre la prisa
si el amor late lejos del miedo vano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario