Me
quise esconder.
Pero no
importaba
dónde me
ocultara
Ni lo
bien que lo hiciera.
A todas
partes
Iba yo
Y me
descubría.
Así
hasta el día
En que
dejé
de buscar
escondites
Y pensé
en
elefantes rosas.
El
truco fue tan bueno
Que logré
esconderme
muy bien,
tanto que nunca
volví a
encontrarme.
Así
hasta el día de hoy,
En que
me encontraba aquí
Qué no
sé dónde es
Sentado
sin saber quién soy
Y
alguien se me acercó.
“Dicen que estás
tras
aquel elefante rosa”,
murmuró
en mi oído.
Fui
hasta el paquidermo,
Me asomé
por detrás
Y encontré
una muchacha.
“¿Qué
hacés acá?”, le pregunté.
“No sé”,
respondió.
“Te
juro que no me acuerdo”.
El
elefante se marchó
Y nos
quedamos mirándonos
Solos en
la multitud.
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