domingo, 25 de diciembre de 2016

EL HORNERO


Llega con comida en el pico, 
la comparte en el nido, 
se para sobre su hogar 
y feliz de la tarea canta.
La vida es sencilla
si tenemos ojos
para el hornero.
( https://www.youtube.com/watch?v=Ay-8AkGz3Oo )

sábado, 24 de diciembre de 2016

LOS PÁJAROS


Te cuento. 
Con Oscar hablábamos de política y de folclore, de cine y de tango. Pero también me enseñó a alzar la vista y sintonizar el oído para hacerme amigo de los pájaros.
En su voz de nostalgia, había un montón de pájaros que ya no volaban entre nosotros como antes. Me hablaba de las bandadas de mistos que dejaban amarillos los árboles, de los jilgueros donde sólo quedaban gorriones, de los cardenales mudados a territorios lejanos. ¡Claro que son distintos el chingolo y el gorrión, el zorzal y el hornero!
Y el día se vuelve diferente si un colibrí pasa fugaz por las flores o en algún alambre se para un churrinche o un bracita de fuego.
Jilgueros, cabecitas y corbatitas. Siete colores entre los juncos y calandrias en todas partes, tijeretas atacando a los chimangos y golondrinas burlándose de las lechuzas que cuidan su nido.
Carpinteros, renegridos, ratoneritas, teros y chajás, torcacitas y monteras, y cuando el sol se va, acostado boca arriba sobre el pasto, ver salir de la palmera de Atalaya un centenar de murciélagos.
Cuando hablo de pájaros, pienso en mi papá. Y cuando digo “soy Oscarcito”, también soy todos estos pájaros que me vuelan en la mirada y aprendí de él.
Ahora, cuando miro hacia las ventanas, los cables, el campo o los árboles, pienso en él y también en vos.
Los pájaros son buenos aliados a la hora de mirar el mundo.
No te los doy, están ahí, esperando por tus ojos.

MILAGRO, RAÚL Y LA PACHAMAMA


-¡Mi líder latinoamericana!- dice Raúl  y acomoda su cuerpo enorme a la delgadez de Milagro para atrapar todas las miradas en la silueta y los gestos de ese abrazo. Ha sido el último en trasponer la reja que separa el adentro y el afuera en el hall de entrada del pabellón. Antes, uno a uno hemos abrazado a Milagro y ella nos ha presentado a sus compañeras de detención y a las otras personas que la visitan.
-¡Disculpá que no vine antes!- le dice sin dejar de mirarla y de sonreír.
-¡No, por qué!
-Si, disculpá, tendría que haber venido antes. Pero te confieso que sentía vergüenza. Yo jurista y vos en cana. Y no hay modo de explicar desde el derecho por qué estás presa.
-No te preocupes- sonríe Milagro tomándolo del brazo. –Sabemos bien por qué estamos presas.
Así las cosas. Los poderosos inventan las razones jurídicas y cuando no les son suficientes, se bastan con el odio. Presas en un cuadradito cercado de su valle.


* * *

Aunque charlar con él es una tentación única, el hombre que se encuentra a mi lado se merece la ofrenda de mi silencio. Raúl Zaffaroni llegó al hall de Aeroparque junto a Alejandro Guillaume con su cartera negra colgada del hombro sobre su camisa de jean y un libro en la mano. Ahora que está sentado a mi lado en el avión, va y viene por las páginas sin urgencias y eventualmente hace alguna anotación con su bolígrafo negro.  Imagino, en unos años, cuando él ya no esté, a algún joven desvelado por descifrar las notas manuscritas de los libros de la biblioteca de la calle Boyacá. El libro es Salón Deutschland, del crítico literario Wolfgang Martynkewicz y relata como un salón de la alta burguesía de Munich terminó, como otros, siguiendo a Hitler, después de años de devaneos entre pensadores, algunos más revolucionarios, otros más liberales, algunos judíos, otros antisemitas. La burguesía transitando el camino de lo monstruoso. Algo que tiene que ver con el nazismo y también con el motivo de nuestro viaje.


* * *


Milagro nos invita a pasar como si estuviera en su casa. Al fin y al cabo, la tierra que pisamos es más hogar suyo y de sus compañeros que de quienes deciden quien entra y sale de allí. Desde que llegó, a pesar de los momentos de profunda tristeza, ha ido imponiendo su impronta en la convivencia. Por eso ahora en el pabellón hay más bancos para sentarse y se reparó el calefón para que las presas puedan bañarse con agua caliente. Aquí también se lucha. Bajo los árboles y las medias sombras, al costado de una cancha de básquet de piso de cemento y aros oxidados, se arma la ronda con ella sentada de espaldas al pabellón, entre Raúl y Beinusz Szmukler. El sol de la tarde les da de costado, pero hay un viento suave que hace más llevadero el calor. Hay gaseosas, pan casero y bizcochuelo. En la otra punta de la ronda, las mujeres juegan con barajas de canasta. Estamos de buen humor. Como no se pueden sacar fotos, Milagro toma de la mano a Raúl y a Beinusz y jugamos a que posamos para una. Hay risas por los ojos que vigilan. Pero en la requisa no te pueden hacer dejar las miradas.
-Hay funcionarios judiciales perseguidos por el gobierno por no atacarme, Raúl-, dice Milagro con amargura. Alude al fiscal Darío Osinaga Gallacher y al juez Francisco Arostegui. -¿Te acordás? –dice mirando a su marido, Raúl Noro, ubicado a mi lado en la ronda, de frente a Milagro. -Cuando te metieron preso, nos mandábamos cartitas.
El relato de las cosas que piensa, repasa y sufre todo el tiempo brota a borbotones.
-El juez se lavó las manos y  respondió que no depende de él otorgarme el permiso de efectuar entrevistas. Pasó el tema a las autoridades de la cárcel,  que a su vez se lo pasaron al ministerio de seguridad. Está claro que es Morales el responsable último de la prohibición. Cuando mataron al changuito en la cárcel reprimieron con balas de goma: eso es Gerardo.
-Por eso trajeron al Siri- acota Noro-, necesitaban a alguien que se atreva a reprimir. Guillermo Siri, secretario de seguridad de Morales, supervisó la detención de Milagro. El MEDH de Mendoza, lo acusa de haber formado parte de los “consejos de guerra” de la subzona San Juan, Mendoza y San Luis, a los que correspondía “el juzgamiento de las conductas subversivas y adjudicar las penas a los aprehendidos”.
-En Jujuy este año hemos tenido varios suicidios de policías –insiste Milagro-. No ven a las familias y están sometidos a mucha presión. Encima,  vienen y dicen que los van a hacer laburar más porque están al pedo. Han militarizado la provincia. Fueron a entregar títulos y había dos patrulleros por cuadra. Morales llegó con ocho custodios y guardia de infantería.
-Está asumiendo su propio esteriotipo- dice Raúl.
-¡Doce allanamientos en un día de tupaqueros! Ya van por 21. Manejan la justicia, pero igual te allanan sin orden judicial. Contales, Graciela, cómo  hicieron con vos. Graciela mira hacia adentro con una sonrisa de incredulidad.
-Yo había cobrado doce mil pesos de mi sueldo con ticket del banco. Cuando me allanaron me los encontraron y aunque tenía el ticket y podía justificar que era dinero de mi salario, los usaron para incriminarme, los mostraron para dejarme como una ladrona.
Presa por cobrar su sueldo.


