lunes, 25 de noviembre de 2019

AUTOCOMPASIÓN



Les ve retozar 
en el agua
mientras 
nada en un mar
de lágrimas.
Pasan la lengua
por el borde
de sus margaritas
mientras
tiene resecos de sal
los labios.
Caminan, corren y saltan
mientras
sólo puede la prisa
de la espera.
Hablan, se quejan, señalan
mientras
intenta oír su voz
en el griterío.

O tal vez no.

Tal vez no escucha
lo suficiente,
lal vez esquiva miradas
que desesperan,
tal vez se detiene
en una excusa
tal vez se queja demasiado
de su espalda.

Al diablo las dudas,
Al diablo la cuarta
y la quinta vértebra.
Es noche y no necesita
rezar autocompasión. 

Disparos de luz
la tormenta.
No sólo llueve
En su zapato.

Amanecerá, lo sabe.

Encontrará la sal
en el sudor
y en una pizca
de inspiración.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

CRÓNICA DE UN GRAN DÍA

Pedaleo feliz bajo la galería de árboles de una calle empedrada.
No sucedió nada sobrenatural o extraoordinario, pero advertí una oportunidad y logré hacer de éste uno de mis mejores días.
No le daré demasiadas vueltas: se trató de hacer algo por alguien.
No hablo de acompañar a una anciana a cruzar la avenida o de cualquier otra ayuda de esa talla. Hablo de hacer algo que abre la puerta a un cambio decisivo en la vida de una persona.
Empezó casi de casualidad, cuando una red social me recordó su cumpleaños. Sabía que las dificultades de estos malos años estaban haciendo mella en su ánimo y su salud, pero me habían resultado improbables las ideas que había pensado para ayudarla.
Sin embargo, la realidad no es estática y mientras terminaba de dejar un saludo en su muro, me di cuenta que era el momento de hacer algo que semanas o meses antes no hubiera prosperado.
Era pedir algo a alguien que podía resolverlo y hoy era el momento  más adecuado. Expliqué la situación e hice el pedido. Para mí era solicitar algo desde la confianza. Para él, impulsar una decisión sencilla que no lo complicaba.
"Si, dale, está bien", fue su  respuesta.
Sólo quedaba poner al tanto a la persona amiga.
-¿Te parece bien?
-¡ Claro!
- Bueno, le damos para adelante. Ey, te dejé en tu muro un saludo de cumpleaños.
Alguna vez escuché a un curita decir que para que dar sirva, no tiene que resultar fácil, que el desprendimiento tiene que doler. Es probable que sea cierto. Pero a veces vemos la oportunidad y con sólo dos vueltas de llave logramos destrabar una puerta que al abrirse desarma el encierro de alguien. Pocas cosas más dolorosas que el derrumbe de una persona atrapada en una pena.
Por eso salí a la calle. Por eso estoy pedaleando. Por eso dejé para mañana algunas cosas que debía hacer hoy.
Con esta alegría, me pareció mucho mejor salir a mirar de cerca el mundo, detectar en las horquetas y en los postes los nidos de hornero, ver que aún no florecieron los crespones, imaginarme la vida de la mujer que pasa con su niño de la mano.
Llego a la plaza y ato la bici a un poste de alumbrado. Me siento a una mesita de cemento y sacó mis galletas y mi bebida de la mochila.
Ni siquiera saco el teléfono: la tarde es apenas calurosa y he venido a hacer nada.
En otra mesita no muy cercana, una pareja conversa y tortolea. A mi costado, dos nenes de secundaria fuman un porro.
Contra una pared graffiteada, tres pibes y dos pibas charlan sentados en ronda mientras uno de ellos juguetea rasguidos en su guitarra.
Me engancho en las risas y las conversaciones. Un chingolo le roba con facilidad el pedazo de galleta que recién arrojé a una paloma. En alguno de los árboles canta sin parar un cabecita negra.
Hormigas en hilera pasan junto a mi zapatilla izquierda y me hacen recordar que en esta ciudad vivió Cortázar y es probable que hayan transitado también por aquí sus pasos. Me río al evocar una frase que alguna vez me aprendí de memoria nada más que para algunas discusiones interminables:
"Yo no me vine a Paris para santificar nada, sino porque me ahogaba dentro de un peronismo que era incapaz de comprender entonces, cuando un altoparlante en la esquina de mi casa me impedía escuchar los cuartetos de Bela Bartok”.
Sí. Los altoparlantes que colocaban aquellos muchachos peronistas sonaban desde una plaza. "Mate sí whisky no", era una de las consignas que voceaban. Era en 1945 en una plaza del barrio porteño de Agronomía.
“Braden o Perón”, propalarían esos altavoces un año después. "Alguna vez creí oír "Bartok o Perón", diría con humor Cortázar.
Un pibe con el secador de limpiavidrios asomado en su mochila llega a la plaza. Trae un fasito armado en una mano y da vueltas buscando algo por el suelo. Me pregunta la hora y se la digo. Luego se acerca a la pareja y les pide fuego. Tiro otro pedazo de galleta y baja una calandria.
Braden no.
Bartok y Perón, un sólo corazón.
Sí, hoy estoy feliz.
Creo que iré a columpiarme cuando aquel hombre de barba se baje de la hamaca.

