“Lomas de Zamora: una nena de 12 años se suicidó con el arma de su padre. Investigan si era víctima de bulling en el colegio. Citan a declarar a autoridades educativas”.
El tuit del periodista policial Mauro Szeta irrumpió en la calma del martes 1º de mayo al mismo tiempo que la noticia circulaba en textos y audios de whatsapp entre padres y familiares de alumnos del colegio de la niña y de otras escuelas de Lomas de Zamora.
Al pie del tuit, al momento de escribir estas líneas, hay 172 Me gusta.
Es decir, 172 personas, con descuido, desaprensión, indolencia, distracción o hábito casi compulsivo de clickear corazones, dicen Me Gusta frente a la noticia del suicidio de una niña.
El periodista subió horas después dos tuits más, informando que el fiscal citaría a declarar a las autoridades de la escuela a la que concurría la niña para ver si habían existido advertencias de bulling y que los alumnos de la escuela invitaban a llevar algo de color negro en memoria de su compañera de primer año. En el twitter del Centro de Estudiantes de la escuela se ve la invitación con el nombre de la niña sobre fondo negro. La cuenta denota un centro de estudiantes activo, que tuvo elecciones recientes y que lleva adelante una campaña de solidaridad con un merendero con el que colaboran.
A medida que pasaron las horas, la noticia fue recogida por otros medios y en las crónicas se manejaron hipótesis sin confirmación que no necesariamente se excluyen entre sí: mientras algunas voces pusieron énfasis en que era víctima de bulling, otras prefiereron enfocarse en el ámbito familiar.
¿Cómo se llevaba con sus compañeros? ¿Qué hace la escuela frente a señales de alerta de sus alumnas? ¿Sufría mucha presión familiar? ¿Había dado indicios de su idea? ¿Por qué había un arma en el hogar? ¿Cómo es que la niña tenía acceso a ella?
La preocupación de cientos de personas, la mayoría de ellas madres de niñas y adolescentes en edad escolar, de la escuela de la niña o de otras escuelas de la zona sigue creciendo en mensajes de sorpresa, incredulidad angustia y miedo.
Suicidio en adolescentes, problema que crece
¿Es el de la niña un caso aislado? El suicidio se lleva la vida de más de 500 adolescentes cada año en la Argentina. Ya es la segunda causa de muerte por causas violentas en chicos de 10 a 19 años. Desde los 90 hasta 2015, la tasa de suicidios en jóvenes se triplicó en el país (pasó de 2,5 por cada 100 mil habitantes a 7,4 cada 100 mil), según surge del informe “Situación de la salud de los y las adolescentes en Argentina” elaborado por el Ministerio de Salud de la Nación y Unicef sobre la base de estadísticas de organismos del Estado. Si es así, ¿alguien puede identificar una política de estado concreta y reciente destinada a prevenirlo?
Pensando en nuestros hijos
Pensar en la decisión de la niña implica que los interrogantes de madres y padres se proyecten sobre sus propios hijos. No es sólo preguntarse cómo procesarán la noticia. También, cómo se los educa, a qué presiones se los somete, qué se pretende de ellos.
No siempre encontramos el mejor camino para las expectativas les tiramos encima. No siempre están en condiciones o dispuestos a cargar con ellas.
¿Qué hacemos cuando les cuesta el aprendizaje, cuando se comunican poco, cuando no destacan en el deporte que le hacemos jugar, cuando son gorditos o desaliñados, rebeldes o indisciplinados?
¿Cuánto tiempo les dedicamos? ¿Qué sabemos de sus soledades? En los momentos que compartimos,¿ los oímos de verdad o sólo les marcamos el camino que pretendemos para ellos? ¿Estamos atentos a las preocupaciones, angustias y miedos que aparecen en sus pensamientos? ¿Cómo reaccionamos cuando nos enteramos que tienen un problema, son maltratados o forman parte de un grupo que juega a maltratar a alguien por exhibir alguna diferencia?
¿De qué sirven las armas en un hogar? ¿Realmente son útiles para que nos sintamos menos inseguros? ¿Cómo se proyectan sobre nuestros hijos el peligro, el miedo y la incertidumbre que abren la posibilidad de que alguien, alguna vez, utilice esa arma guardada en algún cajón de la casa? Naturalizamos que jueguen a matar en la Play. Tal parece que no vivimos más seguros entre tantas armas.
Ella ya no está. Su muerte es irreparable. Pero están sus compañeras y compañeros, están nuestras hijas e hijos, estamos nosotros.
Puede que nuestros hijos estén más solos de lo que sabemos. Puede que no lo estemos haciendo tan bien como creemos, que no los estemos escuchando lo suficiente o que los estemos presionando de más
Podemos mirar para otro lado o hacer click en el corazoncito y poner el Me Gusta 173.
Alguien habló del sinsentido de una decisión que, sin embargo, nos puso a pensar en el sentido de nuestras vidas.
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