Duerme. Es la primera noche de su segunda vuelta al sol y duerme. Encontró el sueño sobre mi hombro, como casi todas las noches. Primero se arrulló mientras yo le palmeaba la espalda, luego me dejó a solas con su respiración y la certeza de sus pestañas rendidas a sus mejillas. Lo acosté en la cuna, se acurrucó boca abajo, le cubrí los pies descalzos con la sábana y vine a la PC. Me pregunto que sueña. Me pregunto si cuando ríe dormido están nuestras caras, o la de Malena. Me pregunto qué soñamos al nacer, si hay imágenes que traemos del fondo de los tiempos, si su sueño es el río en el que le mojé los pies. Un año. El 22 de setiembre cumplo cuarenta y siete, pero ya no cuento así mi tiempo en esta vida. Cada 15 de agosto se cumple un año de la llegada de Felipe. Un nuevo principio. Cuando le empezamos a cantar su primer feliz cumpleaños nos miró con perpleja alegría. Luego que lo aplaudimos, arrugó la nariz, encendió su sonrisa de encías rosadas y nos aplaudió. En este año que pasó tuve tiempo para llevarlo y traerlo por la ruta, para salir a pasear con él por las tardes, para ir juntos de compras, para darle mamaderas, yogures, papilla y sopas de municiones, para esperar la tarde serena y cálida en que se mojó en el mar, para inventarnos siestas sobre mi hombro, para sacarnos mil fotos, para llevarlo a casa de su abuela de sus tías, para ver en los ojos de Mariana la alegría de su presencia por encima de todas las tristezas y temores, para aprender juntos a Juanita, para pedirle “solo, solo” y verlo aplaudirse feliz por poder mantenerse erguido sin otro apoyo que sus pequeños pies. ¿En qué me gastaba las horas cuando él no estaba? ¿Dónde estaba todo este tiempo, si no había día en que no sintiera que las horas no me alcanzaban, en que no creyera que siempre me quedaban hojas sin llenar? Si no hago todo, hago casi todo lo que hacía. A veces me asombra la cantidad de rincones que caben en las horas de estos nuevos días. Padre a los cuarenta y seis. Ya casi no pienso que debió ser antes. Es ahora, son estas líneas que subiré al blog, es la madrugada en que Felipe, Juana y Mariana duermen y yo me quedo frente al monitor a pensarlos, a dibujarlos sobre el teclado, el padre viejo que este quince de agosto acaba de cumplir su primer año.
nos mudamos
Hace 2 años