* * *


-Abuela, dijiste que íbamos a jugar-. Catriel se para frente a Milagro con una botella cortada de agua mineral medio llena de tierra en la mano. Mira dentro de la botella y le habla a su abuela. Tiene la edad de Felipe y pienso que no hubiera sido mala idea venir con mi hijo. Lleva una camiseta verde de Barovero con el escudito de River. Amaru, el otro nieto de Milagro, tiene puesta la de Gimnasia y Esgrima de Jujuy y juega a un costado pendiente de la respuesta de su abuela. Ella les pide que esperen, que en un rato va a jugar. Me da culpa, porque me doy cuenta que la charla se va a consumir el horario de la visita.
River y Gimnasia de Jujuy son las dos pasiones futboleras de Milagro.
-Ahora tenemos otro título- se jacta. El diácono bromea con ella: es de Boca.
-Los testigos que aun no habían ingresado en el juicio vieron los testimonios por TV- dice Noro retomando la enumeración de atrocidades del mundo Gerardo.
La propuesta de un plebiscito para definir si Milagro debe seguir o no en la cárcel salta a la mesa de cemento desde el podio de los disparates. Catriel suelta una opinión de niño que respira y registra los relatos de sus adultos y se aleja para seguir jugando con Amaru.
Alguien pregunta por la posibilidad de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dicte una cautelar.
-No digo que no, pero es difícil, no hay que ilusionarse. Creo que lo tiene que resolver la Corte Suprema- responde Raúl. Lo ha dicho en el programa de Aliverti y en cuanta entrevista le han hecho. “Yo insisto y lo repito a ver si alguno que quiera darle una salida a este disparate me escucha y siguen ese camino”, nos dijo antes de subir al avión. Si la Corte reconociera los fueros, Milagro quedaría en libertad. Pero eso no solucionaría el problema de sus compañeras de prisión, que también requieren sostén, respaldo, oídos para su voz.


* * *


En el hall del aeropuerto de San Salvador nos esperaban el Turco David. Militante del Evita, productor frutihortícola y amigo de Mario Perotti, había viajado 180 km. desde el calor de Yuto junto a Lily, su compañera, para recibirnos y llevarnos a la cárcel de Alto Comedero. Otra compañera, Romi, vino con un segundo vehículo. La presencia de Raúl Zaffaroni genera una pequeña conmoción en la salida del hall. Algunos lo reconocen y no se animan a acercarse. Otros lo saludan y le piden que no afloje. Ricardo Carrizo nos demora: es un diácono militante de los Curas en Opción por los Pobres y tiene que retirar de la cinta de equipaje dos pilas de afiches para los compañeros de la provincia. Se nos había acercado en Aeroparque y conversó un buen rato con Raúl. Lily contagia jovialidad y en los saludos se produce un pequeño choque de culturas entre su sombrero de mujer jujeña y el de porteño petitero que lleva Beinusz.
El viaje en auto está signado por dos preocupaciones. Por un lado, la situación de Milagro y de la provincia, en que Morales ejerce el poder como en dictadura mientras el peronismo y las organizaciones sociales no encuentran el camino para salir de la dispersión. Por otro, el auto de David, que falla en segunda y tira humo negro por algún problema que rogamos no nos deje a pie. Hablamos del valle y sus cultivos, de Milagro y los pueblos originarios, de la esperanza que les genera el armado de la CTEP y del jurista Julio Maier, a quien conocen por participar todos los años del carnaval jujeño en la comparsa Los Caprichosos. En la entrada de la cárcel nos recibe Lucho, abogado de Milagro. Luego se nos acerca un fotógrafo.
-Soy de la corpo- dice y sonríe.
-Estás laburando, no hay drama.
Nos acercamos documentos en mano al puesto de guardia. Nuestros nombres están en la lista del día. Una oficial penitenciaria nos acompaña hasta la requisa. Trabaja 24 x 48 y tiene más de dos horas de viaje hasta su casa en San Pedro. Recibirá 2017 en su hogar, pero estará de guardia en Navidad.


* * *

-Yo no quería ir a declarar- dice Milagro cuando elogiamos su actuación en el tribunal. Hace una pausa como si rastreara en su interior aquel convencimiento. -Al principio estaba mal, me sentía vacía. Me empezaron a traer las cosas que me pertenecían -un rosario, una cadena con un anillo- y tenía todo organizado para no ir. “No voy a rendir cuentas a estos hijos de puta”, pensaba. Era como Tupac Amaru rindiendo cuentas ante los gringos. Para mí era lo mismo. Nosotros no robamos, dignificamos. Si hacía falta una pileta, hacíamos una pileta. Nadie robó. Una vez pedí hablar con los jueces. Me atendió Isidoro Cruz, premiado por imputarme. “Den la libertad al resto de mis compañeros y denme un revólver, que yo sé lo que tengo que hacer”, le dije.
La escuchamos en silencio. Noro toma la posta  del relato.
-“Nunca un detenido me había dicho algo así”, cuentan que le dijo Isidoro a un colega. “Pero tené en cuenta que es política, sabe como impresionar”, le respondió el otro. “¿Vos crees que lo hubiera hecho?” “Sí –dijo Isidoro -ella lo iba a hacer”.
-Cuando los compañeros supieron que no quería ir a declarar, empezaron a caer todos enojados y llorando- dice Milagro. -Horacio Verbitsky me llevó a caminar y me habló una hora. Al final reculé y llamé a Lucho para avisarle que iba.
Túpac Amaru II, fue un caudillo indígena, líder de la mayor rebelión anticolonial que se dio en Hispanoamérica durante el siglo XVIII. La “Gran rebelión” se inició el 4 de noviembre de 1780 y se desarrolló en el Virreinato del Río de la Plata y el Virreinato del Perú. Tras ser capturado el 6 de abril de 1781, fue llevado a Cuzco encadenado y montado en una mula. Un día, durante el encierro, el visitador José Antonio de Areche, autoridad del interrogatorio y ejecución enviado por el rey Carlos III de España, entró intempestivamente al calabozo para exigirle, a cambio de promesas, los nombres de los cómplices de la rebelión, Túpac Amaru II le contestó: “Solamente tú y yo somos culpables, tú por oprimir a mi pueblo, y yo por tratar de libertarlo de semejante tiranía. Ambos merecemos la muerte”.
La idea de la muerte había pasado por la cabeza de Milagro. Pero se plantó ante sus acusadores, habló y mostró toda la fuerza de su vida.


