domingo, 26 de diciembre de 2021

SUPERSTICIÓN



¿Por qué regó el jardin ayer si sabía que iba a llover? Hasta las personas más prácticas hacen cosas sin saber bien por qué.  Vivimos llenos de cautelas, supersticiones y ritos que no sirven para nada.
Mientras remolonea sentado al volante con el auto encendido, se mira el nudillo que ayer se lastimó  al forzar la manguera reseca sobre el pico de la canilla.
Tarde o temprano tendrá  que apagar el motor y bajar, porque la lluvia no parará.
A veces se asusta del tiempo que podría pasarse mirando como las gotas golpean, resbalan y desdibujan la mañana en la luneta. Así hasta que algo dispara el movimiento en su pecho y arranca como si fueran los últimos instantes del mundo. Acaba de recordar que hace dos semanas o dos meses  dejó tirada una campera para lluvia en el baúl. Ése es el disparador. Al menos por una vez, hacer algo inútil le sirve.
Se la pone apurado,  y ya que tiene capucha se la sube, aunque es grande y casi no lo deja ver. "Sin capucha, que no ves de costado", suele decirle a su hijo cuando andan en bicicleta. Al menos ahora puede mirar el suelo y esquivar las baldosas rotas.
Llega a la esquina, baja apurado a la calle y el claxon de un camión estalla  junto al chirrido de los frenos que no alcanzan a evitar el impacto.
El camionero baja apurado y se acerca a asistirlo.
-Disculpe, fue la capucha- se excusa desde el asfalto.
-Está bien, no se mueva- lo calma el camionero.
Una mujer llama a la emergencia.
Él gira la cabeza, descubre la imagen del Gauchito Gil en el frente del camión y sonríe. Respira hondo. Mueve los dedos de los pies y también los de las manos para ver si los siente. El nudillo lastimado ha vuelto a sangrar.

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