Hugo Moyano
manifestó más de una vez su vocación de
conducir a todos, desde aquella reiterada afirmación: “que llegue un trabajador
a la Casa Rosada”. Sin embargo, los pasos que ha dado desde entonces lo
encuentran en una posición de creciente aislamiento.
En primer lugar,
no consigue que el conjunto del movimiento obrero se sienta expresado en su
liderazgo. Por más declaraciones que haga Julio Piumato respecto a que el
gobierno “se inmiscuye”, los problemas de liderazgo tienen distintas raíces y
no todos son atribuibles a su postura combativa. El lado positivo es esa
vocación de lucha que históricamente lo diferenció de los gordos. Pero su
política de presionar para alzarse con la representatividad de trabajadores
encuadrados en otros gremios, le ha valido rencores y cuestionamientos, el
último de los cuales lo ha hecho público Jorge Lobais.
Si en los mejores
momentos de su relación con el gobierno, otros sectores del gremialismo le
reprochaban que se paraba desde ese poder con una actitud de imposición, hoy
tampoco parecen dispuestos a aceptar que les imponga la confrontación total con
la presidenta.
Quienes analizan
su ruptura con el gobierno se preguntan respecto a la trastienda, a los motivos
reales de esa pelea, se interrogan si existió una dura discusión con Néstor
Kirchner antes del fallecimiento del ex presidente.
Lo que parece
estar claro es que Moyano siempre aspiró a compartir la conducción y que fue
mucho menos receptivo al liderazgo de Cristina que al de Néstor.
Y así, desde su
supuesta autenticidad peronista, rompió el ABC pretendiendo desconocer que un
proyecto nacional y popular no admite doble comando, menos aun cuando al cabo
de nueve años nos ha puesto nuevamente en la senda histórica del justicialismo
y obtuvo el respaldo electoral de 55%.
Tampoco consigue
representar al conjunto al momento de definir su política reivindicativa. Las
prioridades de su lucha se centran en defender los ingresos de los trabajadores
con mejores salarios, aquellos que pueden ser alcanzados por las categorías más
bajas del impuesto a las ganancias, o en reclamar fondos más emparentados al
rol empresarial que los dirigentes gremiales revisten en el manejo de las obras
sociales. No son reivindicaciones cuestionables en sí, la política tributaria
respecto a los ingresos personales merece una revisión y hay proyectos en ese
sentido. Pero los que menos ganan, los que trabajan en negro o los que aun no
tienen empleo estable, no parecen estar comprendidos en el núcleo
reivindicativo del líder camionero.
Desde la
perspectiva del transporte, aparece asociado a un modelo que ha significado la
sobredimensión del transporte por carreteras en detrimento del ferroviario.
Desde la
perspectiva del medio ambiente, tiene mucho más que ver con los problemas
estructurales que padecen las grandes ciudades en el manejo de la basura y a la
continuidad del CEAMSE (un cuadro de la dictadura que aun no hemos bajado) que
con una reformulación de los servicios que incorpore el tratamiento de los
residuos y contemple el cuidado ambiental. También los intendentes han tenido
una relación difícil con él cuando llega el momento de definir las
características, los costos y los prestadores del servicio de recolección.
Si uno pone arriba
de la mesa todas estas cuestiones, puede comenzar a entender porque su figura
genera más rechazos que adhesiones. Alguna vez la aspiración de un presidente
proveniente del movimiento obrero tomó el ejemplo de Lula como referencia. Pero
si comparamos la actitud de uno y otro en la construcción de poder vemos que
transitan caminos muy disímiles.
Esto no significa
desconocer su lucha ni caer en el error de demonizarlo o considerarlo sin más
como un enemigo. Lo peor que podemos hacer es convertirnos en su espejo,
ejercer hacia él y hacia quienes representa una actitud meramente reactiva. La
reciente decisión del Ministerio de Trabajo respecto al conflicto en la CGT es
una demostración que se puede actuar con firmeza sin perder de vista el sentido
estratégico. No se resuelve a favor de un sector y en detrimento de otro, sino
con un riguroso análisis de las deficiencias de la convocatoria efectuada y
convocando al diálogo a todos los sectores para garantizar la unidad del
movimiento obrero.
No es un
enfrentamiento que tengamos que salir a festejar. Nuestros verdaderos enemigos
son los sectores de privilegio y allí está el eje de nuestra lucha. La razón de
ser de este proyecto es defender los derechos de los trabajadores y de quienes
están precarizados o excluidos del acceso al trabajo, profundizar la
redistribución para que el trabajo sea el gran organizador de la sociedad y la
garantía de acceso a los derechos básicos, y nunca renunciaremos a nuestra
aspiración de compartir la calle con la juventud sindical y con las distintas
expresiones de lucha de los trabajadores.
Al fin y al cabo,
analizar las razones del aislamiento de Moyano, debe servirnos para revisar
nuestros actos, constituye un aprendizaje para entender que no debemos caer en
actitudes unilaterales y excluyentes, que la gran apertura a la participación y
la transformación de la política que ha abierto nuestra presidenta tiene como
requisito una actitud amplia y convocante que nos evite reproducir una lógica
de aislamiento y unilateralidad que sólo beneficia a los enemigos del pueblo.
Excelente análisis.
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