* * *


-A mi me criaron en un buen hogar, no nos faltaba casi nada. Pero me fui de casa cuando me enteré que mis padres no eran mis padres. Mi papá era español y mi mamá boliviana. Me enseñaron que un hijo debe hacer respetar el apellido. A las diez de la noche me sentía mal. Quería ampliar mi declaración, defender mi apellido. Me daba vergüenza que pensaran que lo que decían los testigos fuera cierto. Tengo hijos del corazón. Sólo les pido que estudien. Tuve en mi casa al hijo del hombre que me estaba ensuciando y y lo hice estudiar.
Vuelve desordenada sobre su historia, se sigue buscando. Es la muchacha que ante la verdad de su adopción, huyó de su familia para vivir en la calle. Vivió por años en el margen y a los 18 años de edad fue arrestada junto a otros jóvenes. “Cuando estaba en la cárcel me puse a pensar que así como el poder era injusto conmigo, con cuántos chicos humildes también era injusto. La Justicia es justa con los que tienen plata, y con los que no tienen, no. Entonces me juré ahí en la cárcel que el día que saliera iba a luchar para que no hubiera más injusticia”. Y nació la militante.
Nos recuerda el dilema entre la militancia universitaria y ATE. Militó en AJI20 en la Facultad de Humanidades. Pero la militancia gremial se la disputaba y la invitaron a la escuela de capacitación gremial de ATE.
-También estuve un mes en Cuba, en Santa Clara. Allí me encontré frente a algo que me desconcertó: una escuela para dos alumnos. “¿Tiene sentido una escuela sólo para dos alumnos?”, pregunté. “¿Y cómo sabemos si uno de ellos dos no será el sucesor de Fidel?”, me respondieron. Todos merecen su oportunidad. Y pensar que aquí alguna vez se volteó una escuela en el monte porque sólo tenía setenta alumnos.
Después de aquella experiencia, me quería ir a vivir a Cuba. Se lo dije a Nando Acosta, mi mentor y mi hermano. “Cuba… ¡qué fácil ir a Cuba! –me respondió. “Allá no se padece lo que acá. En este lugar sos necesaria”. Me moría de ganas de irme pero me convenció.
Aquella muchacha decidida a irse a Cuba supo escuchar y terminó quedándose. Esta mujer decidida a no declarar, otra vez oyó y se plantó con su verdad frente al tribunal.
-Me afilié a ATE y nos juramos lealtad. Teníamos que decidir como repartirnos la tarea. Yo conocía todo el villerío y quería acción como en Cuba.  Trabajamos con los que no trabaja nadie, con el pibe que está tirado tomando cerveza en la esquina.
- A los pibes de las bandas de redoblantes, después de las marchas se los llevaba a la casa- recuerda Noro. -Congregar a los jóvenes está en su naturaleza.
Miro todas las caras. Estamos en una cárcel y sin embargo me doy cuenta que estamos felices. Alguien dirá después que Milagro ha convertido el patio de la prisión en un lugar muy parecido a su casa. La mención a los redoblantes despertó las ganas de cantar en las compañeras de la TUPAC. Empiezan en voz baja y van tomando coraje con la travesura. Es un cantito para bancar a Milagro.
-A Néstor le pedimos plantes trabajar. “No, te doy trabajo”, nos dijo. “Quiero que construyan sus casas”. Nos organizamos y decidíamos a través de los delegados. Así construimos las piletas en los barrios Tupac y Belgrano. Con las cooperativas, levantábamos nuestras viviendas y teníamos trabajo. Los muchachos de la villa manejaban su platita. Nunca nadie les había dado vacaciones. Casi ninguno conocía el Mar. Fuimos a Mar del Plata al Congreso de la CTA. Llegamos de noche, en cinco colectivos. Nos fuimos todos al mar de noche. “¡Mirá que río grande!”, dijo Pachila. Algunos no fueron a dormir al hotel y amanecieron en la arena.
Con Milagro conocieron el mar. Con las piletas fue como traerse el mar al barrio.


                                     * * *


“La encontré bien. La encontré asumiendo el rol. En realidad, no sé si fue Hugo Von Hofmannsthal o alguno de ellos que dijo que el desastre no trabaja para sí, sino que abre el espacio a la grandeza. Algo así pasa con el liderato. Milagro está asumiendo la condición de una personalidad de dimensión nacional y continental. No es fácil. Creo que en algún momento no entendía bien que le pasaba. Lo está entendiendo, lo está asumiendo. Es difícil porque uno pierde autonomía, siente que lo llevan los otros. Pero bueno, son los otros que la han hecho, y Milagro es una mujer que está a la altura de eso”.
 Solté el ícono del micrófono y el audio con la voz de Raúl viajó al whatsapp del productor de Víctor Hugo. A medianoche, de pie en el hall de Aeroparque y ya cansado, había redondeado en ese párrafo de manera brillante lo que ya había expresado varias veces durante el día.


* * *

-Milagro, te convirtieron en una líder regional-. Raúl Zaffaroni se lo dijo varias veces en el encuentro. También le pidió que escribiera.
La hora de finalización de la visita llegó y en los últimos minutos, Milagro caminó por el pasto a solas con el diácono. Ya nos había dicho al llegar que le hacían bien esas conversaciones. Luego el religioso conversó con sus compañeras de detención. Ellas también necesitan voces y afecto para sostenerse.
Dejamos el pabellón y les pedí a Laura y María, que cargaban los tuppers vacíos y dos pequeñas banderas de la Tupac, que me enseñaran el cantito que habían entonado en el patio. Al doblar por la calle de tierra hacia la entrada, Milagro y sus compañeras nos saludaban con los dedos alzados en V. Agitamos nuestras manos y comenzamos a cantar para que nos escuchara.


“Acá me ves acá me tenés
somos las tupaqueras te vinimos a ver
vinimos a demostrarte que no te fallé
voy a dar la vida por verte otra vez”.



* * *


Cuando sale al patio, le gusta caminar descalza y pisar la tierra. La beba de la cajita, la muchacha que se fue de casa, pisa con sus pies desnudos sobre el suelo de su valle y se busca.
“Pachamama es la naturaleza, y se ofende cuando se maltrata a sus hijos. Con ella se dialoga permanentemente, no tiene ubicación espacial, está en todos lados, no hay un templo en el que vive porque es la vida misma”, escribió alguna vez Raúl Zaffaroni.
Milagro camina y dialoga con su tierra. Sus pies llevan siglos de búsqueda en la memoria.

