domingo, 25 de enero de 2015

NAVEGAR SIN CAZAR


¿Fui Jonás en el vientre de mi madre?
¿Canta Kill my mother la voz del capitán Ahab?
No vi a la ballena Jorobada en el Caribe
ni se acercó mi bote a las francas del sur.
Me gusta pasar horas mirando el horizonte
hasta que cuatro delfines cruzan Valizas
desde Cabo Polonio hacia Santa Teresa.
Pero sé que puedo disparar un arpón
pues mi última vez fue una liebre malherida
de un escopetazo saliendo de mi adolescencia.
Mientras las ballenas cantan y Ulises
atado al mástil aún cree que son sirenas,
barcos pacientes de impaciencia acechan
con sus arpones que aprendieron a explotar,
hacer trizas la carne hasta que se apague
el latido calmo del vientre a pura tempestad.
Arpones explosivos y lluvia de peces,
de árboles caídos de derrumbes de hielo
de tormentas inesperadas arrasando
casuchas de las orillas y las laderas.
En Kibuye en Guerrero en Gaza
navegan y disparan los balleneros
y se llevan doscientas niñas del vientre
de la gran ballena de Gamboru Ngala.
¿Cuál es la pata de palo, el rencor
que nos lleva a explotar los mares?
Gira nuestra gran ballena blanca,
sigue su marcha alrededor del sol
y mi lengua se recuerda surfeando
la pelusa suave de la espalda de un sueño
en el que no soy cazador y navego
feliz el deseo de aprender a amar.


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