martes, 29 de octubre de 2019

JUANA, HORACIO GONZÁLEZ Y BRIAN


-Parece que hasta ahora sería 51 a 34- dije en la mesa de mediodía del domingo.
-¿Nada más? -dijo Buby. -Yo quiero que sean al menos 20 puntos de diferencia.
-Así está bien, abuela- respondió Juana. -Pensá que a la noche vamos a estar festejando que el país va a estar un poco mejor.
La conversación entre la abuela de 81 años y su nieta de 11 fue un adelanto de las reacciones encontradas que géneró la victoria por  ocho puntos de diferencia del Frente de Tod☀️s, que posibilitó que Alberto Fernández sea electo presidente sin necesidad de balotaje.
La victoria fue un logro formidable, pero había expectativa de una diferencia mayor. Mientras las palabras de Buby preludiaban la sorpresa y bronca de muchas personas que no podían entender que Macri alcanzara 40%, las de Juana fueron la afirmación de quienes no olvidaban que alcanzamos un objetivo que hace no tanto tiempo parecía casi imposible.
Quizá la síntesis pase por celebrar con muchísima alegría y, a su vez, no perder conciencia de las complejidades de nuestra sociedad.
De eso hablaba Horacio González está tarde cuando lo escuché en una entrevista radial.
Definió a Alberto como alguien que expresa a la política clásica, a la luz de la urbe, con el gesto de tomar un café como expresión de acuerdos que se explicitan y no tienen la estructura del odio por detrás.
"Se confrontaron dos antropología políticas diferentes", dijo.
Mariel Fernández, intendenta electa de Moreno, brindaba testimonio de esa caracterización en un posteo en las redes en el que reivindicaba con emoción a Brian, un pibe de barrio comprometido con su comunidad que fue auroridad de mesa y fue fotografiado por alguien que luego compartió un meme agresivo, sugiriendo a lis votantes que si se acercaban a la mesa de ese muchacho de gorrita podían ser víctimas de un robo.
El meme fue la voz del odio que profesa una porción de la sociedad, que cree que quien defiende valores públicos defiende privilegios y cuestiones oscuras.
Señalaba Horacio González que "la conciencia de tener privlegios no existe en estas clases sociales que están muy vinculadas a las nuevas tecnologías, a las nuevas formas de la agricultura, a la reformulación del capitalismo desde el acceso al conocimiento,  con la formación y surgimiento de líderes políticos que no tienen una trama subjetiva de índole crítica".
Mauricio Macri es una expresión clara y vigorosa de esa identidad, que no es una peculariedad argentina sino que identifica  la etapa actual del capitalismo. No debería extrañarnos entonces que alcancen 40% de votos quienes detentan la casi totalidad del poder institucional y corporativo.
Su gobierno nos llevó al borde del desastre, y ante ese riesgo extremo, surge el reto de la unidad.
Identificamos un primer nivel de la unidad, que es la unidad ante la urgencia, ante el abismo.
El Frente de tod☀️s logró expresar la heterogeneidad frente a la urgencia.
González nos dice que "la urgencia es la gran maestra de la historia".
"Por eso, nadie está en condiciones de burlarse de la urgencia y de incomodarse por esa heterogeneidad", agrega.
Después identifica otra unidad subordinada, no tan urgente pero no menos importante, de personas que pueden compartir cuestiones valorativas y conceptuales, y enfatiza que esa unidad, que es más de corrientes de opinión, no debe desaparecer y debe ser cuidada y fortalecida por Alberto y Cristina.
¿Sólo por Alberto y Cristina?
Que el 40% del macrismo sirva para valorar mejor una victoria que nos pone frente al desafío de hacer crecer esa unidad y desarmar con tenacidad y paciencia los mecanismos del odio.
Pongamos en valor el compromiso de quienes, como Brian, dan vida y vigor en sus barrios a la idea de comunidad organizada.

lunes, 9 de septiembre de 2019

PEQUEÑA HISTORIA PARA UN DÍA DE LLUVIA

¿Por qué regó el jardín ayer si sabía que iba a llover? Hasta las personas más prácticas y concretas hacen cosas sin saber bien por qué. Vivimos llenos de cautelas, supersticiones y ritos que no sirven para nada.
Mientras remolonea sentado al volante con el auto encendido, se mira el nudillo que ayer se lastimó al forzar la manguera reseca sobre el pico de la canilla. 
Tarde o temprano tendrá que apagar el motor y bajar, porque la lluvia no parará. 
A veces se asusta del tiempo que podría pasarse mirando como las gotas golpean, resbalan y desdibujan la mañana en la luneta. Así hasta que algo dispara el movimiento en su pecho y arranca como si fueran los últimos instantes del mundo. Acaba de recordar que hace dos semanas o dos meses dejó tirada una campera para lluvia en el baúl. Ése es el disparador. Al menos por una vez, hacer algo inútil le sirve. 
Se la pone apurado, y ya que tiene capucha se la sube, aunque es grande y casi no lo deja ver. "Sin capucha, que no ves de costado", suele decirle a su hijo cuando andan en bicicleta. Al menos ahora puede mirar el suelo y esquivar las baldosas rotas. 
Llega a la esquina, baja apurado a la calle y el claxon de un camión estalla junto al chirrido de los frenos que no alcanzan a evitar el impacto.
El camionero baja apurado y se acerca a asistirlo.
-Disculpe, fue la capucha- se excusa con culpa desde el asfalto.
-Está bien, no se mueva- lo calma el camionero.
Una mujer llama a la emergencia. 
Él gira la cabeza, descubre la imagen del Gauchito Gil en el frente del camión y sonríe. Respira hondo. Mueve los dedos de los pies y también los de las manos para ver si los siente. El nudillo lastimado ha vuelto a sangrar.

martes, 18 de junio de 2019

YO, PERÓN



Sé bien dónde y cuándo nací. Sé lo dije a alguno de mis doctores. También a Jorge Antonio. No fue el 8 de octubre de 1895 en Lobos, sino dos años antes, el 7 de octubre de 1893, en un rancho de Roque Pérez.
Soy hijo de Juana Sosa y cuándo recuerdo a mi abuela me gusta pensar que tengo sangre tehuelche. Me parece verla, sentada en un banquito, cuereando un capón o limpiando un par de gallinas, rodeada de sus perros y sus batarazas. Y mi madre, nacida y criada en el campo, montaba a caballo e intervenía en las cacerías y faenas rurales. Lo mejor del mundo está en los humildes, no creo en los evolucionados. Mirenme: pómulos salientes, cabello abundante. Poseo el tipo y me siento orgulloso de mi origen indio. ¿Acaso no lo estaba también el general San MartÍn? Ésa es mi verdad y en diciembre de 1938, ya un hombre de 45 años, tuve la oportunidad de reconocer mi rancho y la habitación donde nací. En ese rancho empecé a mamar y gatear, ahí aprendí a querer a los perros y a los caballos y ahí me crió con su cariño mi viejita, tan fuerte, tan criolla, tan gaucha.