domingo, 20 de noviembre de 2016

EMILIO Y SU CARA DE PRESIDENTE



“¿Tengo cara de Presidente del Banco Central yo?”
Leo la frase de Emilio, imagino su retrato colgado junto a los de sus antecesores en los pasillos del Banco y me río solo.
-¿Y por qué no?- digo después en voz alta.
Sí. Emilio Pérsico me hace hablar solo. Estoy frente a la PC leyendo el reportaje que Martín Granovsky le hizo para Página 12 después de la movilización de 200 mil personas en Plaza de los Congresos y me doy cuenta que Emilio sería un gran presidente del Banco Provincia, del Banco Nación o del Banco Central.
Releo el reportaje. “El estado debe regar la pradera”. Deformación de escritor, me engancho con la fuerza poética de la frase. Pero no es sólo poesía. “Nosotros no buscamos que reviente, porque los que más sufren son nuestros compañeros. El capitalismo acumula gracias a las crisis. En cada crisis nacen más millonarios manoteando a miles de humildes. Se vende menos leche y más champagne. No queremos retrocesos. En mi barrio de una villa de San Fernando, donde vivía, pasó la revolución de las ventanas con Néstor y con Alicia Kirchner. Antes no había ventanas. Con el gobierno anterior estábamos muchísimo mejor”.
¿Para qué nos sirven los presidentes de los grandes bancos o de la Nación misma si no saben lo que pasa en los barrios?
“En las villas resistimos el bombardeo del paco y la birra. La birra es una droga socialmente aceptada y genera mucha violencia. Mata. Hay que ponerle un impuesto para que sea muy cara. Y bajar la leche”.
¿Si la década ganada fue tan buena, por qué perdimos? Emilio tiene un saldo muy claro de lo que conseguimos en esos años, de lo que nos faltó y de lo que tenemos por delante.
“Con los siete puntos del PBI distribuidos por Cristina entre los humildes las casitas dejaron de ser de chapa y pasaron a ser de material y con ventanas. Lo mismo en el campo. El Anses llegó hasta El Impenetrable. Los campesinos empezaron a tener una motito para llegar al pueblo. Ya sabemos que los planes no deben ser para siempre, que el 80 por ciento de la sociedad no puede vivir del consumo del 20 o lo que consume un solo sector económico. Hace falta un proceso productivo de baja intensidad, de mucha mano de obra, de poca energía, de consumo. Discutamos estas cosas. Atemos el mínimo no imponible al salario mínimo, vital y móvil, así podemos construir la unidad de la clase. Por eso estamos en el proceso de unidad con la CGT. Es más profundo que discutir planes. Discutimos un nuevo sujeto social. El 40 por ciento de los trabajadores que se autoinventaron el trabajo son un nuevo componente. Poetas sociales que inventan trabajo, dice Francisco de los que otros llaman free lance”.
¿Quién fue el presidente del Banco Central del primer peronismo? Miguel Miranda. Estuvo al frente del BCRA y del IAPI. ”Los ferrocarriles se consiguieron con la habilidad extraordinaria de Miguel Miranda”, escribió Perón.  Trabajó con él en la elaboración del segundo Plan Quinquenal y el General lo consideraba “un verdadero genio”. Quizá necesitemos otro tipo de caras –y de cabezas-  al frente de nuestros bancos para avanzar en serio. ¿Para qué queremos dirigentes políticos, gremiales y sociales,  para qué queremos presidentes de bancos y de naciones si no es para que se pongan en nuestro lugar, piensen qué sucede con nuestras vidas, traten de entender lo que nos pasa y busquen caminos que nos ayuden a crecer desde nuestras propias fuerzas?
“El buen dirigente sindical es el que logra avanzar. El buen diputado opositor es el que construye mayorías para sacar leyes a favor de los intereses populares. ¿O el buen sindicalista es el que no se sienta en ninguna mesa? Y los políticos están en deuda. Las leyes de triunfo las hicimos de afuera del Congreso para adentro. La ley de emergencia laboral primero y ahora la de emergencia social. Al principio no iban a las reuniones. ¿Así que el que habla y negocia es traidor? Conseguimos un bono de 400 pesos para todos. Conseguimos que ningún plan sea menos de la mitad del salario mínimo, vital y móvil. Aumento cinco veces el bono del desempleo. E institucionalizamos nuestro diálogo. Al conflicto no hay que tenerle miedo, hay que desarrollarlo y tratar de meterlo dentro de Estado para darle solución positiva y si no es positiva, que sea intermedia, pero nunca negativa, porque a la tercera vez los compañeros no te acompañan”.
“No basta con que la burguesía les diga a los trabajadores cómo se solucionan los problemas. La base del proceso revolucionario es darles poder a los trabajadores para que soluciones sus problemas”.
Emilio nunca está lejos. Quien se lo proponga puede conversar y discutir con él. Y es parte de todas y cada una de las discusiones y luchas que se dan desde la base. En el último Congreso del Evita se discutió mucho la cuestión de género, incluso con críticas a la conducción. Si sabe decir, es porque sabe oír.
“Hoy la mayoría de las familias nuestras están llevadas adelante por las compañeras. Están explotadas por ser mujeres, por ser trabajadoras y porque el chabón las dejó solas y se tienen que hacer cargo de todo. Cuando votó el matrimonio igualitario, Néstor dijo: “Hemos puesto el peronismo en el lugar de donde nunca se tendría que haber ido” Yo creo en eso”.
Emilio dice que los chicos van encontrando cosas nuevas y que el lugar del peronismo es hoy. “Creo en discutir cómo fundamos escuelas de doble de turno, porque en estos años las únicas escuelas de doble turno que hay en los barrios son las que hicimos nosotros. Son buenísimos nuestros bachilleratos populares. Dos maestros por grado. Un magisterio propio, con más egresados que los otros. Hoy tenemos que construir un nuevo bloque social, eso también tiene que empezar a ser parte de la discusión de la política, ¿cuál es ese nuevo bloque social? ¿Cuál es la burguesía nacional que queremos? ¿Cuál es el empresariado que queremos? ¿Cuán es la clase de trabajadora que queremos? Eso es lo que tenemos por delante”.
Cita a Francisco para decir que el trabajo debe ser el organizador. No sólo el del capitalismo clásico, porque desde el pueblo el trabajo se reinventa día a día.
“Es el que garantiza la mesa donde se come. La propia Cristina dijo en un acto que el 47 por ciento de los hogares argentinos recibía más dinero del Anses que de sus propios trabajos. Está muy bien para la emergencia, y lo digo con enorme agradecimiento a Cristina, porque en ningún otro país de América Latina se destinó un porcentaje tan grande del PBI, del siete por ciento, para los sectores populares. Pero no está bien que el Estado en manos de las corporaciones te robe el trabajo, después la comida, después el estudio y después la política. Los planes sociales me hacen acordar a esas películas de África que te muestran cómo el neoliberalismo destruía todo y después los helicópteros yanquis tiraban comida para que abajo se mataran por ella. No es bueno vivir esperando el helicóptero que desde Estado tire planes sociales a la villa. La sociedad se hace más violenta”.

