Raúl Zaffaroni recibió la noticia de su designación
como miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos mientras daba
clases en la Universidad Nacional de José C. Paz. Podría tratarse de una simple
anécdota si no fuera porque el jurista fue quien más enfáticamente reivindicó el rol de las
nuevas universidades, planteó que estamos ante una segunda Reforma
Universitaria y asumió el desafío de contribuir a la formación de nuevos
juristas.
“¿Y
ahora qué va a hacer?”, le preguntaban cuando dejó la Corte Suprema de
Justicia en cumplimiento del límite de edad establecido por la Constitución
Nacional. Basta un breve repaso para ver lo mucho que hizo desde entonces.
Citemos en primer lugar la publicación de su nuevo
libro,
“El derecho latinoamericano en la fase superior del colonialismo”,
porque allí desarrolla la línea discursiva que sostiene en estos días y que
desnuda el presente que vivimos: “No
parece darse una opción entre capitalismo y socialismo en el viejo sentido del
siglo pasado, sino entre un capitalismo productivo más o menos razonable,
frente a otro monopólico y financiero que sólo busca provocar y concentrar
renta”. En consonancia, recientemente sostuvo que “en esta
nueva fase del colonialismo, los que gobiernan son empleados de las
corporaciones transnacionales”.
En oposición a ese modelo reivindica el “derecho
humano al desarrollo” como síntesis de los derechos sociales que
adquirieron jerarquía constitucional a partir de la Revolución Mexicana de 1917
y que no pueden ser considerados “de
tercera generación”, porque sin desarrollo inevitablemente se restringe el
acceso al resto de los derechos humanos fundamentales.
Plantea que los delitos económicos y
medioambientales deben ser considerados de lesa humanidad y reivindica la Encíclica “Laudatio Si” dada a conocer en 2015 por el Papa Francisco,
destacando su crítica a los poderes económicos, el alerta sobre el cambio
climático como expresión del deterioro ocasionado al planeta en los últimos dos
siglos y la convocatoria a un cambio radical en el comportamiento de la
humanidad que comprenda la cuestión ambiental en clave social “para
escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres".
En momentos en que el neoliberalismo es expresión de
los poderes dominantes, rescata el
liberalismo político nacido en la Revolución Francesa como expresión de “la chusma” y consagración de las
libertades ciudadanas y emparenta a los movimientos populistas que han tenido
como característica distintiva la ampliación de ciudadanía acceso a los
derechos.
Desde una actitud militante, reivindica la
organización popular, llamándonos a fortalecer los grupos diversos de los que
participamos y a que cada uno saque su “bastoncito
de mariscal” para “formar la masa
dispuesta a ser conducida” porque “la
conducción inevitablemente se produce en los hechos” frente al vacío
generado por las políticas de exclusión.
Pero a su vez, llama a la lucha pacífica sin caer en
trampas ni provocaciones. “Necesitamos
gente viva con todas sus neuronas plenas, no necesitamos más mártires”.
Desde la cátedra, la opinión escrita, en declaraciones
periodísticas o en las plazas, ésa es la prédica del hombre que este 15 de
febrero juró como Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para
erigirse en un auténtico Juez de la
Patria Grande que soñaron Bolívar y San Martín.
Raúl
Zaffaroni nos enorgullece, nos representa y nos expresa.
Con el compartimos que “todo esfuerzo por
acortar las distancias de clase es un esfuerzo por la paz”.
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