OSCAR


Por un instante no se oyeron lamentos. Pero la carne y la piel seguían sudando ardor por encima del olor a desinfectante. “Es raro, no me dieron ganas de fumar”, balbuceó Oscar en la penumbra mientras se dejaba ganar por el silencio. Pensó en fuego. En la punta encendida de un cigarrillo, en el humo quemándole los pulmones, en el loco Arias escupiendo querosén sobre la antorcha una noche de carnaval en La Boca, en el campo de Atalaya incendiado, en las brasas de quebracho de tío Godoberto sobre la pierna engangrenada de su padre. El dolor seguía ahí. Aún tenía el impulso de salir corriendo. “¿De dónde habrá sacado fuerzas Buby para tumbarme?”. Huir. Como cuando robaron el féretro para la comparsa y tuvieron que soltarlo en el camino del policía que los seguía. Fue ese tiempo el que huyó. Sus piernas estaban allí, casi intactas, pero nunca volverían a ese lugar. Nunca más bailar tangos mientras Pugliese soltaba sobre el teclado su infalible sentido del ritmo y las muchachas suspiraban por Morán. Querer cambiar el mundo y casi morirse de nostalgia. Ese sí que era un encierro (Fragmento de mi novela "24/3/76, Historias de un día").

ENFOCADOS



Tenemos una elección muy difícil por delante, contra una fuerza política que no sólo tiene una suma de poder sin precedentes, sino que además ha demostrado que sabe jugar estas contiendas.
No ganaremos si no nos enfocamos en lo esencial.
¿Qué es lo esencial? Que este gobierno tiene la segunda inflación del mundo, hace crecer la desocupación, destruye el aparato productivo, defraudó a los pequeños productores y a las economías regionales, destruyó el poder adquisitivo del salario, estafó a los jubilados, premió la evasión fiscal y la fuga de capitales y generó un endeudamiento con el FMI sin precedentes en la historia.
Esos son los problemas que venimos a resolver. Para eso convocamos a todas y a todos.
No debemos complicarnos con otras cuestiones. Tomemos el ejemplo de la justicia. Los medios dominantes trabajan para instalar que tomaremos medidas para revisar las causas por corrupción. Lo mejor que podemos hacer en esas cuestiones es dejar que las causas se diriman en la justicia sin pronosticar ni intentar ejercer injerencia alguna. 
No necesitamos reformas constitucionales, ni juicios políticos ni remociones ni ampliaciones ni medida alguna que distorsione el normal desenvolvimiento de la justicia. Lo que ahora debemos hacer es devolverle la normalidad a este país: terminar con la apertura indiscriminada de las importaciones, darle razonabilidad a las tarifas, bajar las tasas de interés y terminar con el festival especulativo, proteger el trabajo argentino, priorizar la educación y renegociar nuestros compromisos externos con firmeza, razonabilidad y sin portazos.
En la medida que hagamos bien eso, estableceremos una lógica distinta y descubriremos que todo comienza a funcionar de otra manera sin necesidad de medidas extraordinarias ni ideas descabelladas.
Nuestra principal fuerza nacerá de hacer visible la magnitud del desastre que estamos viviendo, dejar en claro que será mucho más grave si este gobierno es reelecto y demostrar que somos capaces de resolverlo encaminando al país por la senda del trabajo y el crecimiento. Si nos enfocamos en lo esencial, la victoria es posible.