Miro a Emilio mate en mano en la foto del reportaje. ¿Por qué no presidente del Banco Central o de Argentina misma? Necesitamos en esos lugares a los que se animan a soñar en serio.

martes, 27 de septiembre de 2016

LOS DRAGONES Y EL VUELO DEL ÁNGEL


Entra, cierra la puerta, deja la cartera en el sillón y se queda mirando como el departamento se despereza en el resplandor de la mañana soleada. Recorre sus objetos, los de su pequeña, los de ambas. “¿Quiénes vivimos aquí? Por momentos, una mujer y una niña. Otras veces, dos mujeres. Y otras, dos niñas. Dos niñas y un pequeño dragón”.
La perrita ladra y se para en dos patas. Le hace un mimo y le da una galletita. Enciende el teléfono y escribe: “Me voy a dormir”.

Eso hace. Pasa por el baño y luego se desviste y se acuesta. Se tapa con la manta dando la espalda a la ventana y se duerme. Sueña. Un dragón en  blanco y negro da vueltas en su cielo. Otro tornasolado permanece junto a ella. Una tortuga de porcelana la observa en quietud eterna. ¿Y el ángel? ¿Dónde está el ángel? Se sobresalta. Mira al dragón. “Un ser cósmico en espera… ¿Dónde leí eso?”. Sonríe. La tortuga saca la lengua. El dragón vela por el orden del universo mientras el ángel apenas aprende a volar.

viernes, 26 de agosto de 2016

INAKAYAL Y SU AGONÍA DE CIEN AÑOS


“Para que quieren saber si soy Chulila Küne, Gününa Küne o Huilliche, si están decididos a darnos muerte”.

El cacique Inakayal nació entre 1829 y 1833, en Tecka, Chubut y, aunque murió de manera dudosa en el Museo de Ciencias Naturales de la Plata en 1888, la pulsión de muerte y profanación de los conquistadores ha hecho que su viaje siga hasta nuestros días.
El territorio de su pueblo en esos momentos- abarcaba desde el Norte del Chubut hasta el Sur de las Provincias de Buenos Aires y La Pampa. La historia de la zona, antes de la llegada de conquistadores y colonos, es de difícil conocimiento debido a que los habitantes del lugar realizaban sus tradiciones y relataban su historia de manera oral. Vivían de manera seminómade. Cazaban, pescaban y se desplazaban por los lagos en embarcaciones de troncos ahuecados.
Aunque los relatos de colonos y conquistadores tienen la certeza que surgen de la escritura y la ubicación cronológica de los echos, al escuchar testimonios de los descendientes de Inakayal y sus hermanos, se comprende como subsiste aquella tradición oral que viene de los recuerdos y los sentimientos de sus antepasados y se comprende la importancia que aquel rey que vino sin corona desde el cielo tuvo para sostener la identidad de su pueblo.

“Tendremos que pelear para defender nuestra existencia o nos veremos barridos de nuestra tierra”.

¿Qué nos dicen los relatos de los viajeros y científicos que tuvieron oportunidad de encontrarse con él cuando aun vivía en la región?
Inakayal era hijo del cacique Huincahual y estaba subordinado a Sayhueque, el señor del país de las manzanas.   En las tolderías de su padre, junto al río Quemquemtreu, se encontró con el explorador Guillermo Cox,
Al amanecer nos juntamos bajo la ramada enfrente del toldo, Inakayaly su padre Huincahual i yo.  Inakayal me agradó al momento, tiene el ademan franco i abierto, la cara intelijente, i sabe algo de castellano; de cuerpo rechoncho pero bien proporcionado. Le dije que había sentido mucho, no haberle visto en mi primer pasaje por las orillas del Quemquemtreu; que lo que había oído hablar de él, me había inspirado mayor deseo de conocerle, i tenia la esperanza que me llevaría consigo hasta Patagónes. Me contestó que lo haría con mucho gusto, porque podía servirle en calidad de secretario en sus negociaciones con el Comandante de Patagónes, […]
Gustaba ver a nuestro amigo Inakayal montado en su caballo overo, con freno guarnecido de plata, con grandes copas i estribos del mismo metal; las piernas forradas de súmeles nuevos, el pié armado de grandes espuelas de plata, chiripa de paño fino, i una chaqueta de oficial de caballería arjentino que le había regalado el Gobierno del Plata. Pero todos no son bastantes ricos para tener espuelas o estribos de plata. […] Todos tampoco no tienen tan bonitos caballos como Inakayal, aunque jeneralmente son de una excelente raza. Lo que hai de particular es que casi todos son de colores claros, […][1]
Tiempo después, en 1871,  George Musters  se encontró con él cerca del Limay: 
Frente mismo á nuestro puesto estaba situada la toldería de algunos indios de Inakayal, y se veían vacas, orejas y muchos caballos pastando en los campos adyacentes. El rio parecía ser de una anchura considerable, aunque muy rápido en todo su curso por el valle descubierto.
Después de un rato de conversación sobre este tema, se sirvió la comida, y el indio pasó entonces a preguntarme mi opinión sobre el trato que los indios estaban recibiendo de los que él llamaba “españoles” diciendo que los chilenos estaban invadiendo las tierras por un lado y los argentinos por el otro, á causa de lo cual los indios se verían barridos en breve de la faz de la tierra, ó tendrían que pelear para defender su existencia[2].
Francisco P. Moreno, en el viaje realizado desde 1873 a 76, recorre las tolderías de Inakayal en el Neuquén. A fines de 1879, y luego de los permisos protocolares para ingresar a sus territorios, el Perito Moreno se encuentra con Inakayal en Tecka y destaca cómo el cacique enarbola el pabellón nacional frente en su toldo y cómo Ultrac, y otros llevaban la bandera argentina en sus lanzas.
La bandera que había regalado en años anteriores a Ultrac [hijo de Inakayal], flameaba sobre el toldo de Inakayal, como testimonio de que aquella región y sus habitantes eran todos argentinos. 
A partir de allí, se realiza una larga ceremonia de recibimiento y los correspondientes saludos. Inakayal le pregunta sobre sus otras intenciones y Moreno, en su respuesta, realiza una reafirmación de la posesión de las tierras de estos caciques siempre dentro del territorio nacional: 
[…] mi gobierno me había encargado que visitara a los caciques que viven al Sud de la gran laguna (es decir de Nahuel Huapi) pues quería darse cuenta de sus necesidades. Nada malo me proponía  con mi visita, muy por el contrario, la bandera nacional sobre los Toldos y guardada por lanzas valientes, era prueba que los “paisanos” (así se llamaban en castellano los indígenas), eran tan dueños del suelo como nosotros lo éramos, de los campos de donde veníamos; todos éramos argentinos y todos teníamos el mismo gobierno en Buenos Aires.

