Cuando los hombres de juliio estaban en círculo alrededor del cuerpo del anciano y sus sombras se evitaban en el asfalto y se acomodaban intranquilos los barbijos. Cuando oyeron ladridos sobre la losa sin terminar y una sirena más allá de donde se tuerce la calle, en una mañana tibia y pagajosa de veredas sin pasto, hubo algo que se revolvió en su interior y no lo dejó siquiera pensar en palabras. Estaba a pleno día detrás de su máscara empañada por el miedo a la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario