martes, 18 de junio de 2019

YO, PERÓN



Sé bien dónde y cuándo nací. Sé lo dije a alguno de mis doctores. También a Jorge Antonio. No fue el 8 de octubre de 1895 en Lobos, sino dos años antes, el 7 de octubre de 1893, en un rancho de Roque Pérez.
Soy hijo de Juana Sosa y cuándo recuerdo a mi abuela me gusta pensar que tengo sangre tehuelche. Me parece verla, sentada en un banquito, cuereando un capón o limpiando un par de gallinas, rodeada de sus perros y sus batarazas. Y mi madre, nacida y criada en el campo, montaba a caballo e intervenía en las cacerías y faenas rurales. Lo mejor del mundo está en los humildes, no creo en los evolucionados. Mirenme: pómulos salientes, cabello abundante. Poseo el tipo y me siento orgulloso de mi origen indio. ¿Acaso no lo estaba también el general San MartÍn? Ésa es mi verdad y en diciembre de 1938, ya un hombre de 45 años, tuve la oportunidad de reconocer mi rancho y la habitación donde nací. En ese rancho empecé a mamar y gatear, ahí aprendí a querer a los perros y a los caballos y ahí me crió con su cariño mi viejita, tan fuerte, tan criolla, tan gaucha.

OSCAR


Por un instante no se oyeron lamentos. Pero la carne y la piel seguían sudando ardor por encima del olor a desinfectante. “Es raro, no me dieron ganas de fumar”, balbuceó Oscar en la penumbra mientras se dejaba ganar por el silencio. Pensó en fuego. En la punta encendida de un cigarrillo, en el humo quemándole los pulmones, en el loco Arias escupiendo querosén sobre la antorcha una noche de carnaval en La Boca, en el campo de Atalaya incendiado, en las brasas de quebracho de tío Godoberto sobre la pierna engangrenada de su padre. El dolor seguía ahí. Aún tenía el impulso de salir corriendo. “¿De dónde habrá sacado fuerzas Buby para tumbarme?”. Huir. Como cuando robaron el féretro para la comparsa y tuvieron que soltarlo en el camino del policía que los seguía. Fue ese tiempo el que huyó. Sus piernas estaban allí, casi intactas, pero nunca volverían a ese lugar. Nunca más bailar tangos mientras Pugliese soltaba sobre el teclado su infalible sentido del ritmo y las muchachas suspiraban por Morán. Querer cambiar el mundo y casi morirse de nostalgia. Ese sí que era un encierro (Fragmento de mi novela "24/3/76, Historias de un día").

ENFOCADOS



Tenemos una elección muy difícil por delante, contra una fuerza política que no sólo tiene una suma de poder sin precedentes, sino que además ha demostrado que sabe jugar estas contiendas.
No ganaremos si no nos enfocamos en lo esencial.
¿Qué es lo esencial? Que este gobierno tiene la segunda inflación del mundo, hace crecer la desocupación, destruye el aparato productivo, defraudó a los pequeños productores y a las economías regionales, destruyó el poder adquisitivo del salario, estafó a los jubilados, premió la evasión fiscal y la fuga de capitales y generó un endeudamiento con el FMI sin precedentes en la historia.
Esos son los problemas que venimos a resolver. Para eso convocamos a todas y a todos.
No debemos complicarnos con otras cuestiones. Tomemos el ejemplo de la justicia. Los medios dominantes trabajan para instalar que tomaremos medidas para revisar las causas por corrupción. Lo mejor que podemos hacer en esas cuestiones es dejar que las causas se diriman en la justicia sin pronosticar ni intentar ejercer injerencia alguna. 
No necesitamos reformas constitucionales, ni juicios políticos ni remociones ni ampliaciones ni medida alguna que distorsione el normal desenvolvimiento de la justicia. Lo que ahora debemos hacer es devolverle la normalidad a este país: terminar con la apertura indiscriminada de las importaciones, darle razonabilidad a las tarifas, bajar las tasas de interés y terminar con el festival especulativo, proteger el trabajo argentino, priorizar la educación y renegociar nuestros compromisos externos con firmeza, razonabilidad y sin portazos.
En la medida que hagamos bien eso, estableceremos una lógica distinta y descubriremos que todo comienza a funcionar de otra manera sin necesidad de medidas extraordinarias ni ideas descabelladas.
Nuestra principal fuerza nacerá de hacer visible la magnitud del desastre que estamos viviendo, dejar en claro que será mucho más grave si este gobierno es reelecto y demostrar que somos capaces de resolverlo encaminando al país por la senda del trabajo y el crecimiento. Si nos enfocamos en lo esencial, la victoria es posible.