Los testimonios de los viajeros nos permiten comprender cómo se desenvolvía la vida de aquellos pueblos, qué actitud tenían frente a las autoridades argentinas y cuál era su principal preocupación. Querían la paz, hacían todos los esfuerzos posibles para conservarla, respetaban al estado argentino, asumían como propia su bandera y sólo pretendían vivir en su tierra y sostener sus costumbres y sus creencias.
Sabían, sin embargo, que a pesar de las expresiones de buena voluntad, el invasor quería barrerlos de la faz de la tierra. La manifestación de Inakayal a George Musters alberga la misma convicción que Paghitruz Güor (Mariano Rosas), cacique de los ranqueles, expresara en una carta a Lucio V. Mansilla: “Hermano, cuando los cristianos han podido, nos han muerto; y si mañana pueden matarnos a todos, nos matarán”.[3]
Tenían razón. Un año después de la muerte de Paghitruz Güor, en 1878, el gobierno de Avellaneda lanzó la Campaña al Desierto con la misma idea de saqueo y exterminio que habían tenido antes los decretos de Rivadavia y las campañas de Rauch, sepultando la actitud negociadora que en parte había diferenciado a Juan Manuel de Rosas.
El “progreso” y la “civilización” no incluían a los hijos de estas tierras. Para ellos, la tierra es sagrada, conexión con todos los seres vivos, el universo y las fuerzas que lo habitan.  Inakayal  no era un jefe de guerra. Quería vivir en paz con su gente en sus tierras y ser reconocidos como parte del estado que integraban. Pero no querían diálogo los conquistadores. Inakayal participaba de un parlamento con Sayhueque cuando el general Conrado Villegas llegó a la zona, en 1881, y expulsó hacia el sur a sus tolderías, que invernaban en las nacientes del río Limay. Inakayal y Sayhueque  huyeron hacia  el sur donde resistieron más de tres años la persecución militar argentina. Inakayal se entregó junto con los demás caciques, lanceros y su "chusma" en el fuerte Junín de los Andes,   capturado por las fuerzas del Teniente Coronel Lasciar, el 18 de octubre de 1884. En el ataque a la toldería murieron 30 personas. Los prisioneros fueron obligados a caminar hasta la costa y embarcados hacia Buenos Aires, luego de arrebatarles sus caballos.
En Buenos Aires, los jóvenes fueron repartidos entre las familias porteñas que los pedían para servidumbre.  Regalaron los niños a familias porteñas y las mujeres fueron entregadas para trabajo doméstico, mientras que los hombres fueron enviados al penal de la isla Martín García.
El Perito Francisco Moreno se enteró de que Inakayal, Foyel y sus familias estaban presos y decidió visitarlos durante media hora en el cuartel del 8 de línea de Retiro. Allí Moreno deja fluir sus pensamientos e ideas acerca de ellos que  publica en El Diario de Buenos Aires: 
¡qué gran transición de imágenes mentales expresan Inakayal y Foyel en Palermo, y que distintas impresiones se desprenden de esos hombres! Los primeros encarnan el nacimiento de la humanidad, en los primeros días en que esta andaba a tientas; aquellos hombres aún envueltos en cueros algunos: esas mujeres medio desnudas, miserables, incultas, y a cuya vista se evoca la dura época geológica pasada …. La china que llora el perdido toldo, bajo el cobertizo del cuartel. 
… al entrar al pequeño cuarto donde estaban los restos de la tribu, cuya compañía viviera, sólo sentí tristeza. Había allí un remedo de toldería que descansa la fatiga de la orgía;… En la media luz de la pieza distingo hombres de un lado, mujeres del otro. Inakayal está acostado; Foyel en cuclillas con la cabeza inclinada, ya no tiene el aspecto bravío que le daba su renombre de buen guerrero, y todos están abatidos; …
… El criterio del indio es distinto al del hombre civilizado. No se conforman con que se les tenga de esta manera; no son prisioneros de pelea, no han robado nunca y se han presentado. ¿Qué van a hacer de nosotros? ¿Por qué nos separan? Y cuesta hacerles creer que no hay peligro para ellos. 
Cuando en los toldos he oído quejas sobre nuestra manera de proceder con los hijos de indios, prisioneros de los blancos, he debido callar y otorgar. 
… en el cuartel del 8 están casi todos mis buenos amigos de la cordillera; los que dieron de comer y auxiliaron… Entre estos no hay uno sólo que haya maltratado alevosamente a un blanco, y si lo han hecho habrá sido en la dura lucha por la existencia, en legítimo combate…. 
¡Cuánta reminiscencia evocada en la media hora que he pasado con los leales indios! 
Vuelvo a repetir: Inakayal y Foyel merecen ser protegidos; y que no se les confunda con los Pincen y Namuncurá. No han asesinado, han dado hospitalidad. Que no lleven, pues, el desgraciado fin de la tribu de Orkeke.

 “Yo jefe, hijo de esta tierra, blancos ladrones… Mataron mis hijos, Mataron mis hermanos, robaron mis caballos y la tierra que me vio nacer, encima prisionero… Yo desgraciado. Desgraciado y enojado”.

En octubre de 1886, el Perito Moreno logró que le permitieran llevarse a Inakayal, su mujer, una de sus hijas, el cacique Foyel y otros  de los prisioneros al Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Invocó propósitos científicos: las mujeres enriquecerían las colecciones etnográficas con sus tejidos, al mismo tiempo que se podría estudiar sus costumbres.  Para Moreno, eran verdaderas muestras vivientes de estadios culturales en vistas de extinción[4].
  Eran doce personas viviendo en el museo del bosque, como colección viviente de Moreno. Durante el día se les permitía transitar los pasillos del edificio del bosque platense, que todavía estaba en construcción. Por la noche eran encerrados en una habitación del subsuelo. Les servían como comida una olla de sopa para todos y, como no podían salir, por las noches debían hacer sus necesidades en un rincón. Las mujeres eran piezas exóticas con una utilidad adicional:  se ocupaban de la limpieza del museo, el lavado de las ropas del personal y la confección de telares para la venta; los hombres cavaban, limpiaban desagües y trabajaban en la construcción del edificio, que recién finalizó en 1889. Inakayal no aceptó su nueva situación y se rehusó a desempeñar tareas. 
Eran examinados desnudos por científicos que concurrían a verlos. También se los fotografiaba o se los obligaba a posar horas para ser retratados.
Antropología y criminología se confundían en el propósito de de reforzar el esteriotipo del poblador originario como delincuente natural.
Moreno encargó que se tomaran fotos de sus prisioneros. Milcíades Viñati realizó varios trabajos acerca de la iconografía aborigen. Su trabajo es ejemplo de cómo se pretende dar carácter científico a la discriminación y la naturalización de la diferencia.
Tratar de dar una idea de los caracteres morales de estos indígenas es asunto por demás difícil dada la complejidad de sentimientos que los animaban y que, fácilmente, se trocaban desde la amistosa deferencia a la animadversión violenta. No cabe dudar que las distintas situaciones, por transitorias que fueran, eran origen de reacciones por lo común irrazonadas y siempre desproporcionadas al motivo aparente que las ocasionaba. En estos momentos cruciales es, sin embargo, cuando despojados de todo convencionalismo, dejaban en plena desnudez los sentimientos inferiores y el salvajismo congénito.[5]


“Ni yo recuerdo como morí. Lo que sí sé es que no me dejaron morir del todo. Fue en el museo. Rara cárcel”.
Hermann Ten Kate también estudió a Inakayal durante su estadía en el museo.
Inakayal, durante sus accesos de cólera, trataba de 'gringos' a los argentinos y decía 'yo jefe, hijo de esta tierra, blancos ladrones… matar mis hermanos, robar mis caballos y la tierra que me ha visto nacer, además prisionero… yo desgraciado'. En esos momentos su rostro reflejaba la mayor tristeza.
Era reservado, desconfiado, orgulloso y rencoroso. Comunicativo solamente cuando estaba ebrio. Dormía casi todo el día, discutía fácilmente, muy apático y sin ninguna preocupación por su persona.[6]
¿Cómo podía ser confiado, comunicativo y preocupado por su persona alguien que había sido arrancado de su tierra, hecho prisionero y convertido luego en pieza viviente de estudio y exposición?
En el museo, varios integrantes de su grupo murieron. Aquel cacique hospitalario y cordial, era un hombre triste, devino anciano de manera prematura y casi no dormía. Pasaba horas mirando los restos de su mujer, que habían sido puestos en exposición en una vitrina del museo, junto a otros esqueletos. No resulta difícil entender que el cacique pudiera pasarse horas con la mirada perdida. Caminaba encorvado, arrastraba los pies, hablaba solo y se le caían los pantalones de tan delgado que estaba.
Inakayal murió en el museo. La versión oficial dice que su fallecimiento ocurrió el 24 de septiembre de 1888. Algunos consideran que habría muerto antes y a consecuencia de las pésimas condiciones en que vivía. Clemente Onelli hizo un controvertido relato de su muerte.  
Inakayal, poderoso cacique araucano, hecho cautivo en la guerra del desierto, vivía libre en el Museo de La Plata; ya casi no se movía de su silla de anciano. Y un día cuando el sol poniente teñía de púrpura el majestuoso propileo de aquel edificio engarzado entre los sombríos eucaliptus... sostenido por dos indios, apareció Inakayal allá arriba, en la escalera monumental: se arrancó la ropa, la del invasor de su patria, desnudo su torso dorado como metal corintio, hizo un ademán al sol, otro larguísimo hacia el sur: habló palabras desconocidas y en el crepúsculo, la sombra agobiada de ese viejo Señor de la tierra se desvaneció como la rápida evocación de un mundo. Esa noche misma, Inakayal moría, quizás contento de que el vencedor le hubiese permitido saludar al sol de su patria.[7] 
Había vivido cerca de 55 años. Pero no enterraron sus restos. Al igual que otros prisioneros fallecidos en el museo, pasaron a formar parte del Departamento de Antropología del Museo de La Plata y fueron exhibidos hasta 1940, en que fueron guardados en depósito. Huesos, cerebro, cuero cabelludo y máscara vaciada en yeso.¿Por qué no se contentaron con el exterminio y necesidad de profanar y apropiarse de los restos de sus víctimas? Sucedió con los pueblos originarios y también a lo largo de nuestra historia con líderes y luchadores que expresaron a los sectores populares que ellos oprimieron.
Quizá haya que bucear en la relación que establece el cazador con la presa. La máscara de un cacique en un museo en el que fue prisionero sus últimos días nos permite pensar que no sólo Villegas y sus subordinados dieron caza a Inakayal. El Perito Francisco Moreno, lejos de rescatarlo, terminó de apropiarse de él para mostrarlo como objeto exótico y ubicarlo luego en el destino que la “civilización” tenía previsto para él y su pueblo. No hay tal rescate: es parte de la misma cultura de negación del otro desde el parapeto de la “ciencia” antropológica.
En 1888 Inakayal formaba parte de la colección de fotografías antropológicas, de estudios y, como pieza del  Museo de La Plata, con su esqueleto, cerebro, cuero cabelludo y mascarilla mortuoria. Luego se transformaría en la caja N° 5438, denominada “huesos de cacique tehuelche”
Sin embargo, en su afán de dejar escrito a fuego el exterminio, la cultura genocida omitió un detalle: al negárle  el descanso en su tierra y  privarlo de sus ritos, para su pueblo Inakayal no murió. ¿Cómo iba a morir si no tuvo honras fúnebres, si las mujeres de su pueblo no pudieron envolver su cadáver en quillangos ni adornarlo para la última morada? ¿Quién iba a conducirlo a la eternidad si no fue sacrificado ninguno de sus caballos?


“Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos”.


El 19 de abril de 1994, coincidiendo con el Día del Aborigen[8], los restos de Inakayal fueron trasladados a Esquel en un avión de la Fuerza Aérea y acompañado por autoridades nacionales, provinciales y del Museo de la Plata. En el aeropuerto de esa ciudad se le rindieron honores militares. La urna fue luego llevada a caballo por descendientes de los pueblos originarios hasta Tecka. Cuando la procesión llegó a dicha localidad, la urna fue llevada a pie al mausoleo. Se iniciaron las rogativas y se arrojaban semillas de trigo y agua a su paso.  En el mausoleo la urna fue cubierta de piedras como un chenque. Inakayal recibió honores militares y fue cubierto con la bandera argentina. Los representantes originarios aceptaron años después el valor de los honores militares, porque reconocen la jerarquía de Inakayal como jefe de la región. La bandera simboliza la tierra y los representantes de los pueblos originarios sostienen que  “nosotros somos los verdaderos argentinos”. Para ellos, Inakayal había muerto ese día. La cultura de la conquista había logrado el efecto no buscado de mantenerlo con vida para su pueblo 106 años. La procesión avanzó sacudida por un fuerte viento que fue celebrado como el regreso del espíritu del cacique al hogar. Las mujeres, entre ellas las bisnietas de Inakayal, continuaron sus ceremonias en el mausoleo hasta el anochecer.
Para las comunidades, el mausoleo de Tecka es un lugar sagrado y consideraron que el regreso de Inakayal significó que comenzaron a ser tenida en cuenta.
“Nosotros estábamos muy felices, el cacique Inakayal era muy respetado, nunca antes se habían juntado tantos descendientes como cuando él volvió. Debemos hacer Camarucos más seguido pero son muy caros, se necesita mucha gente, caballos, comida y a los mayores, que saben cómo hacer las cosas… Hoy la gente puede hacer Camarucos, pero antes estaban prohibidos… teníamos que pedir permiso a la Gendarmería [….] Desde que el volvió todo comenzó a mejorar”, señalaba Casiano Calauquir, un anciano de la comunidad. Empezaron a recibir más ayuda del gobierno, se instaló un equipo de radio para conectarse con el municipio más próximo e informarse sobre el precio de la lana en el mercado, se construyó una Sala de Usos Múltiples y constituyeron legalmente una comunidad indígena. El espíritu de aquel hombre que avejentado por la humillación miraba contrariado y perplejo los restos de su mujer exhibidos en una vitrina se mantuvo vivo durante más de un siglo y volvió para hacer lo que Inakayal había hecho siempre: defender el derecho de su pueblo a vivir con dignidad y en paz en su tierra.



[1] Cox, Guillermo. 1909 [1862 63]. Viaje en las rejiones septentrionales de la Patagonia, 1862-1863. Calle de la moneda imprenta nacional, Santiago de Chile.
[2] Musters, J. Ch. 1911 [1871]. Vida entre los Patagones. Un año de excursiones por tierras no frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes Hasta el Río negro. Universidad Nacional de La Plata. Biblioteca centenaria.
[3] Alfredo Luis Fernández, “Tanto Fuego”, Ed. Colihue, 2013, p. 116.
[4] En las últimas décadas del siglo XIX, los estudios antropológicos europeos aparecen muchas veces asociados a la presencia de grupos étnicos de otras áreas del planeta que eran transportados a Europa para su exhibición. Eran mostrados con una triple función: testimoniar la capacidad de expansión del país organizador de la exhibición; satisfacer el interés por lo exótico y mirar a los pueblos conquistados desde una perspectiva de superioridad. Tehuelches del extremo meridional de América,  fueguinos, araucanos o patagones, también fueron sometidos a estas exhibiciones.
[5] Vignati, Milcíades Alejo. 1941-46 Iconografía Aborigen. I. Los Caciques Sayeweke, Inakayal y Foyel y sus allegados. Rev. Mus. La Plata, nva. srie. II, Antrop 10 : 13-48 + XXVIII láms.
[6] Ten Kate, H. (1904). Materiaux pour servir a l'anthropologie des indiens de la République Argentine. Revista del Museo de La Plata, 12, 31-57.
[7] Clemente Onelli era el secretario de Moreno en el Museo.
[8] El día del aborigen americano se celebra cada año en conmemoración al Congreso Indigenista Interamericano celebrado en México, el 19 de abril de 1940. Dicho congreso fue convocado en la ciudad de Patzquaro  por el entonces presidente mexicano Lázaro Cárdenas; quién era a su vez descendiente de aborígenes. En Brasil se celebra como el Dia do Índio habiendo sido establecido por el presidente Getúlio Vargas en 1943. En Argentina fue establecido en 1945. Farrel era presidente y ya tenía peso decisivo la figura de otro descendiente de nuestros pueblos originarios: el entonces vicepresidente Juan Domingo Perón.


miércoles, 24 de agosto de 2016

EL ORDEN NATURAL Y EL ATLÉTICO COGER


Monseñor Aguer, desde su respetable voto de castidad, ha efectuado una dura crítica a la creciente tendencia a “tener ayuntamiento o cópula carnal fuera del matrimonio”, tal la escueta y clara definición de fornicación que transcribe en su reciente columna de opinión en el diario El Día..
En ese contexto, ha puesto su mirada en la práctica del sexo en los juegos olímpicos, haciéndose eco del cálculo matemático de cuántos preservativos de los repartidos por los organizadores habrían tocado a cada atleta. Acuña entonces la expresión “a coger atléticamente”, empequeñeciendo la relevancia de las referencias al sexo en el deporte que en su momento efectuara otro destacado morador de La Plata, el Dr. Carlos Bilardo.
Critica la banalización y el riesgo de que el ser humano degrade su condición dedicándose a un comportamiento sexual “animaloide” en el que primen los impulsos por encima del orden natural propio de la especie.
Define al eros como carnal y espiritual, para concluir que las prácticas sexuales que ignoran la esencia reproductiva de la genitalidad y la pareja heterosexual para toda la vida como su ámbito de desenvolvimiento, destruyen esa espiritualidad.
Su contemplación crítica también lo lleva a preocuparse por el petting en lugares públicos y critica de manera drástica los matrimonios igualitarios, cuestionando que se les conceda el derecho a recibir niños en adopción.
Cita a Platón para recordar que asociaba sabiamente belleza y Eros y a  Aristóteles para destacar su reivindicación de la templanza en contraposición a la cultura del desenfreno.
Sin embargo, para aquellos griegos la homosexualidad no parecía estar situada en el orden antinatural y me resulta inevitable imaginarlos recorriendo la Villa Olímpica entre cientos de atletas de todo el mundo. ¡Cuántos potenciales discípulos en los cuales poder despertar la llama del conocimiento y la sabiduría!
“Entonces ocurrió […] tambaleándose mi antiguo aplomo; ese aplomo que, en otra ocasión, me habría llevado a hacerle hablar fácilmente. Pero después de que –habiendo dicho Critias que yo entendía de remedios- me miró con ojos que no sé qué querían decir y se lanzaba ya a preguntarme, y todos los que estaban en la palestra nos cerraban en círculo, entonces, noble amigo, intuí lo que había dentro del manto y me sentí arder y estaba como fuera de mí, y pensé que Cidias sabía mucho en cosas del amor, cuando, refiriéndose a un joven hermoso, aconseja a otro que ‘si un cervatillo llega frente a un león, ha de cuidad de no ser hecho pedazos’ Como si fuera yo mismo el que estuvo en las garras de esa fiera…” Si así afectó a Sócrates el encuentro con Cármides, ¿qué hubiera sucedido de haber tenido frente a sí a Michael Phelps? ¿Quién lo hubiera conmovido más, el nadador estadounidense o la Peque Pareto?´¿Hubiera corrido a consolar a las Leonas o se hubiera sumado a un efusivo festejo con los discípulos del terrenal Chapa Retegui?
Para quienes saben apasionarse por las discusiones filosóficas, el debate acerca de la existencia y los alcances de un orden natural que guíe la convivencia humana es apasionante. Aguer insiste en que el matrimonio heterosexual de por vida es parte constitutiva de esa naturaleza y cabe preguntarse, si el orden natural es tal como el sacerdote lo describe, por qué resulta tan difícil a las personas ceñirse al mismo y parecen tan proclives a trastocarlo.
Cierto es que esa pregunta tiene una dimensión si se la hacen Sócrates o Aguer y otra si es la preocupación de una mujer joven que, para su desconsuelo, es sistemáticamente maltratada física y moralmente por la persona que eligió pensando que podría ser su pareja de toda la vida. O si pretendemos que se la hagan los adolescentes que están movidos no sólo por el deseo y el sentido erótico de la vida, sino también por la curiosidad de empezar a descubrir las relaciones carnales. ¿Es natural obligarlos a pensarlas en la dimensión genital que reivindica Aguer?
Cabe reflexionar que existen también otros comportamientos que pareciera menos discutible definir como “antinaturales” y que, si se prefiere evitar esa conceptualización, de todos modos son claramente reprochables porque parten del aprovechamiento que el más fuerte ejerce respecto del más débil. Así, los innumerables casos de abusos de menores, la trata de mujeres o las apropiaciones indebidas de los bebés de las desaparecidas embarazadas.

Sin que nadie renuncie a sus creencias, quizá sea necesario hacer el mayor esfuerzo posible para comprender a aquellas personas que además de coger, “viven, laboran, pasan y sueñan”, como bien decía Antonio Machado. Sin ánimo de frivolizar, no estaría mal que los preservativos trajeran impresos en sus envases fragmentos de sus poemas.